Había pasado una semana desde que Neil llegó a la casa de su abuelo. Se trataba de un año sabático que le permitieron tomar sus padres antes de elegir que rumbo tomaría su vida. Este recién comenzaba y tenía como primer destino una isla que hacia años el había conocido cuando apenas tenia 5.
No era tal cual lo recordaba pero aún así le resultó cautivante: los árboles, las aves inquietas, la playa, el movimiento en el mercado y el aire puro con ese olor característico del mar, todo estaba tan lleno de vida...Como quisiera vivir allí, aunque ya tenía en mente que estaría solo 2 meses antes de viajar y buscar experiencias que lo preparen. Despues de todo solo tenia 18.
El sol iluminaba con su creciente calor el pelo castaño que daba reflejos dorados. Y a pesar de su estatura y color de piel se sentía como un isleño más, en contacto con la naturaleza. A Neil le traian recuerdos de su niñez remota, ese lugar seguía siendo la misma utopía de entonces, segun él. Si bien era algo distinta creía justo llamarlo de esa forma.
-¿Estas con nosotros chico?- un llamado desde afuera de su mente lo trajo de nuevo a la realidad. Frente a él estaba una amiga crecana de su abuelo entregándole el pedido que hizo en su verduleria.
Habia vuelto a soñar despierto.
-Perdón, ¿en que estaba?- dijo volviendo en sí
-Que si querías algo más - respondió amablemente la señora que atendía el puesto de frutas mientras le extendia su bolsa adivinando que ya pidio lo que necesitaba - eres tan distraído como tu abuelo cuando era joven
-Supongo que sí - respondió Neil con una sonrisa, tenia la agradable sensación de que en ese pequeño poblado todos eran como vecinos.
-Hablando de tu abuelo, ¿cómo está?
-Bien, ahora debe estar en la herrería - ese hombre de verdad ama su trabajo
-Ah ya veo. Bueno dale esto de mi parte, se lo merece por trabajar tan duro - dijo mientras le dió un par de kiwis
-Muchas gracias, se lo daré
-Al contrario, no hay de que - dijo sonriente mientras se despedía
Esa agradable sensación de estar en el lugar correcto volvía. Sí, definitivamente tomó una buena decisión en pasar los primeros meses del sabático con su abuelo.
Había mucho movimiento en la plaza principal que marcaba el centro del mercado. Su apariencia contrastaba incluso con la de los otros extranjeros, la mayoría había formado su familia allí. La gente que se acumulaba provocaba un murmullo un tanto más familiar y menos exótico. Pero aún así no podía evitar perderse en aquel paraíso insular mientras se veía como se colocaba una plataforma en el centro de la plaza.
-James ¿Para qué es la plataforma? - preguntó a uno de los asistentes que había conocido recientemente
-Es para una subasta - respondió un joven curpulento a la par que ataba la última soga - algunas cosas son de un hombre que vino a realizar una investigación. Desapareció hace un mes y sus pertenencias fueron encontradas, al parecer uso un nombre falso para entrar, no hay heredero aparente ni contactos de su familia, así que decidieron subastarlas.
-¿No vino con nadie? - tal vez así lo identifiquen
-Vino sólo. Es una pena que casi todo se vaya a vender, el cómo llegó sería una gran historia. Pero no hay nada que se pueda hacer, revisa si quieres - terminó diciendo con confianza
Entre los objetos habían algunas provisiones, una carpa, ropa, y varios aparatos.
-¿En cuanto tiempo va a comenzar la subasta? - dijo mientras tomaba un libro
-Si es por el libro te lo puedes quedar, no tiene gracia vender algo que no se puede leer.
-Bueno, gracias - dijo entusiasmado. Era bueno tener algo para leer o descifrar - tengo que dejar las compras, nos vemos después - recibió una sonrisa en respuesta y luego James se volvió a ocupar en su tarea.
Su abuelo iba a estar hasta las 5 trabajando, no había urgencia por llevar las compras. La intriga de saber que había en ese libro era lo que lo impacientaba cada vez más. Su padre le había enseñado varios idiomas y el libro parecía estar escrito en uno de ellos.
Una vez habia llegado a la casa y dejado las compras salió para el bosque tropical que se encontraba detrás. Luego de caminar por unos minutos decidió sentarse al pie de un árbol y disfrutar de una lectura o un ejercicio de traducción que como mínimo sería entretenido.
El libro no tenía título en la tapa y también estaba vacío en la contratapa destacando el forrado marrón con estilo antiguo. Eligió abrirlo por la mitad y ver qué lo hacia ilegible. Para su suerte estaba en lo cierto, entendía a la perfección el idioma. Fue el primero que aprendió su padre, que siempre se habia fascinado por las grandes ciudades del oeste, y su insistente persistencia en que siga sus pasos como traductor eran de agradecer en momentos como este. Esos intentos resultaron inútiles a la hora de influir en la decisión de su hijo que prefería diseñar artefactos a explicar que era lo que un extranjero decía.
La letra era meticulosamente prolija al inicio y como observó a la mitad se tornaba cada vez mas descuidada. Con el tedioso esfuerzo de quien perdió la práctica comenzó a leer. Se trataba de un libro de notas encabezado por las iniciales E.C. quien por lo visto fue un prodigioso científico que estuvo detrás de grandes avances en la física. A riesgo de cambiar su vocación Neil siguió la lectura.
En él se encontraba resumido el desarrollo de proyectos de investigación explicados de forma simple al punto de darle una connotación condescendiente. Demasiado fácil de entender a su parecer.
En un punto sus proyectos decayeron por la idea de que un déficit de energía iba a ser inminente. Desde allí su obsesión con la energía surgió con complejas anotaciones de las formas de energía y una dura autocrítica de sus fallas. Hasta que afirma en un punto haber diseñado una máquina capaz de rastrear la energía en todas sus formas a escala mundial, algo muy disparatado para los gobiernos que le retiraron su financiación segun narraba. Claramente planteaba una locura.
#24326 en Otros
#3230 en Aventura
#3672 en Ciencia ficción
viajes interdimensionales, batallas y enfrentamientos, poderes universales
Editado: 20.04.2020