El zorro amarillo y el ave herida

XXV: Soñándote de nuevo, combustión

Que he soñado algo muy bonito hoy, como de costumbre tú estabas en mis sueños, y quiero escribirlo para no olvidarlo, aunque será solo para mí, o quizás no.

Primero empezó con un rollo de vampiros. Mis papás me habían ido a dejar al liceo porque iba atrasada, y luego de muchas vueltas, por fin entraba. Una vez que entraba algunos que estaban como en la pasta máxima, trataban de morderme y todo eso. Pero como al parecer andaba un poco hiperventilada, no pudieron, incluso me agarraron de a dos. Esta parte del sueño es la más loca.

Más tarde, estábamos en un lugar que no conocíamos, pero que en el sueño parecíamos conocer de toda la vida. Allí me enteraba o veía... que tú estabas con Fernanda, mi corazoncito se hizo trizas, era mi mayor temor materializándose. Las vi besándose una vez, era un beso algo incómodo, tú no estabas a gusto.

Y yo salí corriendo.

Por alguna extraña razón, aparecía María Gracia Omegna en mi sueño (sí, la actriz), ella pensaba que estaba llorando porque la había visto a ella con alguien equis.

Luego de darme explicaciones que no me interesaban y que nunca pedí, la interrumpí y la besé, un besó llenó de tristeza y despecho, un beso que buscaba olvidarte de alguna manera. Ella estaba feliz.

Mientras continuábamos el beso, yo te buscaba entre la multitud, pues estábamos en un balcón que daba a los invitados.

Pero no te encontré.

El sueño volvió a avanzar, al parecer unas semanas. Y ahora yo estaba con otra chica, Ellin (sí, nuestra chica despistada), por alguna extraña razón ella parecía quererme, pero sabía mi situación, me apoyaba mucho y decía que me iba a ayudar a olvidarte. Cada vez que pasabas, ella tomaba mi mano o besaba mi mejilla, también te miraba feo.

Tú me mirabas con ganas de acercarte a hablar, de explicarme todo, cuando me veías te alejabas de Fernanda, y esta lo notaba. Cuando pasaban podía escuchar un trozo de sus discusiones.

Y yo seguía con cara de vacío.

Hasta que un día, trataste de hablar conmigo, te acercaste.

Y yo traté de huir.

Los amigos con los que andaba te decían que te fueses, que ya habías hecho suficiente, Ellin tomaba mi mano con fuerza y me alejaba de ti.

Pero tú, chica testaruda, eso no te importaba. Así que tocaste mi hombro.

Y yo en un acto de rabia, una explosión de sentimientos que no supe expresar, quité tu mano bruscamente y te tomé del cuello, dispuesta a herirte, quizás a hacerte sentir el dolor que me hiciste a mí. Aunque eso nunca podría igualarse.

Tú me miraste, con esa mirada que teníamos siempre, ese cariño que me traspasaba los huesos, luego sonreíste. Y flaquee, mi agarré se hizo más débil, y caí en cuenta de que la distancia que nos separaba era mínima.

Tú aprovechaste eso, y me besaste. Allí en frente de todos. Y ese beso fue suficiente para volverme a ti. Te separaste, volviste a sonreír y te fuiste.

Y yo con lágrimas en los ojos, fui sacada de ahí por Ellin, quien me abrazó y dijo que todo estaría bien.

Lloré amor toda esa tarde, en los brazos de quien me amaba.

Volvimos a encontrarnos, en un baño, creo. O quizás el balcón.

Nos miramos.

Y nos lanzamos a los brazos de la otra, te abracé con todo mi amor contenido y me besaste con toda tu desesperación.

Nuevamente empezó nuestro secreto, tú con Fernanda, y yo con Ellin. Nos sonreíamos al vernos, aún en los brazos de otras.

Hasta que un día tú decidiste dejar a Fernanda de lado, y yo no tardé en hacer lo mismo con Ellin, aunque como siempre lo mío terminó bien y Fernanda te despidió con un: "No faltará quien quiera estar conmigo, vete con tu cabra chica esa".

Con nuestras alas renovadas, volamos hacía la otra y sostuvimos nuestras manos sin miedo.

Meses después nos sorprendió la llegada de alguien importante para las dos, Renato. Quien al vernos juntas sonrió, le ayudamos a ordenar su vieja casa, llena de animales por alguna extraña razón, recuerdo a una tortuga de mar gigante y sus infaltables gatos.

Nos dio un consejo al agradecer nuestra ayuda: "Cuéntense todo".

Le sonreímos y partimos a una cafetería, nos sentamos una frente a la otra y comenzamos a ejecutar el consejo de nuestro profesor.

Te conté los de las chicas con las que estuve, mi despecho y mi tristeza. Tú me contaste como estuviste Fernanda porque sí, y como te diste cuenta de que me querías a mí.



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En el texto hay: poesia, cartas, el primer amor

Editado: 21.02.2019

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