Capítulo 3
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El doctor diversión
11 de agosto de un año cualquiera.
7:00 de la mañana.
Mientras tanto, en un lugar recóndito de este planeta...
Lo recuerda todo perfectamente, hasta el más mínimo detalle. Cada sensación, cada sonrisa, cada broma y cada pequeño momento que pasó junto a ella en ese extraño sueño: Espontánea y risueña; dulce y tierna; sencilla y algo despistada; con hermosos ojos pardos y un delicioso aroma a lavanda; tal vez pequeña en tamaño, pero con un corazón enorme... La señorita loca.
Mau esboza una sonrisa tonta en medio del desorden de su habitación.
¿Alguna vez has lidiado con la tarea de empacar maletas para un viaje de una o dos semanas? Nadie puede negar que es complicado. Entre no saber separar lo que necesitas y no necesitas; no contar con suficiente espacio en la maleta y ocasionar un verdadero caos en el transcurso; todo se vuelve un desastre. Pero si la estadía aumenta a tres o cuatro meses, el nivel de dificultad es aún peor.
Esa es la situación del chico misterioso de destellantes ojos color avellana.
Pese a que falta un poco más de una semana para que deje atrás el internado en Argentina y regrese a su país por un plazo corto, prefiere tener todo listo desde ahora, aunque eso implique desaparecer el orden y la tranquilidad del pequeño lugar que lo acogió por mucho tiempo.
Mientras revisa la biblioteca en busca de algunos libros para el viaje, encuentra "El lobo hombre" de Boris Vian y en ese momento le es inevitable volver a pensar en aquella conversación que tuvo con la señorita loca.
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— ¿Cuál es tu libro favorito?
—No tengo uno en específico pero "El lobo hombre" es sin duda uno de mis preferidos.
—"Señorita loca", no sabía que teníamos tantas cosas en común.
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Libros, eclipses, café, un sentido del humor peculiar y una loca imaginación... Sin duda serían grandes amigos si se conocieran en la vida real.
Desde que la vio, sintió algo que hace mucho tiempo no sentía, como si el corazón se le quisiera salir del pecho. Esa sensación vuelve cuando recuerda que estuvieron a punto de besarse. Si no fuera porque se despertó antes de tiempo...
«Concéntrate M, deja de pensar en ella. Tienes cosas mucho más importantes que hacer. »
A pesar de los intentos, le es imposible evitar que aquella chica se adueñe de sus pensamientos, ocasionando una avalancha de preguntas que no es capaz de responder.
«¿Cuál era su nombre?»
No lo sabe, a pesar de recordar que ella se lo dijo y él dejó al descubierto su pequeña gran obsesión con los nombres y sus significados. ¿Cómo es que puede olvidarse algo tan importante?
«¿Ella es importante?»
En realidad no lo sabe, pero a decir verdad y por alguna extraña razón, tiene la corazonada de que más adelante significará algo más en su vida.
Patrañas... ¿o no?
«¿Acaso se estará enamorando?»
La conoció en un sueño y tal vez en menos de una hora. Cosas como el amor a primera vista solo suceden en las películas.
«¿Existe una pequeña posibilidad de encontrarla en la vida real?»
Tomando en cuenta el escenario donde se conocieron y la infinidad de lugares en los que se podría encontrar la señorita loca en estos momentos... Es prácticamente imposible que algo así suceda.
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Después de unos minutos de cuestionamiento, M vuelve a la dramática tarea de empacar, aprovechando el momento para organizar algunos papeles sueltos que se encuentran en el escritorio. Concentrado en colocar los documentos en las carpetas respectivas, no es capaz de sentir la presencia de una persona que entra sigilosamente a la habitación.
— ¡Hola Mau! ¿Alistando maletas?
La voz de su mejor amiga lo sorprende, provocando que suelte los papeles al aire y estos terminen aterrizando por toda la habitación.
— ¡Roxy por Dios, casi me matas del susto!
—No es culpa mía encontrarte siempre perdido en tus pensamientos —responde la chica en tono de burla mientras ayuda a su amigo a recoger las hojas del suelo.
—Deberías tocar la puerta, ¿no crees?
—Mmm... Tomaré en cuenta ese detalle antes de entrar a tu cueva.
—Eso dijiste la última vez —contesta M, guardando las carpetas completamente organizadas.
Roxy le lanza una mirada de pocos amigos y al voltear observa todo el desorden del lugar: montañas de libros, algunas maletas abiertas sobre la cama, materiales de oficina regados por el librero y muchas otras cosas que no se encuentran en el sitio donde corresponden.
—Menudo desastre... ¿Necesitas ayuda?
—No, gracias. Puedo hacerlo por mi cuenta.
—Pues el aspecto de tu habitación me hace creer lo contrario. —La chica señala a su alrededor con ambas manos, soltando una carcajada.
—El desorden durará solo un momento, primero debo terminar con esto — dice M organizando algunos materiales de dibujo, algo infaltable para el viaje.
— ¡Ay, vamos! Déjame darte una mano con esto, además, tengo muchas cosas que contarte.
—Lo siento Rox, pero tengo todo bajo control. No necesito ningún tipo de ayuda.
Primer intento:
—Por favor.
—No.
Segundo intento:
— ¡Por favooor! —Exclama Roxy haciendo puchero.
—Umm... no.
Tercer intento:
—Por favor, por favor, por favor, por favor...
—Creo que... no.
Décimo intento: