Dorothy
Me estoy desesperando dentro de estas paredes solo vienen a darme de comer y verificar que me encuentro bien, (como si fuera una mascota) me acerco a las puertas para conseguir escuchar algo, solo se oyen unos murmullos y gente caminando de aquí para allá.
Me indicaron que durmiera, me costó conciliar el sueño, pero parece que mi cuerpo lo exigía, tuve una pesadilla horrible donde me perseguían y yo salía corriendo, gritando y en un punto me quedaba sin voz y no podía clamar por ayuda y eso hizo que me despertara asustada, sentí alivio al notar que podía hablar, sin embargo, me di cuenta que no estaba en mi hogar.
Sé que ese hombre le ha llamado a mi familia, ya no ha venido a donde me encuentro, tratando de ser cuidadosa he caminado por esta habitación buscando algo con lo que pueda defenderme o tratar de pedir ayuda.
Detrás de la cama aparece un pequeño espacio que deseo explorar y ver que hay allí, pero las cámaras son mi mayor impedimento.
Tocan la puerta y preguntan si pueden ingresar, me parece estúpido, pero digo que si pueden.
—Levántate y ponte esto, el jefe saldrá contigo—una de las mujeres gruñonas deja sobre la cama un pequeño maletín y sale.
Reviso lo que trajo es ropa deportiva, con tenis y todo lo necesario para complementarlo, me asusta que todo sea de mi talla, me dirijo hacia el baño para ponerme esa ropa.
Cuando salgo dos chicas están en el cuarto me sobresalto un poco y solo me dicen que las siga.
Atravieso este lugar, pero en esta ocasión trato de memorizar lo que está alrededor, hay grandes ventanales, muchos jarrones con flores, me llama la atención un grupo de personas que se dirigen hacia un mismo sitio vistiendo ropa desgastada y sucia de polvo.
Llegamos a una puerta grande, una de las guías la abre y dos autos se encuentran estacionados enfrente, me indican que ingrese a uno y allí se encuentra ese hombre.
—Tanto encierro te iba hacer daño, pequeña—comenta—, por ello decidí que me acompañarías a un lugar.
Le doy una mirada rápida y detallo que lleva también un conjunto deportivo.
—Para que este viaje no sea en total silencio vamos a tener una pequeña conversación—afirma.
Dos personas más suben al auto y lo ponen en marcha.
—Quería que tuvieras la fortuna de enterarte por mí, que la empresa de tu padre no existirá más.
Trago saliva con lo que dice.
—Sigues siendo mi amuleto y garantía para que todo siga tal cual lo planifiqué.
—No entiende para que me quiere, ya le está haciendo mucho daño a mi familia, déjeme regresar con ellos.
—Me gusta la valentía que demuestras, te has estado comportando bien, no te hemos maltratado, pero quiero hacer sufrir más a tu padre.
Me contengo de gritarle groserías.
Ya no dice nada más y observo que llegamos a un campo de futbol donde se encuentran personas jugando.
Bajamos y me indica que lo siga.
—Este es uno de mis sitios favoritos—explica—, lo reservo en ocasiones para organizar encuentros, mi padre era muy aficionado al futbol y me inculcó adorar este deporte como él lo hacía.
Sigue hablando, me siento extraña ante tal situación, cada vez me convenzo que este señor necesita ayuda médica, no está bien de su cabeza.
—En una de las tardes que vinimos a jugar, me hizo prometerle que cuando tuviera hijos, les enseñaría este deporte y trataría de que lo amaran con la misma intensidad.
»—Claramente eso no sucedió, porque no tuve hijos, es algo que me pesa en lo más profundo, sé que pensaras que puedo tenerlos, conseguir una esposa y todo ello, pero tengo más de 40 años y ya no está esa emoción o sentimiento paternal.
Solo me dedico a observarlo sin decir palabras, podría sentir lastima, pero no es el caso.
—Bueno las cosas siguen su curso—finaliza—, acompáñame.
Camino junto a él, nos acercamos a un grupo de personas variado entre hombres y mujeres, uno de ellos nos observa y sonríe complacido.
—¡Qué bueno verte Frederick!, ya extrañaba llamarte por tu nombre.
—Claro, Esteban—se voltea en mi dirección—, Dorothy, te presento a buen amigo, no lo viste antes porque fue quien te colocó el pañuelo con cloroformo para dormirte, pido disculpas por ello.
Solo le doy una mala mirada y ríen ante mi reacción.
El tal Esteban me detalla fijamente y miro hacia otro lado incomoda con esto.
—Supongo que, si hubieras sido padre, tu primer hijo o hija tuviera la edad de esta chica.
—Es posible—responde secamente.
Trato de pensar en otras cosas y solo observo todo.
—Iré a jugar—avisa—, por si te estas planteando escapar o buscar algún tipo de ayuda solo perderás el tiempo.
—¿Entendiste?
Asiento con la cabeza.
—Estoy seguro que escuchas bien y que también puedes hablar—comenta algo enfadado—, así que vuelvo a preguntar ¿Entendiste?
—Sí, señor.
—Esa respuesta me gustó.
Se aleja con el grupo y llega una chica a indicarme que me siente en una de las sillas disponibles.
Solo observo, me ofrecen algo de beber, lo tomo porque el calor está intenso, este tipo sin duda tiene todo planeado porque está aquí como si nada mientras la policía estará tratando de rastrearlo.
***
Estamos de regreso en la gran casa, nuevamente me indican que entre en la habitación, extraño mucho a mi familia quisiera escuchar sus voces para tratar de seguir siendo fuerte, en estos momentos estaría siendo consentida por los abuelos.
Probando suerte trataré de hablar con ese hombre. Me acerco a la puerta y me sorprende que no esté asegurada con llave, giro el pomo y asomo un poco mi cabeza para mirar, es más extraño aun porque ni siquiera hay personas.
¿Qué rayos?
No pierdo nada salgo del cuarto, me quedo quieta cuando escucho movimiento, pero es únicamente un hermoso perro.