Capitulo 4. Enemistad.

14 de mayo 

Era de noche, Torres llego a casa soprendido por la rapida conclusión de Roth, el creía que Roth estaba muy confiado en el caso, solo esperaba que fallara para bajarle un poco el ego.  

Estaba exhausto y se dejaba distraer facilmente, tenía toda la esperanza en su pequeña niña que venía en camino. Eso lo hizo pensar en su esposa e intento buscarla, subió la escalera y vio a su esposa tomando un té.

—Amor, ¿sabes donde esta Helen?

—Cariño, la pequeña me dijo que iba a quedarse en la casa de una amiga.

—Pero amor, sabes que pronto nacerá nuestra criatura, ¿porque la dejaste ir? ¿ que pasa si se escapa?

—Cálmate Selena —el se acerca a ella y la besa. 

—No sabes lo mucho que me dolió lo de Arturo.

—¡Selena! Basta de hijos frustrados, tienes que concentrarte en el ahora, y en la niña que tienes en ti. —torres suspira y acaricia su barriga—. Tengo algo que hacer, no demoro.

El sale del cuarto atareado y Llama a Roth, no quería demorar más, estaba cansado de todo y de sus propios hijos. Mucho antes de hacer la llamada él estaba pensando mudarse de ciudad, pero no quería informarle a nadie sobre su idea. Al poco rato Roth responde.

—Hola, quería decirle que ya puede llegar a mi casa.

—Ya voy en camino, gracias.

—Adelante pero no hagas ruido, mi esposa y ya estaremos descansando. Le dejaré las llaves bajo la alfombra que está en la puerta. 

—No se preocupe, yo tengo mi propia llave de su casa.

Torres cerró la llamada con cierto temor, ¿que tanto sabía y tenía ese hombre de su familia?, en este momento un sentimiento de rencor y duda entraba su mente y su corazó, y a su vez comenzaba latir con fuerza pero no se dejó tomar por sus emociones, sube a su cuarto silenciosamente, se metió entre las sábanas junto a su esposa luego la abrazó y con la duda encima descanso como un bebé.

Una vez que Torres se haya dormido, Roth entro con discreción a la casa, lo hizo así porque Torres no lo consideraba como invitado,  solo lo hacía por cortesía, ademas, no quería abusar de la poca confianza que tenían. 

Subió las escaleras y entró al cuarto de Helen, este olía a cereza. La cama estaba ordenada, los cuadernos en su puesto, la ropa estaba intacta pero faltaba dinero en su alcancía y no sólo una parte sino que también estaba rota y sólo quedaban algunos centavos, Después de eso revisó su escritorio, la mesita de noche y por último debajo de la cama. No encontró nada, sentía que la visita era una pérdida esfuerzo.

En ese instante sintió como el móvil comenzaba a sonar, sacó su teléfono rápidamente por temor a que alguien se levantarán y miro la pantalla, era su fiel amigo y ayudante en su labor, se preguntaba qué hacía llamándolo  tan tarde luego recordó la búsqueda de Helen. Roth puso su mejor voz esperando buenas noticias 

—Señor, no encontramos a la joven el bosque, caminamos 39 millas, mis hombres y yo estamos cansados e iremos a nuestras casas. En pocas palabras, sólo te llamamos para dar finalizada la búsqueda, y ahora hablando entre amigo, no dejes que se te escape de las manos puede que seas el mejor pero como yo veo las cosas... Ella tiene más ventajas y eso no habla bien de ti.

Cierra la llamada frustrado, ¿siendo regañado por uno de sus amigos? Que poca convicción le tenían, aunque la verdad no le preocupaba, él sabía que sus conocimientos nunca le fallaría. 

 Suspiro cansado y se sentó en la cama para pensar y orgnaizar las ideas, al instante en que se sentó vio que algo sobresalía de la cama, él se levantó cuidadosamente y y se agachó a la altura de la cama, era la tarjeta identidad de Helen. Estaba orgulloso de su trabajo y de la torpeza de la pobre chica, sin eso no podía salir de la capital. Después de eso fue a su oficina. 

—Quiero que mañana vayan a la ciudad y y le pidan los papeles a cada persona que este en un transporte, no importa cuál sea —el cierra la llamada, saca una copa y comienza a tomar hasta la medianoche, poco a poco se queda dormido soñando con todo el dinero que le vendía pronto en sus manos.