El zorro amarillo y el ave herida

XXXII: Tú y yo, caminando en el viento

Bien, esta es mi última carta interior. Creo que te debo una explicación de la gira, realmente no te la daré por ti, sino por mí.

Esa noche, bueno, realmente todo el viaje estuve extraña. Ya, la verdad, es que llevaba un buen tiempo extraña contigo, estaba más pesada, te trataba más mal que lo normal.

Estaba tratando de alejarte.

Quería, de alguna forma, que te fueses de mi lado, y si, bastante egoísta, solo pensé en mí. Y sí, casi nunca tomo decisiones pensando en mí, y esta fue una mala decisión. Porque te herí a ti y a todo a mi alrededor, todo porque no quería salir más lastimada de lo que ya estaba.

Realmente creo que todos saben que lo del Arcade era una vil mentira, obviamente estaba cerrado, yo solo quería estar sola aquella última noche, busqué apoyo en las demás, pero estaban ocupadas, y tratando de valerme por mí misma por alguna vez, terminé preocupando a todo el mundo. Y como me dijo Fernanda cuando la encontré…

“Le arruinaste la noche a todo el mundo por tus tonterías de niña chica”.

Realmente no quería hacerlo, y si soy sincera, esperaba que si alguien me buscase me encontrara donde dije que quería ir toda la tarde.

El muelle, aquel que estaba iluminado.

Allí sufrí todo lo que debía sufrir y lloré hasta terminar mis ganas de hacer una estupidez.

Luego volví, y pues, todos saben el resto.

Realmente lo siento, no quería nada de aquello.

Pero de igual manera, aquello me sirvió, al igual que tu última carta. Necesitaba algo que me dijese que allí ya no había nada, de verdad lo necesitaba.

Benditos aquellos que te rompen el corazón por segunda vez.

Me sirvió bastante alejarme de todas, pero amé a Camila por acercarse a mí, porque en aquel momento las necesitaba, necesitaba nuestro lazo especial. Pero a veces creo que solo yo veo ese lazo especial.

Entiendo a cada una de ustedes, les pido disculpas y las perdono de igual forma.

Pero sé que con algunas ya no será lo mismo, nos hemos lastimado.

Por alguna extraña razón volvimos a hablar cuando era el momento adecuado, porque créeme. Mi amor siguió siendo el mismo, y allí comprendí que no era un capricho, realmente no lo era.

Realmente te amé todo este tiempo, realmente si fuiste mi primer amor.

Escribo en pasado porque estoy dejando ir estos sentimientos, porque hace poco he podido volver a sentir con otra persona, estoy sanando. Estoy sanando a base de perdón y amor.

Siempre sentí que la que mejor me entendía de todas, eras tú, bueno, aún lo eres. Porque tú no me ves cómo quieres verme, solo me vez. El resto me ve como yo quiero que me vean o como ellos quieren verme.

Egocéntrica, dramática, infantil, caprichosa, feliz, tonta, torpe, influenciable, manejable, sociable, valiente, hasta luminosa.

Mas que analizarte todo el tiempo, trato de entenderte, siempre lo he hecho. Siento que tratar de entender a otras personas es vital, porque así podemos perdonarles o ayudarles, o simplemente escucharlos. Y con aquello puedes dejar de lado el complejo de héroe y hacer una acción realmente buena, no siempre podemos salvar a las princesas del mundo. Comprendí aquello cuando mi primera princesa decidió irse con el villano en vez del caballero, algunas personas no quieren ser salvadas. Y el caballero realmente no tiene el deber de obligarlas.

Una parte del caballero murió dentro de mi yo infantil aquel día, y me hice adicta a los soplidos de corazón, que de alguna manera me han mantenido viva todo este tiempo.

Pensé que mi primer acto de valentía sería irme muy lejos, viajar por aquel idioma que tantos dolores de cabeza y corazón me trajo, pero finalmente mi primer acto de valentía fue por amor, y fue darte estas cartas, darte mis pensamientos.

Cuando comencé a escribirlas me sentí aliviada, vaciaba todo aquí para no cargar con ello en el pecho. Escribiendo me descubrí entera, me descubrí realmente.

Quizás solo me quede llevar la carta número diecinueve para siempre en mi corazón, como un nostálgico recuerdo de mi adolescencia. Llevarte en mi corazón para siempre realmente sonaría atormentador para mi yo de la primera carta, pero hoy es algo lindo.

Pequeña niña, recuerda no perderte, recuerda gritar si estás perdida, recuerda leer cuando no sepas algo, recuerda llorar hasta tus alegrías, recuerda amar hasta que te duela el pecho.

Recuerda ser feliz.

Para la carta de mi cumpleaños, me escribiste que deseabas que fuese libre, libre de verdad.

Yo deseo que encuentres ese amor que tanto anhelas, encuéntralo y ámalo mucho, no tengas miedo de amar jamás, equivócate todo lo que quieras, ya llegará la persona indicada luego de tantos fracasos, alguien que te ame así, loca por los libros y las parejas homosexuales, que te ame en tus delirios de tristeza mañanera, que te ame con tu danza hipnotizante, que te mire con todo el cariño del mundo, que entienda tus alas y que quiera hasta sostenerlas cuando se pongan grises. Alguien que pueda besarte el alma con solo mirarte, ve y conoce al mundo. Ve y sé tú misma, ayúdale al mundo a ser más justo, ve y encuentra a ese alguien que se enamore hasta de la chica que escribe esas cartas, esas cartas hermosamente rotas.



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En el texto hay: poesia, cartas, el primer amor

Editado: 21.02.2019

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