Lía veía televisión alejada de lo que cada día avanzaba a pasos agigantados, ahora los disturbios se habían expandidos a: Canadá, Austrália, España y Francia. El patrón era el mismo así que comenzábamos a pensar que no sólo nuestra ciudad era objeto de contagió, por ahora—Quizás para desgracia de todos—ningún gobierno había asociado los acontecimientos de las otras ciudades cómo uno mismo, sólo quedaba esperar o morir, probablemente. Sabía que los países infectados seguirían sumándose si alguien no hacía nada pero siendo honesta ¿Quién haría algo? Si asociar los acontecimientos con los otros países pondría en el ojo del huracán a los presidentes jamás pasaría, ellos serían los primeros en culpar por el vírus. No podían exponerse, los haría vulnerables y accesibles.
Todo nos estaba explotando en la cara, las calles comenzaban a llenarse de cadáveres con sed de sangre y los sobrevivientes cada vez más disminuían. Nadie ataba cabos, nadie nos informaba sobre la situación sólo éramos nosotros intentando lidiar con la mierda que alguien más había hecho.
Me sentía atrapada en una película de horror de bajo presupuesto, esas que aunque tienen buena trama son una mierda en efectos y los actores actúan pésimo. Yo podría ser la dulce protagonista que sobrevive o tal vez la hija de puta que muere al principio, sea cuál fuera mi papel, el final era el mismo, o me volvía loca o me asesinaban.
Hice una mueca al sentir el ardor en mí brazo por el algodón lleno de alcohol, repetí mí acción de nuevo y mordí mí labio. Por más que intentará darme ánimos y hacerne creer que todo iba bien y que saldríamos del infierno que se había desatado sabía que me mentía, era cómo si todo el mundo hubiese puesto pause y entonces lo único que nos quedaba era esperar un milagro pero ¿De quién?
Según los expedientes médicos el virus tardaba al menos unos cinco días en asentarse en el huésped, estaba siendo optimista por que era todo lo que me quedaba y aunque no hubiera una vacuna que pudiera pelear contra el virus y matarlo, al menos teníamos vacunas que poseían otros virus y éstos al menos lograban retrasar la expansión del virus desconocido.
—Así que te mordieron ¿Eh?—Su voz me hizo dar un pequeño salto en mí lugar, él estaba parado en el umbral de la puerta con las manos en los bolsillos. Su cabello negro caí en su cara cubriendo un poco sus ojos, con un movimiento de cabeza los hizo a un lado—¿Cómo es que no te han volado la cabeza?
—Por que sigo teniendo humanidad ¿Ok? Emma cree...
—Me importa una mierda lo que ella crea—Me apuntó con su arma en la frente, el pánico me invadió y comencé a temblar. Él poseía esa aura demandante y autoritaria mientras me apuntaba, sin titubeos, sin dudar
—Eres militar—Musite, él quito el seguro del arma. Cerré los ojos, no me estaba equivocando, los militares eran imbéciles por naturaleza, creyéndose reyes de todo por tener un puto uniforme y paseándose con aquella actitud dominante.
—¿Últimas palabras, preciosa?
—Vete al demonio—Y el muy hijo de puta accionó el arma, mi pulso se disparó y creí que las puertas del cielo se abrirían para mi. El arma no estaba cargada y el imbécil se burlaba de mi.
—Parece que estaba desarmada—Se burló, le mostre mi dedo medio mientras tomaba más algodón y lo llenaba de alcohol.
—Hijo de puta—Masculle, sonrió antes de caminar hasta mi y acorralarme entre su cuerpo y la mesa.
—¿Quieres que te enseñé lo que sabe hacer éste hijo de puta?—Aunque poseía toda esa aura arrogante que me sacaba de quicio, tenerlo cerca no era tan desagradable, empezando con esos bonitos ojos azul eléctrico, podías perderte en ellos cómo un náufrago en el mar, luego las pecas casi invisibles en su nariz y mejillas, y esos labios pequeños y carnosos a la vez. Era bastante atractivo y si no fuera un idiota tal vez hubiese salido con él.
—No suelo acostarme con idiotas—Brame, asintió con una sonrisa antes de inclinarse y rozar mi cuello con su nariz. Mi cuerpo reaccionó a su acción enviado una descaga hasta mi vientre bajo, mordí mi labio.
No pienses en lo sexy que es.
No pienses en lo sexy que es.
—Pero si los idiotas somos buenos en la cama—Su voz ronca era atrapante y agregandole a ello que aplicaba un toque seductor pues me tenía hecha agua, sus manos tomaron mis caderas y la sostuvieron con firmeza. Sus labios crearon un camino por todo mi cuello hasta detenerse en mi oído, chupo el lóbulo y dijo—No dudes que pondré una bala en tú cabeza si el virus comienza a hacer efecto
Se alejó y salió de la cocina, llevé mis manos a mis mejillas que estaban calientes y suspire.
Maldito imbécil hijo de puta.
°°°
—Miren lo que encontré—Apareció por el pasillo con una sonrisa y una botella de Ron, la agitó en el aire mientras daba saltitos.
—Tú no puedes beber—Le recordé, ella chasqueo la lengua y tomó asiento en el sofá. Con una sonrisita abrió la botella y le dio un sorbo, le tendió la botella a Leo.
—¿Quieres un trago para olvidar el infierno que hay allá afuera?
Él tomó la botella y le dio un gran sorbo a la botella para después tendérmela, titubeante la tomé y tras pensármelo por unos segundos bebí de la botella. Emma me victoreo—Es una mierda todo esto que está pasando, de haber sabido que el puto mundo se iba a acabar hubiera tenido sexo en público—Confesó luego del quinto sorbo a la cerveza, Emma era intolerante al alcohol y cada vez que le daba por beber terminaba haciendo toples o confesando algo bochornoso.
—Creo que es suficiente alcohol para ti—Le quite la botella de las manos y ella se quejó, rodee su cintura y la arrastre hasta su cuarto. La acomode en la cama y bese su frente.
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Editado: 21.06.2022