El típico cliché

Capítulo 2

—Ay—maldije entre dientes—¿qué te ocurre? ¿cómo puedes lastimar a una chica tan guapa como yo? —le pregunté sobándome mi cabeza lastimada. Me incorporé, agarrando con más fuerza su celular y el mío.

—¿Guapa? ¡De eso nada! ¡eres horrible! —gimió como si viera a un espectro en mi cara. Osea, entiendo que no sea tan guapa, pero algo debo tener que me haga embellecer ¿o no? Maldito chico sin sentimientos.

—¡Hablo el más guapo de todos! —hable con un tono chillón—. Igual ni me importa ser linda—me acomode los mechones sueltos de mi cabello.

—Tu prima es más linda de eso seguro—mascullo en voz baja, como si yo no lo pudiera escuchar. Halsey era linda, lo admito, sin embargo, tampoco es ¡tan sexy como para no darse cuenta que yo también lo soy! Por suerte, no tenía ningún motivo para envidiarla, su vida personal se está yendo en picada y la mía, pues... ¿no iba tan mal?

Ajá sí.

—Halsey tiene arrugas—le señale el párpado—y yo por lo menos aún conservo mi belleza natural.

—Pfff ¿tu bella? —sus labios rebuznaban de ácido. Siento como si me odiara, pero eso es imposible, en todos estos diez años del colegio nunca había entablado conversación con él, así que... ¿por qué me odia? ¡No tiene sentido! —más bella es el payaso de IT.

—No te insulto por respeto a King—le fulmino con la mirada, mientras veo como cruza a sentarse a otra mesa, sacando su lengua y colmillos de demonio.

Corro rápido hacia él, tomo impulso y me cuelgo de su espalda gritando igual que un cavernícola.

—No te olvides que tengo aún tu celular—lo tintineo en sus oídos, él palidece rápidamente—. Necesito tu ayuda.

—No sé, sin embargo, creo ya haber escuchado esas tres palabras—se rasca la nuca, intentando recordar algo.

—Por fi—suplico arrodillada. ¿Dignidad a dónde estás? Creo que te hemos perdido.

Pero no deben verme tan feo. Yo solo quiero y deseo ganar lo que más he soñado todo el tiempo. ¿Acaso es egoísta querer mis sueños con ayuda de los demás? Perdónenme la vida por solo querer triunfar en lo que me gusta. Además, que no lo voy a utilizar, solo le voy a sugerir algo que tal vez también le cambie la vida.

—Tengo miedo a decirte que no—mis ojos se agrandan y mi boca los imita también produciendo extraños ruiditos—, así que está bien, pero deja de verme tan feo y suelta ¡esas tijeras!

—¿Tijeras? —caigo en cuenta que he tenido unas tijeras cerca de su rostro durante mucho tiempo. Las dejo caer y lo estrecho en mis brazos moviéndome en círculos—¡Yo no tenía tijeras! —me mira mal, como si me hubiera salido de un manicomio. Bueno, no está muy lejos de la realidad, pero no es necesario que le expliquen. Solo fue al psicólogo por mi incapacidad de alzar la mano cuando la profesora preguntaba algo sobre las clases. ¿Qué clase de niño no tiene miedo a equivocarse enfrente de todos? ¡Dios mío como si fuera ilegal! Desde ese momento mi madre siempre busca algún motivo sobre mi antigua timidez para reírse de mí. Dice que me adopto en el basurero y luego a mi hermana la encontró flotando en el desagüe, no sé, pero su tono me hace creer que es cierto.

—Lo siento, a veces me vuelvo un poco loca.

—¿Un poco? ¡estás demasiado loca! ¿Dios en que me has metido? —inquirió mirando al cielo. Como si Dios pudiera hablar. Le estuve rezando como dos años para que mi papá no se muriera e igual murió. Aunque no le echo la culpa, mi padre abusaba con el alcohol y le encantaba estar bajo el poder de las drogas.

—Ya cállate. Solo debemos reunirnos y escribir ¡la mejor historia de amor de todo este puto mundo! —el negó con la cabeza ¿y ahora que le pasa? ¿me va a venir con qué no puedo insultar? ¡que no me joda!

—Primero no debes insultar, segundo no grites como loca y tercero ¿cómo vamos hacer eso? ¡entramos a bachillerato, cerebro de maní! ¡no tenemos tiempo! Debemos concentrarnos en nuestras nuevas materias, en la universidad, los post-grados, ¡las becas! —sus ojos rodearon por sus cuencas sin parar. Está estresado y yo también por ser un bachiller, pero ¡ya! ¡solo vives una vez!

—Mira, si quiero un discurso sobre estudiar, mejor voy adonde mi madre y le digo que mi sueño de vida es ser chambera* y me va a soltar que deje de escribir, que eso no me llevará a nada y esas tonterías. Así que...—resoplé, cogiendo el tabique de mi nariz entre mis manos— ¡Cállate! —lo sacudí, se encontraba en un momento de fantasma, sus ojos estaban mudos y os aseguro que vi como un fantasma salía de su boca—¡Reacciona! ¡el premio es tener el libro en físico! —sus ojos se abrieron, maldito interesado y me estrecho entre sus brazos.

—¡Vamos hacer lo más gay de este mundo! —grito en mi oído, que casi, casi me quedaba sorda.

—¡Todos los pasivos querrán tener esos dominantes! —no entendía mucho del tema, pero según mi prima Halsey, los pasivos son los cuales meten su cosilla adentro ¿o es al revés? ¡ni idea! Él es maestro del arte gay, no yo.



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En el texto hay: amor, internet, escritores

Editado: 04.04.2018

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