Rurouni Kenshin
El Tigre y El Dragón
Wingzemon X
Capitulo 14
Tu Voluntad
Shanghái, China
21 de Octubre de 1877 (4574 del Calendario Chino)
Podría haberse ido en el momento en que Magdalia ingreso a la iglesia, sin más. Podría haber salido caminando del Barrio Cristiano hacia la casa de Hong-lian, asistir a esa molesta reunión, ser interrogado, no responder nada realmente, y ya para la noche olvidarse de todo ese asunto. Las cosas hubieran sido mucho más sencillas, y posiblemente ese hubiera sido el final de esa historia. Pero no lo hizo. ¿Fue la decisión adecuada? A futuro, muchas cosas le dirían que sí, pero otras más le dirían que no. Sin saberlo, lo que ocurriría en ese mismo momento desencadenaría una serie de hechos incontrolables para él, y que tendrían repercusiones totalmente inimaginables...
Enishi vio al grupo de hombres acercarse a la iglesia, pero ellos no lo vieron a él. La apariencia de todos ellos era realmente sospechosa, y familiar a la vez. ¿No eran acaso hombres del Feng Long? Tenía la sensación de haber visto antes al menos a dos de ellos, más próximamente, en la comida que habían tenido hace apenas una semana atrás. Claro que podría ser su imaginación. Nunca había puesto mucha atención a los soldados del Feng Long que no fueran los suyos propios, y los hombres de esa apariencia tan dura y agresiva no eran tan raros en Shanghái. Pero fueran o no de su organización, el hecho de que fueran armados y en grupo a la iglesia, era una clara señal de problemas, aunque no para él. Lo que sí tenía era cierta curiosidad de saber qué pasaba, ¿pero eso sería suficiente como para involucrarse y arriesgarse a que el Hijo de Dios entrara en cólera en su contra? Tal vez no, pero igual si lo suficiente para simplemente echar un vistazo.
Disimuladamente se acercó a la parte frontal de la iglesia, pero se quedó afuera, con su espalda recargada contra la pared, justo al lado de la puerta, sólo para escuchar qué ocurría adentro, y luego irse en cuanto lo considerara conveniente. Si el tal Amakusa era tan bueno como todos decían, incluido él mismo, no debería de tener problema de deshacerse de esos tipos si iban a causar desastres. Y aunque no lo fuera, de nuevo no era su problema.
Lo primero que oyó fue a algunos de los hombres hablando.
- No vinimos de parte del Maestro Enishi, Cristianito estúpido, sino del Maestro Ming-hu. – Comentó uno de ellos con fuerza.
Eso lo explicaba todo; eran hombres de Ming-hu. Enishi rió ligeramente ante la revelación. ¿Ese viejo se hacía el ofendido por la cancelación del trato? En el fondo de seguro era el más feliz con la noticia; ni siquiera había ido a la reunión de la fiesta con tal de no mezclarse con ellos. Pero igual eso no evitaba que la usara como excusa para ir y armar alboroto entre los cristianos que tan poco le simpatizaban. Ese xenofóbico sólo iba a cambiar cuando se muriera.
Luego de un intercambio de palabras, una voz familiar resaltó. No le sorprendía; presentía que tarde o temprano intervendría con alguno de sus habituales discursos.
- Si lo que vinieron a buscar es pelea, les pido de favor que se retiren. – Escuchó como les decía la voz de Santa Magdalia, acompañada después incluso por una invitación a quedarse a orar con ellos.
De nuevo rió, aunque en esta ocasión se cubrió la boca con una mano para evitar que sus risas resonaran tanto que lo escucharan adentro. Era tan típico de ella; en verdad comenzaba a pensar que estaba un poco loca. Daba igual lo que les dijera, esos hombres de seguro iban con órdenes muy claras por parte de Ming-hu, y no iban dispuestos a negociar algo diferente. De pronto, luego de algunos segundos de silencio, uno de esos hombres dijo algo que le borró la sonrisa de los labios.
- Oye muñeca, ¿tú eres a la que le disparó el Maestro Enishi?
Los ojos del albino se abrieron por completo al escucharlo. Lo siguiente que escuchó fue un claro gritó por parte de Amakusa, que cuestionaba de qué estaban hablando. Bien, tarde o temprano se tenía que enterar; todo Shanghái lo sabía para ese momento, excepto él al parecer. Podía ver a futuro que terminaría por culparlo por ese ataque a su iglesia, más el disparo, y sin duda iría a buscarlo para obtener una explicación, y algo más. No le temía a ese sujeto. Aunque se creyera tan fuerte, a simple vista se veía que era un fanfarrón. Lo único que le preocupaba era qué pensaría...
Enishi se sobresaltó ante el pensamiento que le había cruzado por la mente. ¿Qué palabras se estaban por formular en su cabeza? Intentó repensarlo, intentando encontrar algún tipo de lógica distinta, algo se derivara a un pensamiento distinto al original... pero parecía que no lo había. Resignado, dejó que el pensamiento siguiera su curso, esperando que tal vez éste tuviera de esa forma algo más de sentido: lo único que le preocupaba era qué pensaría Magdalia si hería o mataba a su querido hermano mayor...