El Ultimo Deseo De La Ex

CAPITULO 3

Detuvo su carro frente a la casa donde estaba su prometida haciendo sus arreglos de belleza para la boda.

Se bajó del carro con algo de miedo aún, pero decidido a decirle la verdad.

Entró, y ahí estaba ella arreglándose su cabello. Todas, al verle, la intentaron cubrir para que no la viera, pero él solo siguió caminando y le dijo:

— Necesito hablar contigo.

Todas notaron su seriedad, así que ella les hizo seña para que salieran y la dejaran sola con él.

— ¿Qué ocurre? — le preguntó ella sin moverse del miedo que sentía.

—Es algo que pasó, y quiero decírtelo antes que te enteres por otras bocas.

—Me estas asustando León — le advirtió.

— Yo aún no asimilo esto, pero debo decírtelo porque te amo y es mi deber tenerte al tanto de ello.

—Habla león, que me estás asustando — Le dijo volteando a verse en el espejo mientras aún seguía sentada frente a él.

—Hoy me llamó Samara — escupió aquellas palabras sin pensarlo más.

Al escuchar ese nombre, ella se giró hacia a él, y le preguntó:

— ¿qué pasó?

Le contó todo lo que estaba pasando, pero ella aún no podía creer que fuera cierto, tenía muchas dudas sobre la situación, la niña, el pronto fallecer de Samara.

— ¿Qué piensas hacer? —Le pregunta ella dejando caer una lágrima por sus mejillas.

Al ver eso, el se arrodilló frente a ella, y tomándole sus manos, le dijo:

— Te juro que haré lo que tú me digas. Pero como te conozco, y sé que eres muy noble, te pido por favor me dejes hacer un último viaje con ella, que mi hija la vea feliz, y te juro que volveré luego y nos casaremos a lo grande. Te lo prometo.

Ella no podía contener sus lagrimas al escucharlo decir todas esas cosas, y besando su mano, le dijo:

— Ve León. Por favor hazla feliz hasta que deje de respirar. Dile que es la mejor. Prometo esperarte.

La besó, se dieron un abrazo grande, y ella agregó para finalizar:

— No te preocupes por la boda, yo ahorita llamo para posponerlo hasta que tú vuelvas.

Le agradeció y salió de ese lugar.

En cuanto salió del cuarto, ella se fue en llanto, sentía en su corazón que él no regresaría, que lo había perdido para siempre.

Sentía su corazón partirse en millones de pedazos.

***

Unos minutos después, tocaban a la puerta de la casa de Samara.

La niña abrió, y era León, con una maleta en su mano, y le dijo:

— Dile a tu madre que prepare su maleta, porque nos vamos a Mérida. Donde la conocí.




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