El Trono de Huesos

Sexto hechizo: Ljusblå

Luego de una mañana llena de poderosos hechizos, algunos con habilidades un tanto perturbadoras, la aprendiz, cansada, miró los últimos dos que le hacían falta, tomado uno de ellos por la joven para notar que se trataba de aquel que definitivamente estaba esperando.

— ¡Wow! Hay que hablar antes de ese par —Emitió el mago al mover su varita y desintegrar a las víctimas de los hechizos practicados por la adolescente.

— ¿Por qué? ¿Qué tienen de raro? Uno es para conectar con otro plano y el otro para saber todo sobre alguien a quien mencione o en quien piense. ¿Tan poderosos son? —Preguntó la joven, algo que dejó a su maestro con un rostro incrédulo.

— ¿En serio estás preguntándolo? —Emitió el hombre, tomado uno de los dos pergaminos, el cual estaba todavía en la valija, a la luz de la tarde—. Probemos primero con éste. Vamos a tratar de contactar una de las seis dimensiones existentes. Trata de canalizar tu psique en conectar con el Riitenhak. Piensa en un lugar luminoso y lleno de armonía al ejecutar el hechizo. ¿Recuerdas de lo que hablamos de ese sitio cuando estudiábamos?

— ¿Cómo olvidarlo? «Un lugar donde la luz acapara cada esquina. En donde la oscuridad no tiene cabida alguna» —Dolores se concentró tanto como pudo, soltó el pergamino del hechizo restante y se le dio el otro, el cual pudo ejecutar con mucha facilidad.

—Funcionó. ¿Qué escuchas? Concéntrate —pidió el hombre, cosa que hizo a la mujer cerrar los ojos y canalizar la fuerte energía que la estaba conectando con otro plano.

Alguien está jugando con cosas peligrosas, ¿cierto? —Escuchó una juguetona voz de momentos, una que parecía su maestro no oír.

— ¿Escuchaste algo? ¿En qué idioma era? —Cuestionaba el hombre preocupado, sin dejar hablar a la aprendiz que apenas trataba de hilar una palabra a lo impresionada que estaba.

Naerke es un mundo sin magia. ¿Acaso alguien que no debería estar ahí arribó al lugar? —Preguntaba la voz, curiosa.

— ¿Doly? ¿Qué escuchas? —Preguntaba Radimir preocupado, tomada Dolores de los hombros para que viera a su maestro a los ojos—. ¡Dime qué oyes!

Es una niña. Puedo verla. Está cerca de una fuente de magia poderosa. ¡Que interesante! —Mencionaba la voz emocionada y juguetona, misma que parecía escucharse cada vez más fuerte.

—Yo…

¡Ya hablas! ¡Di tu nombre! —Preguntó curiosa la voz, respondida por Dolores.

—Soy Dolores Leal. ¿Quién eres tú? —Respondió la chica, lo que alarmó al mago.

— ¡Te entiende! ¡Corta la conexión ahora mismo! —Pidió Radimir de inmediato, cosa que Dolores ignoró.

¡Ah, sí! Dolores. Te he visto muchas veces, Dolores —acertó a mencionar la confiada voz.

— ¿Dónde? ¿Quién eres?

— ¡No hables con él! ¡Basta, Dolores! ¡Corta la conexión! —Exigía Radimir al agitar a su alumna, la cual lo empujó lejos de ella y continuó hablando.

— ¿Dónde? ¿Dónde me has visto?

Todos los días, cada vez que lloras al odiarte —contestó la voz, cosa que dejó fría a la chica—. Sin falta, te ves a ti misma y te odias. Desprecias seguir con vida, las decisiones que tomaste y lo mal hija que fuiste, lo pésima amiga que eres y la terrible novia que alguna vez creíste ser. Eres patética, Dolores. No tienes respeto por tu vida o existencia. Me das lastima —Aseguraba la voz cada vez más cerca de la chica, hasta que sintió como le susurraba a la oreja—. Sólo eres una niña cobarde —oír eso tan cerca de ella provocó gritos de la joven. Ella se tapó los oídos con ambas palmas y Radimir le lanzó un desencantar con su varita, cosa que hizo a la chica ponerse de rodillas en el suelo, cuya respiración alterada le suprimía los pulmones en su pecho.

— ¡Dolores! —Gritó el mago y fue a cerciorarse que su aprendiz estuviera bien—. ¡Por la luz! ¿Estás bien? ¿Qué escuchaste? ¿Por qué no acataste mis ordenes? —Regañaba el hombre, sólo para ver cómo la muchacha lloraba con su mano tapando su boca, abrazada por el mayor—. Ya pasó, estoy aquí, pequeña. Debiste contactar otro plano por accidente —concluyó el mago, cosa que Dolores desmintió.

—Leí que había un plano detrás del espejo —confesó entre lágrimas—. Todos los días me veo en uno antes de empezar mi día y lloro enfrente de él. Yo… quería saber si alguien, de verdad, me estaba viendo.

— ¿Lo comprobaste?

—Sí —aseguró apenada, lo que generó un largo suspiro de Radimir, mismo que limpió las lágrimas del rostro de la joven y la invitó a ponerse de pie.

—Sólo nos queda un hechizo. Espero tengas ya en la mente a alguien de quien quieras saberlo todo —jugueteó un poco Radimir para tratar de hacer reír a su aprendiz y que olvidara la mala experiencia, después se alejó de la chica un par de pasos y vio cómo tomaba el último pergamino, mismo que pertenecía al hechizo llamado «conocimiento legendario», el cual le permitía saber la información popular que rodea a un entidad o lugar.

Dolores lanzó el hechizo, y cuando llegó la hora de decir un nombre, la adolescente no se le ocurrió mejor idea que gritar «Thana, la reina bruja de Thenejad».

Al escuchar esto, el rostro tranquilo de Radimir pasó a uno de terror, a la par que la luz alrededor del cielo se ennegreció y el viento se detuvo por unos momentos, únicamente escuchándose las olas del mar golpear agresivamente el acantilado.

El pergamino rápido se desintegró, mas no cómo los demás, éste pareció quemarse, y desde la fuente del hechizo, frente a Dolores, se manifestó una figura ignominiosa, grande y lánguida, con lo que parecía ser una túnica por encima de su esbelto cuerpo.

Al verla, Radimir se interpuso entre la aparición y su aprendiz, a la par que le apuntaba con su varita, cosa que hizo a la figura mirarlos con sus oscuras y huecas cuencas ocultares, aspirado un necrótico aire por aquella que pronto expulsó a todas direcciones desde la negrura dentro de su capucha; extendidas enormes alas de plumaje negro maltratado, zombificadas y extensas que cubrieron parte de la visión que poseían Radimir y Dolores.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.