No esperaba encontrarme a una multitud de gente en la entrada. Menos que menos ver a Addalia, Gerlson y Gebra esperándonos con pintas de que se iban de viaje ¿Qué hacían? Están locos si piensan que irán con nosotros.
Mire a Saurs por inercia, su ceño se fruncía cada vez más a medida que nos acercábamos, cosa que Gebra notó. Lo conocía, mucho y se notaba.
Las personas a nuestro alrededor hablaban mientras nos miraban acercarnos a la entrada, donde estaban los demás. Gebra se acercó a Saurs rápidamente, creo que quiere hablar antes de que el explote.
Por mi parte me acerque a mis amigos que me miraban con una gran sonrisa. Pero no pude devolvérselas, no con el pensamiento que me estaba preocupando desde que los vi.
— ¿Qué están haciendo?—. Gerlson miro a Addalia cediendo la palabra. Asique la mire a ella directamente.
— Estamos listos para ayudarte, nos hemos estado preparando para esto. Eres nuestra amiga y por nada del mundo permitiremos que algo te suceda.
No sabía si golpearlos o abrazarlos. La idea del entrenamiento era para que se defiendan, no para que me defiendan a mí. Negué varias veces con la cabeza. El plan no me gustaba para nada. Tenía suficiente con que Saurs viniera conmigo, no lo hare si tengo tres personas más ¿Qué sigue? ¿Adaonn enviara un ejército? Sí, claro, Eileen, como si a ese hombre le interesara lo que pasara conmigo.
— No, definitivamente, no—. Si de algo estaba segura es de que ellos no volvería a poner un pie fuera del castillo hasta que todo pasara.
— Yo concuerdo con Eileen— dijo Saurs acercándose a nosotros—. Nadie saldrá del reino más que nosotros. Además del peligro, también porque necesitamos que defiendan el castillo en caso de cualquier ataque.
Vi los hombros de mis amigos caer en clara desilusión. Lo lamente por ellos, pero no estoy dispuesta a arriesgarlos. Gebra también se nos unió y me dio un fuerte abrazo, luego le dio uno a Saurs.
— Prométanme que volverán sanos y salvos—. Le dedique una amplia sonrisa.
— No puedo prometer eso, pero prometo que ella si lo hará—. Sentí cada fibra de mi cuerpo tensarse, recordando el temor que tuve antes de empezar.
— ¡Ya deja de decir esas cosas! ¡O te encadeno aquí a vos también!—. una sonrisa se dibujó en su rostro.
— Vamos...
Cargue mi bolso con cosas que podría llegar a necesitar, sobre Zed, que esperaba obedientemente en la puerta de entrada al reino. Saurs iría volando por su cuenta, lo cual me recordaba que yo ni siquiera podía mover una pluma. Vamos, Eileen, no pienses cosas malas. Todo va a salir bien. Cargue el bolso de Saurs también y monte sobre mi peludo amigo.
La gente nos aplaudía mientras cruzábamos el sendero de salida de nuestra zona de seguridad. Saurs caminaba al lado de Zed. De vez en cuando le miraba de reojo. Todavía no se fía de mi amigo.
— ¿Tienes un plan?— murmure, porque para mí desgracia no tenía idea de hacia dónde ir.
— Los veremos mejor por la altura. Eileen, no te enfrentes a ellos hasta que no sepamos qué clase de Daemonium es. Y por favor, si ves a Diamen, dímelo enseguida—. Intente evitar la mueca que se formó en mi rostro, pero no lo logre.
— Sabes que aunque lo sepas él se saldrá con la suya—. Sé que saber eso le duele, pero no podemos ocultar nada ahora, tenemos que ser sinceros, un equipo, sino esto será un fracaso.
— Ya no, ya no puede controlarme—. No entendí nada de lo que podría llegar a significar eso—. Me han desvinculado de los ángeles—. Un momento ¿Qué?¿Qué significa eso exactamente?
— Ya no soy un ángel negro—. Pero si sus alas son negras— ya no estoy bajo las órdenes de Diamen, sino de Miguel. Ahora que he dejado las alas negras...
— Pero Saurs...
— Si, mis alas son negras, las dejaron así para no llamar la atención. No quieren que sepan de lo implicado que esta la organización de allí arriba en todo esto—. Eso es porque si sale mal, pretenden lavarse las manos.
Un momento ¿desde cuándo estoy tan negativa con ellos? ¿Desde cuando deje de considerarlos los buenos para ponerlos en duda? Creo que desde el preciso momento que me condenaron a esta corta vida totalmente deplorable. Sin hablar de lo que pretendían que hiciera aquí.
— No deberías haber hecho eso...
— ¿Pretendes que siga bajo las ordenes de ese monstruo?—. Ya no se ni lo que pretendo.
— A estas alturas, ya no se ni qué lado es bueno ni es malo.
— Eso es porque te enamoraste de él, —. Eso dolió— pero ambos sabemos que el que está mal aquí es el.
— Eso es porque no sabes la historia completa...
— ¿Qué historia?—. me quede sin argumentos, puesto que ni yo la sé. Pero sé que la hay.
— No la sé a ciencia cierta. Pero no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que aquí solo somos fichas de un juego en el que nunca ganaremos...
— ¿De qué hablas?
— Saurs, piénsalo, nos envían a protegerlos a ellos, pero a nosotros nadie nos protege. Estamos en constante peligro sin resguardo de nada.