El villano quiere la corona.

IX: Magnus y el secreto del palacio.

Tuve que volver a mi hogar con una sonrisa en mi rostro por mi gran logro, no demoré mucho en contarle todo a mis padres, el proyecto se estaba convirtiendo en todo un éxito. Ellos me notificaron en que se había reemplazado a Rousten, el mayordomo de mi padre, ya había solicitado su jubilación, su reemplazo se llamaba Treikoy, también contrataron a un joven sirviente que se encargaría de ayudar en la cocina.

ㅡEntiendo lo del nuevo mayordomo, pero me resulta extraño en lo del nuevo sirviente ㅡexpresé mientras degustaba el platillo que me fue servido.

ㅡFue una hermosa coincidencia ㅡhabló mi madre y miró a Arissiaㅡ. Tal vez mi nieta no lo recuerde, han pasado muchos años.

Arissia miró a mi madre con extrañeza, creo que mi mirada tiene que ser la misma, ¿alguien que Arissia conoció? Mi madre se encariñó mucho con Arissia, mi padre le costó, ya que no estaba acostumbrado y nunca tuvo la necesidad de lidiar con una niña. Ante mí, se mostró un hombre de mediana edad que a mi parecer era el nuevo mayordomo ㅡluego me golpeé mentalmente por lo imbécil que he sido porque obviamente llevaba el uniforme de un mayordomoㅡ, se presentó ante mí como Treikoy Smacs.

ㅡTrae al joven cocinero, Trekoy ㅡordenó mi padre. Yo levanté la ceja.

ㅡ¿Por qué repentinamente esa orden?

ㅡEres el duque Ivanov ㅡdijo con severidad y luego añadióㅡ: Tienes el derecho de conocer y de calificar a la servidumbre.

Es razonable. Así que bebo un poco del té que se me ha servido y miro a Arissia que parecía muy contenta por tenerme de vuelta, tanto que literalmente me arrastró para que vea las pinturas que ha hecho ㅡno niego que tiene talentoㅡ, incluso creo que tiene más fuerza que yo, ha crecido mucho, no parece una niña de catorce años.

ㅡHe traído al joven cocinero.

Creo que casi me atraganto al verlo, traté de verme lo más neutral posible, pero ese hombre me parecía muy exótico, su piel era un tono más moreno que el de Arissia, sus ojos eran claros y en la comisura de sus labios había una pequeña cicatriz, por los aretes parece un gitano. Pongo en claro en que amo a Joseph, mi amor por sir Tragger no se mide ni lo pongo sobre la mesa, pero sé apreciar la belleza de otros ㅡo tal vez mi fetiche con las cicatrices en otras personas me hizo verlo más atractivo de lo usualㅡ, trato de no ser evidente a mi asombro.

ㅡNombre y edad ㅡordené e intenté no mirarlo, sería fatal para mí.

ㅡNo recuerdo mi nombre, pero el que me dieron es Fénix ㅡSu dialecto no es el más culto, pero no le di mucha importancia en ese momentoㅡ. Tengo diecinueve años.

Muy joven, aunque se veía muy alto, su cabello era largo y sujetado. Miré por un momento a Arissa que parecía interesada en lo que yo hacía, mi madre también, algo que me puso un poco incómodo.

ㅡMuy bien. ¿Tú ayudaste a preparar esta comida? ㅡseñalé mi plato.

ㅡPor supuesto señor.

Me hace sentir viejo cuando me dice señor, debería acostumbrarme a eso.

ㅡEntonces está bien, has hecho un buen trabajo, así que apruebo en que te quedes en la mansión. ㅡÉl tenía un papel doblado entre sus dedos y me lo tendió con un poco de duda en su movimiento.

ㅡDisculpe mi atrevimiento, pero quiero que tenga esto.

Lo recibí sin mucho trámite, creo que ya me estoy acostumbrando un poco a su apariencia.

ㅡNo hay por qué avergonzarse. Si no tiene más nada que añadir, puede irse a su lugar de trabajo.

ㅡEstá bien, señor.

Luego se retiró del comedor, sin querer miré su trasero, mis ojos son muy inquietos, debería quitar esa costumbre de mí. Joseph me ha admitido en que hay hombres que le parecen atractivos, pero que solo los admira físicamente nada más, una charla que terminó con la conversación sobre los lindos ojos azules de Lycaon.

ㅡPadre, ¿es acaso una carta?

ㅡSupongo que sí. ―La abrí y me impresioné con su letra, era bastante bonita a pesar de casi costarle hablar.

"Estoy eternamente agradecido con usted por haber cuidado de mi hermana"

Mis ojos se abrieron desmesuradamente, creo que mi rostro se puso rojo de la vergüenza y el asombro que me dejó en una completa quietud, no puedo creer que me haya comido con la mirada al hermano de mi hija, necesito corregir mi comportamiento.

ㅡPadre, ¿qué sucede? ¿Por qué te ves así?

ㅡPo-Por nada, Arissia.

 

[…]

 

Al día siguiente tuve que ir en carroza con dirección al palacio real, me encontraba un poco inquieto, tal vez porque no sé cómo sería mi forma de actuar al frente de su majestad, por lo que me han comentado, se ha aislado al punto de ser un antipático con todos, tan solo espero que yo sea una excepción por lo menos.

Abrieron las rejas del palacio para recibirme. Cuando bajé, fui recibido por el mayordomo personal del rey, este hombre me guio por aquellos largos pasillos y esas amplias escaleras hasta el gran despacho del rey, me siento un poco nervioso, pero no tengo que ser muy evidente con ello.

ㅡPor aquí, joven duque.

Entré al despacho y me sorprendió ver la figura del consejero Ramhart, no había rastro alguno del rey Nefisto, algo que me resultó un poco extraño.

ㅡSea bienvenido, duque Ivanov.

ㅡAgradezco la cordial bienvenida, gran consejero Ramhart ㅡdije con una mano en el pecho y dando una pequeña reverenciaㅡ. Me imagino que su majestad tardará en asistir a nuestra reunión.

Él tanteó el pulido escritorio con sus gruesos dedos y esbozó una sonrisa.

ㅡTome asiento, duque Ivanov, siéntase como en su hogar ㅡ Yo accedí y me senté en la silla que está ubicada frente al escritorioㅡ. No, ahí no ㅡLo miré con confusión, me señaló el asiento del reyㅡ. Éste es mucho más cómodo.

ㅡPero es el asiento de su majestad, no creo que esa sea una buena idea.

ㅡLe aconsejo en que se siente aquí, quiero hablar con usted ㅡ. Vacilé ante su petición, pero terminé obedeciendo de todos modos, ¿por qué me hacía sentar ahí?, ¿acaso Nefisto no iba a venir a tiempo? El asiento se sentía cómodo, bastante reconfortanteㅡ. Tal vez no se haya enterado (como el reino entero), de lo que ocurrió hace tres días con su majestad.




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