El Ultimo Deseo De La Ex

CAPITULO 5 . El Pueblo

— ¿A qué se debe tu pregunta? — Preguntó algo desconcertado.

— Solo... quisiera saber tu respuesta... tú, que siempre sabes qué responder.

Sin quitar su mirada del camino, león suspiró, pero no estaba dispuesto a responder esa pregunta en ese instante, y solo le dijo:

— Ya falta poco, en cuestión de media hora ya estaremos llegando al lugar donde nos vamos a quedar a dormir estos días.

Ella se dio cuenta que había evadido la pregunta, por lo que solo se acomodó bien, y le comentó cerrando sus ojos para dormir:

—Lo sé. Estuve aquí ya.

Y era cierto, en cuestión de momento el sol ya estaba saliendo, y estaban entrando a una propiedad cerca del pueblo.

—¿llegamos mamá? — preguntó la niña mirando por la ventana sonriendo.

— Si mi amor, ya llegamos — respondió Samara.

Se estacionó justo detrás de la casa, y al bajarse, a su encuentro salió una anciana sonriente, que, al verlos llegar, no podía creer lo que veía y sus ojos se inundaron de lágrimas mientras iba a darles la bienvenida con los brazos abiertos.

— ¡Por amor a Dios!

Les llenó de besos a los tres, y les dijo:

— Sabía que los vería llegar de regreso antes de morir, pequeños niños rebeldes.

Miró detenidamente a Samara, y le dijo con la mano en sus mejillas:

— Aunque hayan esperado hasta el último momento para hacerlo... no es tarde.

Se inclinó para decirle a la niña:

— Eres una niña más fuerte de lo que crees, y tu madre también lo era a tu edad.

—Abuela, vinimos a quedarnos unos días — Dijo León mientras caminaban hacia la casa.

— Me alegra saberlo hijos, me alegra mucho eso.

Caminaron hasta el interior de la casa con las maletas.

***

 

Rato más tarde, estaban tomando café los tres bajo el tejado de la casa, con la brisa fresca tocando sus rostros, con el olor a café, y la adorable anciana les dijo:

— Recuerdo cuando eran jovencitos y estaban aquí conmigo en este mismo lugar, tomando café mientras me contaban como se habían conocido. Y me alegra mucho verlo como una familia, con una niña tan linda.

Pero una pregunta fue la que los hizo incomodar:

— ¿Cuánto llevan casados?

—Nunca nos casamos abuela — Respondió León.

— ¿Están viviendo juntos sin haberse cas...?

—Abuela no — Le interrumpió ella — León fue a estudiar y pues no nos veíamos en mucho tiempo, y lo mejor era que termináramos lo que teníamos en ese enton...

Tosió fuerte y al descubrirse su boca con el pañuelo, había un coágulo de sangre, pero no dejó que ninguno lo viera y solo se levantó y tomando su tanque de oxígeno, dijo:

— Iré a jugar un momento con Ariel en el jardín.

En cuanto León quedo solo con la abuela, ella le preguntó:

— ¿cuánto tiempo tiene así?

—La edad de la niña, abuela — respondió rosando la palma de su mano derecha con algo de tristeza —. Vinimos porque en cualquier momento morirá, y su último deseo era que estuviera con ella hasta que eso pasará y, eso puede ser en cualquier momento Abuela.

Ella le dio un abrazo mientras le decía:

— Tú eres un buen hombre, León, siempre lo has sido. Y el que hagas esto, habla muy bien de ti, querido hijo.

— ¡León, León! — llegó gritando la niña — Mamá se desmayó.

Fueron enseguida, estaba en el suelo boca abajo, con algo de sangre en su boca.

La levantaron y la llevaron a una cama donde descansaría, porque León sabía que ella no quería ir a un hospital, aunque la abuela le suplicaba que la llevaran, pero no lo hacia porque eso no quería Samara.

En cuestión de media hora ella despertó, y ahí junto a la cama estaban ellos dos, Ariel y león, esperando a que ella despertara, y en cuanto le vieron abrir los ojos enseguida se alegraron.

—Mamita estás bien— Le abrazó.

— Hoy te mostraremos uno de los lugares muy especiales, Ariel— Dijo con su voz entrecortada por la falta de aire.

A lo que León no refutó en lo absoluto, pues sabía que ya no quedaba mucho tiempo de vida para ella.

Salió del cuarto y se encontró de frente con la abuela, la cual le preguntó:

— ¿A dónde irán?

—A la feria de aquí del pueblo y a otros lados — Respondió casi con la voz entrecortada por la tristeza.

—Hazla feliz, porque en cualquier momento se irá, león.

— Lo sé abuela, y no sé porque me siento así, si después de todo duramos 5 años que no nos veíamos.

— ¿Quieres hablar conmigo acerca de eso?

—Por favor, necesito hablarlo, abuela— Aceptó con la mirada en el suelo.

Salieron de la casa, y fueron a sentarse en unos bancos bajo un árbol grande detrás de la casa, donde al sentarse, león comenzó diciendo:

— Todo estaba bien, abuela, muy bien. Ella me hacía feliz, estábamos bien, cuando la conocí, yo era el chico más feliz.

 

6 AÑOS ANTES...

 

Sentados frente al mar estaban Samara y león, mientras hablaban viendo al horizonte.

—Mañana iremos a la feria de nuevo, ¿va? —Preguntó león.

— Sabes que no me dejan ir, león—Respondió algo triste ella.

—Samara, mi amor, nunca te dejan Salir, hoy nos estamos viendo a escondidas aquí, y nos conocimos así.

—Pero eran otro tiempo León, ahora es diferente.

— ¿Hay algo de lo que quieras hablar conmigo?

Le preguntó algo preocupado, tomándole la mano.

—No, mi amor. Solo que mis padres dijeron que nos iremos a otro lado... dicen que yo estoy en cosas raras.

— ¿Cómo que te vas? ¿cuándo ibas a decírmelo, Samara?

—Ahora, porque nos vamos en unos días, y sé que en cualquier momento será y no me podré despedir de ti.

— ¿A dónde te irás?

—Al Zulia.

—Mi madre vive allá-Respondió lleno de alegría —.  Igual puedo irme para allá y vernos.

Ella sonrió.

No podía creer que fuera cierto, le besó tan fuerte, que pudo sentir cómo no hacían falta palabras para hacerle entender que eso era demasiado bueno para ser cierto, y que realmente le agradecía por amarla.




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