El titán de Varsovia

LAS PIEZAS ENCAJAN EN SU LUGAR

Recordaré muy bien este día cuando decida jugar con nieve en el futuro. Hay un par de kilómetros entre las instalaciones del norte y yo, porque Barnabas me dejó muy lejos del lugar de la pelea. Debido a mi elección de calzado, me tropiezo y caigo en la nieve en tres ocasiones, pero es gracias a la protección que le brindan a mis pies que no siento que se congelan igual que mis manos cada vez que las apoyo en el suelo.

Antes de llegar a las instalaciones, Barnabas me da un vistazo de todo. Las imágenes que veo me obligan a correr más rápido, ignorando, a su vez, la velocidad de mi corazón. Barnabas tenía razón; ya voy muy tarde.

12 de Julio, año 2021.

5:00 am.

90 minutos antes.

El titán sonrió con satisfacción y levantó sobre su cabeza la cadena rota de sus grilletes. Al verlo, los cazadores endurecieron la expresión en sus rostros y dieron un paso atrás, porque su instinto de supervivencia así se los ordenó. El titán dejó caer sus grilletes y metió las manos en sus bolsillos, aproximándose a la puerta de su jaula.

 El cazador frente a la reja lo miró a los ojos, y el titán quiso aplaudir su valentía. El cazador no flaqueó ni un segundo. A pesar del terror que estaba sintiendo, permaneció inmóvil frente a la única cosa que los separaba. El titán se tomó su tiempo para caminar, y cuando estuvo a centímetros de la reja ejerció presión en ella con el pie.

Por supuesto, la puerta cedió.

—¿Y bien? —preguntó Andrzej—. ¿Quién quiere morir primero?

Tic, tac, tic, tac.

La líder se levantó del suelo sintiendo que todo le daba vueltas.

—¿Tienes muchas ganas de asesinarme? —preguntó Janine.

—Yo diría que tienes que empezar a correr.

—¡Espera, espera! —Janine agitó sus manos frente a ella—. ¿No deberías ver a King primero?

—¿Cómo sabes?... ¡Lisa!

Nala corrió fuera de la biblioteca con Janine pisándole los talones. Llegó al vestíbulo y, cuando se preparaba para subir las escaleras, un golpe estridente la detuvo en seco.

—¿Qué fue eso? —preguntó Janine, también paralizada.

—No… lo sé...

Nala achicó los ojos y caminó despacio hacia la puerta ubicada a un lado de la escalera lateral. La puerta al laberinto.

Su mano tocó el picaporte y, cuando estaba a punto de abrirla, otro golpe retumbó contra las paredes. Ya no tenía dudas, el sonido provenía del laberinto.

—Espérame aquí —ordenó Nala.

—Bajaré contigo.

—No —niega con determinación—. Quédate junto a la puerta y no te muevas de aquí hasta que te lo diga.

—Pero…

—¡No dejaré que llegue hasta ti, Janine! ¡Estarás a salvo!

—¡No es eso lo que me preocupa!

La líder ingresó en el lugar y cerró la puerta detrás de ella, impidiendo que la cazadora pudiera acompañarla. Corrió el angosto pasillo hasta toparse con el segundo obstáculo. Recorrió el laberinto, esquivando los espejos, y llegó al centro solo para ver la imagen más horrible de todas. Era incluso peor que en sus pesadillas.

—No…

La jaula del titán lucía muy diferente esta vez. Los cuerpos de sus cazadores la cubrían por fuera, colgados con los brazos abiertos, como si estuvieran crucificados. Pero en lugar de los clavos, lo que los mantenía de esa forma eran las cadenas.

—La hermosa Nala vino a visitarme —dijo Andrzej desde las sombras.

—¿Qué hiciste…? —le costaba articular las palabras viendo los cadáveres de sus cazadores.

—Bueno, para ser honesto…, me divertí mucho.

Nala se negaba a enfocar su mirada en la figura de Andrzej, porque si lo hacía no creía poder contener las lágrimas. Por otro lado, Andrzej no quería ser ignorado, y decidió llamar su atención a su manera. Algo muy parecido a un balón pasó muy rápido junto a la cabeza de Nala, o eso pensó. Si no hubiera estado en shock, habría visto que no era un balón precisamente.

—¿Tú también quieres jugar? —preguntó él con una sonrisa tétrica.

No importa cuánto intentara evitarlo, el pánico vendría igual.

Janine se debatía entre bajar al laberinto o correr a pedir ayuda. No era una opción abandonar su puesto y tampoco era una opción dejar morir a su líder si tenía la oportunidad de pelear a su lado. Mientras tanto, Lisa bajaba las escaleras en medio de un ataque de nervios.

—¡Pasó algo malo con King! —gritó ella—. Abrió los ojos pero no reacciona.

Janine la escuchó, pero era incapaz de despegar su mirada de la puerta.

—¿Qué te pasa?

—Lisa…, creo que el mundo se caerá a pedazos y nosotros tenemos la culpa.

—¿Qué?

Otro golpe proveniente del laberinto las hizo saltar del susto, y con eso Lisa entendió la razón por la que su compañera estaba tan pálida.



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En el texto hay: rey, brujas, dramas y magia

Editado: 27.11.2023

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