El último dragón dorado

Capitulo 1

Capítulo 1: 

Ser un caballero en tiempos de guerra significaba estatus, salir de cualquier agujero, ser alguien en la vida, todos los niños pequeños soñaban con volverse uno y todas las niñas soñaban con casarse con uno, pero solo unos pocos logran sus sueños. El volverse caballeros significaba mucho trabajo para los postulantes, una gran habilidad e inteligencia pero sobre todo un gran dote familiar con el que se pudieran pagar los hábitos y los elementos para sus cinco años de entrenamientos. 

Áxel era el segundo hijo del único heredero de la familia La Granged, quienes teniendo un gran negocio con sus navíos de carga a las tierras más lejanas y siendo sobrino de la misma embajadora de Francia tuvo un puesto dentro de la armada con su nombre desde que nació, incluso sin preguntarle él sería un caballero ¡El más grande de nuestros tiempos! Decía constantemente su Abuela cuando salía el tema en casa, algo que hinchaba de orgullo el pecho de su padre Oberón y hacía sonreír de manera soñadora a su madre. Solo Otmara, su hermana mayor y primogénita, le miraba con algo parecido a la preocupación, pero cada vez que eran observados ella fingía felicidad. 

Otmara era su mejor amiga, fue la primogénita lo que había significado la desgracia para su familia, ya que la costumbre familiar dictaba que él primero fuera varón. Por esta desgracia se crió entre criados y, hasta el nacimiento de Álex, no se le daban atención y gran importancia pero con el nacimiento de su hermano la familia la reintegró al núcleo, pero al tener tres años más que su hermano había aprendido que jamás sería tan  importante por lo que sin guardar rencor intento mantener distancia con las situaciones sociales, se dedicó a aprender sus deberes y cuidar de Álex, al menos hasta que esté cumplió los doce años, edad en que sería enviado a la Armada del Reino para volverse caballero, día en que celebraron una gran fiesta que duró hasta el amanecer.

—Temo que esta es nuestra última noche juntos Ál —Informó con voz apagada Otmara cuando ingresó como cada noche a la habitación de su hermano menor con un libros escondido entre sus mangas y una vela en la otra— Espero que a tu regreso mi lectura sea mejor y pueda contarte nuevas aventuras 

—Otmara —Álex bajo de la orilla de la ventana y se acomodó bajo las mantas, por la poca luz era imposible ver bien su rostro pero su voz denotaba tristeza— No quiero irme —Admitió apenado mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y su voz se quebraba— No quiero estar lejos de mamá, papá y de ti 

—Lo siento —Otmara término de avanzar hasta la cama, dejó la vela a un lado y beso la castaña cabellera de su hermano antes de sonreírle, nadie podía negar que eran hermanos, sus rasgos eran tan parecidos, salvo por sus cabellos, ella lo tenía oscuro como su padre y él tenía el castaño de su madre— Pero te esperaremos aquí y en cada anochecer resare por ti 

—¿Me lo prometes? —Pregunto abriendo ampliamente sus ojos color verde musgo que aún con unas pocas lágrimas brillaban con la luz de la vela que había traído consigo 

—Lo prometo —Confirmó la mayor desordenado sus cabello sentándose a su lado y aguantando su propia pena de aquella despedida, una que podía ser para siempre— Ahora sigamos, Felicia escribió una nueva historia para nosotros, su nombre Dentro del río de Plata

Luego aquella misma tarde Álex no volvió a ver a su familia y aquel frío lugar con altos muros de piedra se volvió su hogar por los siguientes años. 

Al final era para tener una vida mejor ¿No? 

*****

—¡Álex! —Cadmo, su compañero de cuarto acababa de llegar tambaleando por la bebida ingerida y sus ojos brillaban aunque parecía que no sabía dónde mirar— Mi amigo ¿Es que te has quedado sin ir a Las doncellas por estar leyendo? ¿Qué clase de castigo te estás imponiendo? 

—Quiero evitar meterme en nuevos problemas, el Capitán Viggo ha estado muy difícil los últimos meses y lo que menos quiero es que me joda lo que queda —Se excuso, cosa que su compañero pareció tragarse por lo que tan solo sonrió de manera triunfal— Duerme, te despertaré para el desayuno a ver si logras sacar aquel líquido antes de aquel entonces 

—Eres el mejor —Tambaleándose e hipando Cadmo camino hasta su lado y beso su frente de manera sonora— ¿Te lo había dicho? 

—Duérmete —Ordenó antes de empujarlo contra la cama continua donde el azabache cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño— Imbécil 

Álex no podía entender a sus compañeros, el beber y coquetear con muchachas tan ebrias le había repugnado hacía un par de años pero sus amigos aún parecían vivir en la emoción del primer momento, lo bueno era que solo en un par de semanas más volvería a su hogar, podría ver a su hermana antes que está se casará vería a su madre y a su nuevo hermanito menor. Aquellos años no habían sido fácil, el entrenamiento era duro, se levantaban con los primeros rayos de sol a correr luego y con un pobre almuerzo básicamente hecho de tubérculos iban al campo de batalla donde competían y aprendía a trabajar las distintas armas. 

Ya al anochecer sus cuerpo magullado y cansados iban por una cena y a dormir, o al menos algunos, la mayoría se escapaba para ir a una taberna de mala muerte donde las doncellas hacían realidad sus fantasías a cambio de un excesivo consumo de licor. Claro que como caballeros no solo debían saber de armas y a las doncellas les parecía muy atractivo el hecho que hombres tan rudos y valientes también pudieran leer y recitar poesía. 

Álex termino de leer el dichoso capítulo que no lo dejaba descansar y apagó la vela a su lado, Cadmo había llegado temprano, en unas horas llegaría Ian y Edom lo que significaba que el amanecer estaba por asomar. Mirando por última vez a su compañero que comenzaba a vomitar de lado y aún medio dormido hizo una mueca de asco antes de darle la espalda y cerrar sus ojos. 



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En el texto hay: fantasia, caballeros, dragones

Editado: 13.12.2019

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