Los ojos de bambi de Nathan daban cortas miradas a los míos mientras vendaba mi antebrazo, sé que quería preguntarme que había pasado pero no quería hablar con nadie. Sólo quería meterme a la cama y despertar de está jodida pesadilla en la que me encontraba, n-no lo s-soportaba m-más.
—¿No vas a decirme cómo te lastimaste, Eva?—Su tono era de genuina preocupación, dirigí mis ojos a los suyos y le regale una sonrisa triste. Sus mejillas se tornaron rojas así que hizo su rostro aún lado para ocultarlas, alce mí mano y acaricie su mejilla.
Nathan también era un niño, tenía la edad de Madeline y Blake, era demasiado dulce y me aterraba que el mundo en que vivíamos lo cambiará, me rehusaba a creer que alguien cómo él manchase sus manos con sangre.
Mis pensamientos se dirigieron a John, ¿Él también tuvo que matar para sobrevivir? ¿Mi pequeño hermano tuvo que manchar sus manos con sangre para pasar la noche? El mundo estaba acabando con lo bueno, no lo culpaba,¿Porqué debía hacerlo? Nosotros, el ser humano, mató la vida que habitaba, era su deber devolver el golpe.
—¿Cómo era tú vida antes de esto, Nathan?—Musite acariciando su mejilla, necesitaba creer que aún había bondad en el mundo, que no todo estaba perdido...necesitaba tener esperanza.
—Y-yo iba c-con mamá y Nat a la casa de campo, a mamá le gustaban los caballos—Una pequeña sonrisa triste cruzó sus labios rosados—Papá murió de cáncer en el dos mil quince así que era el hombre de la casa, y-yo d-debí p-protegerlas, Eva—Su voz se quebró, lo que provocó que mí corazón se encogiera en mi pecho—P-pero e-estaba a-asustado y-y...m-me e-escondí...
—Hey, hey—Lo llamé acunando su rostro, mi corazón se quebró cuándo vi las lágrimas caer por sus mejillas. Sacudí mi cabeza alejando los pensamientos dirigidos a mí hermano pequeño—Nada fue tú culpa, dulzura. No había nada que podías hacer...estar vivo, estar aquí es la manera de agradecerles su sacrificio
—N-no quiero estar vivo si ellas no lo están, Eva. Mamá y Nat deberían estar vivas, no yo, me metí en problemas por culpa de mis amigos, debí haber estado en casa p-pero...pero me escapé de casa para ir a una fiesta y-y...me arrestaron...y-yo...—Tiré de su brazo y lo acune en mí pecho, sus hombros se sacudian por los sollozos que soltaba y mí mente se dirigía más hacía mi hermano. ¿John me necesitó? ¿Mi hermano deseó que su hermana mayor fuera a salvarlo? ¿John pensó que lo dejé morir? ¿Mi pequeño ángel sufrió porqué su hermana no estuvo ahí para protegerlo?
—Todo va a estar bien, dulzura—Mi voz se quebró así que tuve que aclarar mi garganta para sonar firme—Te prometo que no voy a permitir que nada malo te suceda, Nathan. No voy a permitir que alguien te lastime
Si no pude salvar a John, aún podía salvar a Nathan.
Él era mi esperanza.
Nathan se había quedado dormido en mí regazo luego de llorar contándome cómo su madre y hermana habían muerto por devoradores, el cómo llegó a casa, cómo se topó con su madre y hermana siendo uno de ellos, él cómo asesino a su madre y hermana asustado por que estás lo atacaban.
Lo acomode mejor en el sofá y me puse de pie dispuesta a salir de la habitación pero la figura imponente de Leo apareció por el umbral. Mi pecho se sintió cálido cómo cada vez que él estaba cerca, las mariposas revoloteando en mi estómago y esa fuerza invisible que me arrastraba a él hicieron acto de presencia.
—N-no lo hagas más difícil, p-por favor—Mi intentó por parecer firme se fue al demonio cuándo al abrir la boca mí voz titubeo, él se acercó a grandes zancadas y una vez frente a mí acuno mi rostro entre sus manos. Sus ojos estaban más intensos que de costumbre cuándo se fijaron en los míos, era cómo ver una parte del unvierso en sus pequeños ojos...pero todo era una mentira.
—Mírame, no creas en mis palabras pero fíjate en mis ojos, Eva—Su voz sonaba estrangulada, débil. Trague el nudo en mi garganta perdida entre la constelación que eran sus ojos—Ellos no van a mentirte, l-lo prometo...j-jamás te mentirían, dime, ¿Lo ves?
Mi labio comenzo a temblar por los sollozos que amenazaban con salir de mí garganta, trague saliva intentando aliviar el nudo en mi garganta—S-solo veo mentiras
Comenzó a negar desenfrenadamente provocando que su flequillo cubiera sus bonitos ojos, inclinó su rostro lo suficiente cómo para rozar nuestras narices con dulzura—S-sé que no crees eso, amor...S-sé que tú ves lo que siento...S-sé que ves el universo que se abre paso cada vez que te veo en mis ojos, Eva...S-sé que ves lo abrumador de mis sentimientos c-cada vez que estás cerca...S-sé que ves el m-miedo que estoy sintiendo si te pierdo
—¿Miedo?—Me permití soltar una risa irónica que me hizo ver cómo una desquiciada, lo aparte de mi para fijar mis ojos en los suyos dispuesta a destruirlo...Cómo él hizo conmigo—No, Leo. No tienes miedo de perderme, de lo que tienes miedo es de perder mi sangre. Estás asustado por que tú solución al virus conoce la verdad...
—¡Joder! ¡No! ¡Mierda! Me importa una mierda tú jodida sangre, me importa una mierda que seas inmune al maldito virus—Un sollozo quedó escapó de sus labios, acortó la distancia que nos separaba y volvió a acunar mi rostro entre sus manos—Cielo, e-escúchame...s-sé que no crees en mis palabras pero lo único que necesitas es verme a los ojos para entender la magnitud de lo que siento...fíjate en ellos...n-no podrían mentirte
Acune sus manos en las mías y las hice a un lado, su rostro se crispo ante mi rechazo. Él negó con la cabeza y tragué el nudo en mi garganta, carraspeando para sonar firme—Nada que venga de ti me parece real, Leo
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Editado: 21.06.2022