Bajo la luz de la luna y la inmensa oscuridad, las brujas aprovechaban para hacer sus rituales, llamar a dioses, e invocar demonios, hacer cosas jamás antes vistas. Sin embargo los lobos salían a cazar sus presas más indefensas y hacer de ellas su almuerzo, se exponen mucho al cazar a cualquiera, muchos de ellos han muerto con la daga del sacrificio.
Seguía leyendo y cada párrafo aún captaba más mi atención, hasta que solté el libro y fui a navegar en Internet, a ver si encontraba una fuente confiable donde encontrara algo sobre la mutación de los hombres lobo, y la daga del sacrificio.
Aunque sería raro que yo lo buscara teniendo mi cabeza para analizar respuestas.
Cerré la computadora y me dejé caer en el sillón de mi cuarto.
Lo hice con cuidado, para no lastimar mi herida.
Desconocido
Nunca antes me había sentido como hoy, no me conocía a mi mismo, parecía que no fuera yo.
Bajé los escalones del sótano y encendí la luz, ahí estaba, enjaulado como animal, como una bestia, como en realidad era.
__Es una gran sorpresa, mirate, te ves tan indefenso_ le hablé_ aunque... en realidad no lo eres._ el no me responderá, es muy testarudo, (pensé)
__Vale, Elifet, tienes que hablar, decir quienes son tus padres_ hablé mientras rodeaba la Jaula sin pisar las cadenas_ la gente se cansa de esperar, tu siempre guardas cilensio, y he sido paciente_ tenía un panel de controles que manejaba la jaula _ no quisiera torturarte, pero es que no me dejas una opción.
No hacía falta nada, solo tocar el botón negro, descargaría una gran carga eléctrica sobre el, tendría que hablar, sí o sí..
Lana.
__Uff, es bien temprano, pero hay que estudiar._ ya estaba parada lista para ir a tomar un baño.
***
Al instante que el agua tocó mi cuerpo lo único que se me ocurrió fue salir de la ducha, estaba muy fría el agua así que fui encender la calefacción de la casa.
***
El panorama se presentaba lluvioso, el cielo gris acompañado de una brisa fría, parecía que el cielo estaba representado su furia atravez de los relámpagos y truenos queda azotaban mis oídos.
Sujetaba mi abrigo con fuerza, mi cabello volaba, el frío chocaba conmigo. Perdída en pensamientos mi teléfono sonó, era una llamada del mismo numero de aquel hombre que ignoré, por miedo, por dolor. Hice lo mismo que la otra vez, dejar el teléfono sonar.
No quería volver a pensar en que mi madre estaba muerta, solo lo ignoraba, pensando en que ella regresaría.
"Lo que no sabia era que se estaba auto matando, consumiendo su propia fuerza e ira, haciendo creer que estaba bien"
El teléfono seguía sonando, así que tomé la llamada. Era Emma.
_Hola...__No pude decir nada más, no se oía nada desde la otra línea, la señal se había cortado.
-oye, ¿no crees que haya algo mal aquí?
-No lo sé.. tengo llegar a la escuela.
-Aún no hablamos de lo qué pasó con Emma, tampoco nos fue a visitar ¿eso no te resulta raro?
Me comencé a preocupar mis pensamientos tenían razón algo andaba mal Herodes tampoco llegó a casa anoche.
Pedida en mis pensamiento no me había dado cuenta de que me estaban persiguiendo, apuré mi paso no faltaba mucho para llegar y rogaba encontrar alguien en el camino estaba realmente asustada tenía miedo.
Saqué un espejo de la mochila para poder ver detrás mío pero ya el chico no estaba, me sentí aliviada pero al cerrar el espejo y ver al frente mío..
—¡Ah! Tu, tu- tartamudeé, estaba ahí el estaba ahí, traté de calmarme un poco y respiré, apreté más mi abrigo y dije—¿quien eres?
—A hola, preciosa—dijo con un tono perverso.
—¿quien es usted?, ¿que es lo que quiere?—mis ojos comenzaban a arder por no pestañear, esta vez no lo perdería de vista ni una sola vez.
—Vine por ti—respondió con una sonrisa—yo soy..
—oye aléjate de ella—escuche decir detrás mío—no lo diré una vez más, Lana lárgate de aquí, estás en un callejón peligroso.
¿Callejón?
—Se lo que te preguntas, pero no hay tiempo para dar explicaciones solo vete—no pude descifrar su mirada solamente corrí, corrí tanto como pude, comenzaba a sentirme preocupada, aquel chico sabía mi nombre, pero ¿quien era? ¿Por qué ese tipo dejó de reír como reía?
* * *
Caminando a casa la brisa se hacía cada ves más fuerte, las nubes se tornaban más grises y oscuras, comenzaban a caer gotas finas de lluvia, iba parando el paso, estaba comenzando a creer que mamá si estaba muerta, lo sentía y lo iba a averiguar.
Cambié mi rumbo a la morgue, si quería saberlo debería investigarlo.
* * *
Estando allí me recibió un señor de tez muy blanca, pelo blanco y ojos muy claros. Me indicó donde pasar y lo seguí, por un momento pensé que era mudo, pero me di cuenta que no al hablar con una mujer algo en secreto.
—Hola disculpe..
—Si señorita estábamos esperándola, sabíamos que iba a venir—dijo la mujer—Mi nombre es Ross soy la secretaria y por tu rostro sé a quien solicitas ver.
Guardé silencio, no podía emitir ni una sola palabra, el nudo en mi garganta me lo impedía, el aire a mi alrededor se hacía cada vez más pesado, sentía un gran vacío en mi estomago y mis manos sudaban, de pronto hacía más frío del que sentía, sin duda alguna estaba nerviosa. Pero ¿quien no? ¡Estaba a punto de entrar a un cuarto donde congelan muertos hasta ser identificados y luego quemarlos! No estaba segura si en verdad mamá estaba en una de esas camas, y... no sé si lo aceptaría.
—Señorita, señorita, perdone— llamó Ross—tiene que usar esto para entrar—dijo extendiendo su mano con un traje blanco de plástico.
Lo tomé y me lo comencé a poner.
—Te va a recibir el Sr Joel, el es nuestro encargado, también colócate unos guantes, hay bacterias.