—¿Después de la sesión él estuvo aquí? —interrumpo.
—Si, siempre viene. Estuvimos hablando, dice que confundió unos documentos míos con los de él. En realidad, no recuerdo haber dejado mis notas en su cuarto o en ningún otro lado.
—A menos, que él los hubiera tomado —respondo molesta.
—No. Sissi. El no pudo.
—¿Como estas tan seguro?
Frank me observa con pena.
—De hecho, me despidió por no hablar sobre ti.
—¿Sobre mí? Espera, no entiendo. ¿Has hablado de mi con Hank sobre nuestras sesiones?
—No, Sissi, no. Jamás rompería esa clausura.
—¿Y qué quiere él?
—Desde lo ocurrido en España, no para de preguntar por ti. Quiere saber qué pasa por tu cabeza, le digo que todo está bien, que eres una joven fuerte y determinada, pero el solo pregunta sobre —baja la voz— tus visiones.
—Solo quiere estar seguro de no lidiar con un problema como lo fue mami.
—Tu padre, Sissi. Es un hombre que aún tiene poder.
Hank sabe que tiene el poder, que nunca lo ha perdido y puede mandar sobre otras personas. Tiene la costumbre de hacer un acto cruel antes de despedirse de cualquier persona, incluso a mi madre, o tal vez a Frank.
—Frank, contesta con la verdad ¿mi padre te ha amenazado?
—No me hagas esa pregunta.
Frank baja la mirada buscando con que continuar, y luego me mira, como si estuviera suplicando. Él no quería que siguiera presionándolo. Imagino su miedo a esta edad, tan vulnerable.
—¿Es oficial? —dije con la mirada perdida en el paisaje que ofrece la ventana.
—Completamente —se acomoda en el sillón pegado a la ventana y pone sus manos en el rostro, demostrando lo cansado que está— sé que no debería estar de acuerdo con tu padre, pero tampoco me da la opción de llevarle la contraria. No siempre estarás a su lado y tienes que moverte rápido.
—¿Qué ha dicho Beatrice?
—Que me vaya inmediatamente. Ella no puede hacer nada.
—Te pagaré esta noche si ellos no lo hacen. Necesito que estés aquí.
—Sissi...
—Necesito que Dimitri y tu estén aquí. Tenemos una reservación a las 8:00 pm, y deben ir.
Suspira y se queda callado.
—Puedes lograr grandes cosas sola. Deja de contar conmigo. Ya me fui —su voz se va apagando mientras se va despidiendo.
Sus palabras fueron un puñal a mi corazón. Necesito que alguien esté aquí, que me espere, que me escuche, que me hable.
—Mi vuelo sale en unas horas.
—No —pienso que hacer.
—Ha sido un placer servirle a la Srta. Irazoky por tantos tiempo.
—No, Frank, no. Por favor, Frank.
—No lo hagas. ¿No ves que ya estoy viejo? Dimitri y yo, estamos viejos y queremos descansar.
Llevo mis manos a mi cuello, aguantando las ganas de llorar. Tantos años compartiendo mis inquietudes, mis alegrías y logros a él y a Dimitri. Frank ha sido un buen hombre, era como una parte del padre que quise tener.
La esencia de la soledad abraza mi conciencia, he quedado a la deriva por primera vez. Mi padre ingresa al cuarto y con tono serio le ha pedido a Frank que se marche y a mí que baje a conversar; el joven Praagh deseaba verme.
Con unos lentos pasos se dirige a la puerta de mi habitación. Corro hacia Frank ignorando el mandato de mi padre. Cruzo mi brazo con Frank para que se sostenga. No era necesario hablar, siempre expresé mi cariño hacia él.
—Sabes, esto no será tan malo —dice—. Estaré cerca de mi otra hija, no te pongas celosa, no puedo dividir mi corazón —acompaña su sonrisa con unas palmadas a mi mano.
—Bien —un corto silencio se mantuvo entre nosotros ¿Cómo despedirse de la persona que te ha amado y ha hecho más de lo que ha hecho tu padre?— Solo escríbeme —logro decir.
—Yo, no quise abandonarte. No con Hank a tu lado, Sissi.
No tomo importancia al asunto. Bastante anonadada me encontraba.
—Hora de irnos —dice el chofer.