A veces regresas a mi cabeza y regresamos a aquel mirador, donde tomaste mi mano y pediste que me quedara, que disfrute de la aventura que sería estar juntos.
Aquellos viajes, con dirección a las puertas de un futuro juntos, dormir en tu pecho con camino hacía lo desconocido, entonces empezamos a cantar mientras la velocidad distorsionaba nuestras voces.
Regresar al día en el que sentados en el pasto viendo a los perros y niños jugar, me pediste empezar una vida juntos, compartiendo cajones, compartiendo la cama, compartiendo la vida, estábamos felices y con muchas ganas de seguir amándonos pero solo se quedó en eso, en ganas.
Ahora cada vez que escucho esa palabra mi corazón arde, enloquece y llora porque fueron tus faltas de ganas conmigo y exceso de ganas con la de aquel vestido rojo y cabello rubio, ganas las que tenías de un par de minutos a su lado, ganas de beber de sus labios, de decirle que no me querías cuando gritabas a los 4 vientos que yo era la persona de tu vida, que era tu presente y tu futuro. Ganas de un instante sintiéndote el real hombre cuando no llegas ni a la mitadde ser de papel y como el papel en el viento que me trajo tu perfume, corres y eres libre, vuela el recuerdo de aquella madrugada, la última en la que pude verte.