––– ¡...! ¿En dónde estoy ahora?
Era un lugar boscoso, al parecer, no había señales de vida a e sección de los insectos. Me levante y fui a recorrer el lugar, a decir verdad mientras fui recorriéndolo me di cuenta de que los arboles también eran estanterías que albergaban libros que no mire. Seguí caminando y me encontré con pantallas apagadas incrustadas en los árboles, escritos, papeles y cosas.
––– ¿que será esto?
Este lugar parecía una biblioteca natural, como no podía ver algo en las pantallas, agarre uno de los libros que había en los estantes. Al abrirlo en las primeras páginas decían una fecha en específica. Y en él se encontraban fotos antiguas, de mí de cuando era pequeño, con mi madre y mi padre esos días que jamás volverá. Seguidamente regrese el álbum a su estante. Luego de unos instantes viendo se encendieron de la nada las pantallas y en ellas se mostraban mis recuerdos. Más felices, tristes, oscuros y espantosos de mi corta vida, en cada pantalla, estaba uno de ellos. Todo el bosque se encendió de un momento a otro y me recordaban cosas sin sentido, se podría decir que este es el bosque de los recuerdos o algo así. Las pantallas me mostraban escenas del pasado como, mi graduación, mis primeros años, la fiesta de pepe, las navidades en los ángeles, y el día que lo conocí.
Era una tarde como cualquiera, el sol estaba al suroeste, y yo le sostenía la mano a mi madre hasta que.
––– hola julia ¿cómo estás?
––– ¡hola! Mami... hace tiempo que no te veía.
Mientras mi madre hablaba con una señora me encontré frente a frente con él, que en cuanto me vio me sonrió y yo recíprocamente también lo hice, ese fue el inicio de una gran amistad.
––– máma ¡mama! puedo jugar con ese niño.
––– ¿conmigo...?
––– ¡sí!
––– ah... julia tienes algo que hacer esta tarde.
––– mmm... no. puedes venir si quieres.
––– lo pasare buscando a las 5 bien.
––– ¡sí!
El niño era el hijo de una amiga de mi madre y ese día fue a mi casa a jugar, pero eso no fue todo siguió viniendo, hasta yo iba a su casa, en todo ese tiempo nos hicimos muy buenos amigos, no nos ocultábamos nada y siempre fue así.
La pantalla cambio de imagen a una de un perro triste.
Esas imágenes llegaron a mi corazón y se volvieron redundantes de tristeza, como el atardecer a la noche oscura. Quisiera que todo fuera más fácil, que todo hubiera sido diferente.
Que no hubiese pasado. Lo que paso.
Una pantalla se apagó y apareció escrito en ella "En donde nadie me encuentre" eso me sonaba de algún lugar familiar podría decir. Pero no me acordaba de que. O sí.
Recuero claramente las notas que dejábamos para encontrarnos y hacer travesuras, o mejor dicho ser diablillos, la última vez que la escribí fue la vez que estuvimos en la casa de la señora valentina o como se le conocía "la vieja de los gatos" esa fue la obra maestra y el final de nuestras infancia.
Ese día nos habíamos quedado a dormir en mi casa los dos teníamos todo planeado, nos íbamos a pasar por dormidos y cuando todo estuviera calmado, nos escabulliríamos y saldríamos, después nos íbamos a dirigir a la casa de la vieja de los gatos, en donde haríamos la casa estuviera cubierta de pescado y no literalmente.
Esa noche cubrimos casi toda la casa de un líquido pegajoso, como era que se llamaba engrudo o algo así, creo. Pero tenía un olor muy peculiar, como describirlo, era como si mesclaras huevos podridos, mierda de caballo y saliva de camello o algo así, lo que si recuerdo es que sin querer rompimos una ventana y la vieja de los gatos salió con un vastos, nos alarmamos y salimos corriendo pero como en toda historia no nos salimos con la nuestra, ya que me enrede con un alambre de su jardín y quede atrapado.
––– ¡ven que paso!
––– ¡mi pierna quedo atrapada!
––– ¡malditos ladrones! ––– Grito la vieja con el bastón alzado.
––– ¡ah... ah... que hago, que hago!
––– ¡vete y dejame!
––– ¡no, no te dejare!
––– ¡estoy armada y no tengo miedo de usarlo! ––– dijo la vieja y se refería al bastón.
––– Vete... ––– le susurre.
––– no me iré sin ti... mmm... Tengo una idea.
Lanzo una piedra al otro lado del jardín y la viaja fue a revisar que era, y así pude salir de ese lugar. Los dos estábamos asustados y desde ese momento juramos que no volveríamos a dejar esas notas.
La pantalla nuevamente se apagó y no volvió a encenderse al igual que las otras pantallas. Todo quedo nuevamente en total silencio, me recosté un momento junto a un árbol y me quede allí, pensando talvez llorando, pero esos recuerdos me hacían mucho mal.