El Vestido de Novia

Esperanza

En la edad media, nació una niña a quien nombraron Harceg, era de noble cuna, apenas llegó a este mundo su padre hizo un pre acuerdo matrimonial con el primo de uno de sus amigos, de 30 años, ya dos veces viudo. Esperarían hasta que la niña tuviera 14 años para hacer el compromiso formal, y concretar la ceremonia un año más tarde.

Seis años después, en el castillo donde vivía la pequeña.

— Mi Lady ¿Dónde está? — llamaba nerviosa la nana de la hija menor del dueño del lugar.

De un montón de paja salió una cara de piel clara, con pecas, el cabello oscuro como las manchas de barro del piso, en cambio sus ojos eran verdes, estaba junto a un niño algo mayor que ella, moreno.

— ¿Qué pasa Srta. Dajka? — preguntó Parzt, hijo de uno de los siervos del lugar, que llevaba carne a su señor regularmente.

— Ya es la hora que mi Lady vaya a prepararse para ir al convento.

— Nana, no entiendo porque debo ir a ese horrible lugar, me gusta mi casa.

— Nos gusta jugar juntos.

— Ella debe aprender a ser una señorita del nivel de su alcurnia, bordar, bailar, lo que debe saber para comportarse correctamente.

— Ten — antes de irse el niño le pasó un hilo de su ropa, que le amaró en un dedo — nunca me olvides amiga.

— Nunca lo haré Parzt.

— Volvamos antes que sus padres los vean juntos, sino mi Señor mandará a azotarte solo por estar cerca de su hija.

Más tarde los Señores del lugar despidieron a la pequeña en el salón del lugar.

— Espero que aproveches este tiempo, eres demasiado soñadora, te enseñarán a poner los pies sobre la tierra.

Harceg hizo una torpe reverencia, para despedirse de su padre.

— Como diga mi señor.

El tiempo pasó rápido, 8 años más tarde, la jovencita retorno.

— No ha cambiado nada en el castillo, mi Lady — su nana la había acompañado para ayudarla.

— Así veo — Harceg estaba muy triste.

— Ánimo señorita, pronto será su compromiso y su boda, espero me permita cuidar a sus hijos.

— Eso deberá decidirlo mi futuro esposo — miró tiernamente a la mujer mayor — no quiero separarme de usted, la quiero mucho.

En el interior del lugar, la joven entró con la cara altiva, con toda la arrogancia que le inculcaron en el convento, por ser una persona de la aristocracia.

— Buenas tardes padre — hizo una reverencia perfecta y quedó con la vista al piso, sumisa al Señor del lugar.

— Veo que estos años fueron provechosos para ti, ahora sabes saludar como corresponde, mañana vendrá tu futuro esposo a concretar la petición de tu mano, debes estar lista cuando anochezca.

— Como usted diga.

Pero en su habitación, su seguridad y aplomo se fue.

— ¿Qué le pasa mi Lady? — preguntó preocupada al verla mirar insistentemente al campo.

— Quisiera saber que será de Parzt.

— Ya debe haberse casado, recuerde que es mayor que usted ¿Por qué lo pregunta?

— Nada importante — respondió Harceg ruborizándose.

— Cuando eran niños yo apoye su amistad para que no se sintiera sola, pero en este momento debe prepararse para su futura vida, recuerde quien es, no debería ni siquiera recordar su nombre.

— Lo sé nana, quisiera dormir un poco, el viaje fue pesado.

— Yo también aprovecharé de descansar, más tarde vendré a verla.

Pero cuando se quedó a solas sacó de un pequeño relicario que tenía en su cuello, el hilo que le dio el jovencito antes de irse, se preguntó si él podría reconocerla luego de tantos años.

Al otro día se hizo la ceremonia, el novio era un hombre mayor, delgado, de nombre Ur, su mirada era de suficiencia hacia todos, se creía de la realeza solo por ser el primo de uno de los Señores Feudales más poderosos del sector.

Cuando quedó un rato junto a Harceg, sin la supervisión de nadie, pero a la vista de todos, el hombre le habló discretamente.

— Hola mi Lady, no puedo esperar nuestra noche de bodas, tienes un buen cuerpo, me darás hijos fuertes.

Ella ni siquiera lo miró, odiaba su destino, ser la tercera esposa de ese espanta pájaros, las otras se rumoreaba que prefirieron morir a seguir al lado de un ser como él, en ese momento Harceg refería ser la más humilde de las campesinas del lugar, al menos así nadie la obligaría a casarse con un tipo así de asqueroso, solo para tener más poder, el matrimonio se celebraría en un año más.

El tiempo pasó lento, aburrido, nada de los preparativos le llamaban la atención a la futura esposa, era como si en vez de una boda fuera su funeral el que preparaban, así se sentía, como la ofrenda a un dios pagano.

Hasta que encontró una forma de deslizarse por los techos, y salir fuera de los muros del castillo, en una de sus escapadas llegó a la casa de su amigo, esperaba que todavía viviera allí con sus padres. De niña el cazador era muy bueno con ella cuando iba a dejar los animales que cazaba para su padre.

Al tocar la puerta salió un joven muy alto, atractivo, con sorpresa ella descubrió por un gesto que hizo, que era su amigo, ambos quedaron silenciosos, sonrojados.

— Es la hija del Señor del castillo ¿Qué hace acá? — preguntó la madre a ver a la jovencita, sus ropas la delataron.

— Hola señora, un gusto conocerla ¿Y su esposo? Quisiera saludarlo — bajó los ojos avergonzada al ver como la miraba su amigo.

— Mi esposo falleció hace años, por favor vuelva al castillo, si la descubren con nosotros nos matarán.

— Mamá, no la trates así, es solo una niña, seguro viene a jugar como antes.

Harceg se puso pálida, le dijo niña, ahora ya soy una mujer dijo interiormente, en un año me casaré, y en otro más ya tendré mi primer hijo.

— Ya no soy una pequeña, tiene razón señora, mejor me voy — se dio vuelta y se fue indignada.

— Espera...

— Déjala cariño, es mejor para todos que no vuelva.

Pero el joven se soltó de su madre y corrió tras la aristócrata.



#2050 en Paranormal

En el texto hay: angustia, honor, temor

Editado: 17.06.2020

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