Con una de esas batallas, su padre resultó mal herido. Al parecer aquel hombre estaba a su mismo o mayor nivel.
El chico intentó defenderlo cuando su papá estaba debilitado, para su asombro, no logro mucho, ese antiguo amigo lo apartó sin mucho esfuerzo, e incluso cuando lo intentó de nuevo destrozó una espada metálica que había estado usando desde hace un tiempo (lo hizo con la suya, que era aún más grande). Pero entonces su padre se recuperó y logro batir al hombre antes de que algo más ocurriera.
—No te preocupes, lo hiciste bien, aunque él era bastante fuerte.
Su hijo sabía que trataba de animarlo como hacía en cada una de sus equivocaciones, pero ¿cómo podía decir eso? Patéticamente había perdido, y él lo sabía también. “Entonces era eso” pensaba el chico al ver la sonrisa comprensiva de quien lo hacía sentir mejor en muchos momentos (pero no en éste). “De verdad, soy un tonto”, palabras como esas lo invadían, “no he podido”. “Entonces era eso”, de nuevo. Lo que sentía que le faltaba era aquello: experiencia, todavía no estaba listo para, no era tan fuerte como él creía.
Estuvo tan deprimido que no practicó durante días o semanas.
Editado: 07.09.2018