Leo.
Eva se había quedado dormida en mi pecho mientras le cantaba una canción romántica que había escuchado en la radio, se acurrucó aún más cerca de mi y no pude evitar sonreír. ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo creyendo que mi infierno personal me hundiría, ella apareció cómo una pequeña luz dispuesta a iluminar esa oscuridad que me envolvía?
Llevé mí mano hasta su mejilla y la acaricié, queriendo transmitir todas esas sensaciones que hacían mí pecho explotar y que iban dirigidas a ella. Incliné mi rostro para dejar un pequeño beso en su frente deseando que esté momento jamás acabará, deseando que el mundo allá afuera no se estuviera cayendo a pedazos. Deseando que todo fuera normal y sólo fuéramos una pareja de enamorados con una pequeña castaña preciosa cómo hija y con un idiota jodiendo todo el tiempo a nuestro alrededor. Por un momento deseé tanto que nuestra realidad fuera otra. Una diferente. Una con un final feliz. Una sin muertos. Uno dónde no tuviéramos que sobrevivir.
Toda mí vida creí—o bueno, una parte de ella—que había algo mal conmigo, no me refiero a que tenía algún problema extraño o algo así sino más a que comenzaba a darme cuenta que había algo a mi alrededor que hacía sufrir a las personas que amaba, lo supe cuándo aquel día en el departamento de mí hermana la encontré tirada en el suelo en su propia sangre. Quise convencerme de que no era mi culpa, de que la muerte de Zoey simplemente había sido algo imprevisto y no alguna maldición que me rodeaba y traspasaba a las personas que amaba pero entonces Abby murió y comencé a creer que no eran azares del destino sino algo que había en mí, alguna especie de aura oscura que me rodeaba y lastimaba a las personas que amaba.
Lo gracioso de todo esto—no había nada gracioso siendo honesto, creo que era irónico o incluso perverso—era que siempre fui yo quién encontró muertos a las personas que amaba, fui yo quién tuvo que ver a las personas que más amaba rodeadas de sangre o colgada de la viga del techo. No entendía que había mal conmigo, ¿Porqué las personas que amaba terminaban muerta? ¿Que debía hacer para evitarlo? Y entonces comencé a aislarme—aunque sociabilizar siempre fue algo lejano para mí, inexistente—visitaba a mamá al menos una vez por semana y siempre tomaba los casos que nadie quería, sin quererlo comencé a desear morir. Anhelaba que alguien me pusiera un tiró en la frente por qué era lo suficientemente cobarde para hacerlo yo mismo, era un imbécil que quería morir en manos de otro por qué no tenía los suficientes cojones para hacerlo él mismo. Era patético. Realmente patético.
Conocerla fue cómo darle entrada a un ángel.
Uno que estaba dispuesto a proteger de todo...incluso de mí mismo.
Me puse de pie cuidando no despertarla y antes de salir de la habitación dejé un pequeño beso en sus labios.
Joder, la amaba demasiado
Me dirigí por el pasillo con la intención de bajar hacía la entrada para cerciorarme de que no hubiesen muertos rodeando la casa pero el olor a cigarrillo me detuvo y con algo de curiosidad me dirigí al balcón.
—¿Que demonios estás haciendo aquí?—Pregunté con la vista fija en Cage, él mantuvo su vista en el cielo nocturno. Parecía pensativo y no necesitaba preguntarle para saber que había algo rondando su cabeza hueca y eso lo estaba jodiendo.
—Estoy enamorado de ella, Leo—Soltó sin más, dejándome sorprendido ante sus palabras y boqueando sin saber que demonios decir. De todas las mierdas que salían de la boca de Cage lo que menos me esperé fue que él confesará amar a mi novia. No quería que esto arruinará las cosas entre nosotros, no planeaba perder esa conexión ridícula que se había formado entre nosotros pero saber que amaba a Eva incrustaba un pequeño miedo en mí pecho, no tenía miedo de perder a Eva por qué estaba muy seguro de sus sentimientos hacía a mí. Tenía miedo de perderlo a él, a nuestra amistad. A esa conexión que jamás había sentido y ahora tenía, Cage era mi hermano. Un jodido dolor en el culo también pero al fin y al cabo era mi hermano. Y yo protegía a mis hermanos. Cuidaba de ellos. Silenciosamente era lo que hacía con Cage, lo protegía y presionaba para que fuera mejor por qué sabía—aún cuándo él no me había dicho nada—que su vida era tan jodida cómo la mía y eso nos hacía un par de idiotas con vidas de mierda que compartían algo más que la supervivencia, desee haberlo conocido en otro punto de nuestras vidas pero siendo honesto no sé si hubiese sido capaz de soportarlo durante tanto tiempo. Él hizo una larga pausa dónde fumó un par de veces más el cigarrillo hasta casi acabarlo, esperando alguna respuesta de mí parte pero mi cerebro estaba en blanco. No sabía que demonios decirle—Y es una mierda por que es tú chica pero la amo—Aún en una especie de trance por sus palabras me encamine hacía la baranda del balcón para observar la vista intentando sopesar sus palabras, sentía que si abría la boca arruinaría todo. Y honestamente no quería joderlo todo—Lo supe cuándo sus acciones o presencia comenzaban a acelerar mi corazón, cuándo deseaba... cuándo deseaba ser tú—Hizo una pequeña pausa mientras veía el cielo, una sonrisa triste abarcó sus labios antes de alejar la vista del cielo y ponerla en mí. Cage tenía esa mirada triste que solías tener cuándo alguien rompía tú corazón, apagada y de pérdida—Cada vez...cada vez que ella fijaba sus ojos en mí una especie de explosión se adueñaba de mi pecho, queriendo escapar pero entonces...entonces te veía y la culpa invadía cada parte de mí haciéndome miserable. Me siento el peor idiota de todas al amar a la mujer que amas pero jamás lo planeé—Su voz se quebró y se sostuvo de la baranda del balcón, cómo si quisiera intentar callar lo que sentía—No sé cómo dejar de amarla, Leo. Te juro que estoy intentando arrasar con todo lo que siento pero cada vez que la veo...¡Maldita sea! Perdóname, sólo...
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Editado: 21.06.2022