MARCO
Estoy seguro de que mi confusión es tan grande como la de ella. Debe haber algo más en su peculiar Reino que no esté contando, de otro modo no puedo entender por qué alguien quisiera eliminarla.
Recogemos los platos y la mesa lo más rápido que podemos y nos aseguramos de que todo quede limpio antes de ir a la biblioteca. Todo lo que ella me dirá es merecedor de ser catalogado. Este momento es histórico.
El trayecto de la terraza a la biblioteca es bastante corto, dado que el castillo no es muy grande que se diga. La Princesa camina lento detrás de mí, no hace contacto visual con nada más que el suelo y eventualmente su largo cabello con el que juguetea.
Abro las puertas y trueno los dedos para que las luces se enciendan. Noto que la Princesa me observa con sorpresa.
—¿Qué sucede, su Alteza? —le pregunto dejando que ella entre primero.
—Pensaba que tú… —empieza con inseguridad.
—¿Qué yo sólo era un Umbrakin? —le pregunto sonriendo y ella asiente—. Me temo que no, su Alteza. Soy un Elektrokin también.
—¿Eres un Bielemental? —me pregunta.
—Así mismo —respondo y su cara se llena aún más de confusión. Debo aceptar que me divierten sus expresiones que intenta disimular, pero no logra—. Sé que tienes muchas preguntas, su Alteza y nosotros también.
Le indico una mesa redonda en el centro de la biblioteca, rodeada por los estantes de libros.
Ella toma lentamente asiento, Nadia se sienta junto a ella y Joaquín se sienta sobre la mesa junto a ellas. Como es de su costumbre, toma un cigarrillo y lo enciende. Yo permanezco de pie y saco de las gavetas de la mesa, todos mis papeles con apuntes.
—Bien, ¿Por dónde empezamos? —digo ordenando los papeles sobre la mesa. Me dirijo rápidamente a buscar la Enciclopedia. Dejo caer el peso del libro sobre la mesa y lo abro en la última página escrita—. Bien, parece que el último gran evento de allá arriba fue la pandemia de Coronavirus, ¿No?
—Eso fue hace 18 años —dice la Princesa alzando una ceja—. ¿Qué pasa con eso?
—Es el último gran evento histórico que ha pasado. Por lo menos del cual nos hemos enterado —explica Nadia sacudiendo un poco el polvo que soltó el libro—. Nosotros no sabemos nada de lo que pasa, a menos que los Condenados cuenten sus experiencias.
—Entonces el testimonio de los Condenados es la única información que ustedes reciben de nuestro mundo, ¿No es así? —pregunta la Princesa.
—Ciertamente, su Alteza. No sabemos nada más de lo que los Condenados pueden contar —le digo tomando una pluma y tinta de la gabeta y más papeles—. Ahora dime. Tu país es elementalista desde el 88, ¿No es así?
—Sí, desde 1988[1]. Ese año mis abuelos fueron elegidos Reyes —responde ella mirando los apuntes que tomo.
—¿Y qué más pasó en ese año? Cualquier información extra de la que tenemos nos es útil —le pregunto.
—Pues es llamada la Revolución Elementalista. Primero que nada, se decidió que el poder se repartiera entre los tres órganos del estado y la familia Real. Así se evitaría que los Reyes abusaran de su poder como lo habían hecho antes. Además, los candidatos a Reyes ya no serían solo de la aristocracia. Cualquier Elemental que esté dispuesto a cargar con esa responsabilidad y sea capaz, puede tomar el poder del trono —añado cada detalle de lo que ella dice, los pocos apuntes que hay sobre el tema no son tan complejos como la información que me está dando.
Parece que su timidez y nerviosismo de hace un rato se han reemplazado por entusiasmo al hablar de su Reino.
—Además de ese detalle, ¿Los requisitos para ser candidato siguen siendo los mismos hasta ahorita? —le pregunto.
—Sí, los Reyes se eligen mediante votaciones. La pareja que quiera optar por el poder debe ser mayor de edad, haber contraído matrimonio y compartir el mismo Elemento. Una vez en el poder la pareja debe concebir hijos antes que cualquiera de los dos cumpla 30 años, sino deberán llevarse a cabo otras elecciones —sigue explicando ella.
—Los hijos son bastante importante, ¿No? —pregunta Joaquín liberando humo cuando habla.
—Ajá. Si la pareja recién electa concibe a un bebé de un Elemento diferente al de ellos, deben abandonar el trono cuando el hijo o hija cumpla 18. Pero si el bebé comparte el mismo Elemento con sus padres, él o ella deciden a los 18 si quieren tomar el trono cuando cumpla 25 años.
—¿Y eso es lo que tu acabas de hacer? —pregunta Nadia con curiosidad.
—Exacto. Desde que mis abuelos fueron elegidos Reyes, nuestra familia no se ha ido del trono. Mis abuelos son Cryokines, mi papá también, yo lo soy y podríamos seguir así si yo tuviera un Cryokin también —dice ella con una sonrisa.
Empiezo a sospechar que hay algo extraño en una familia que ha estado en el poder tanto tiempo y que justo cuando su Princesa toma la decisión de ser Reina, desaparece. Me hace pensar que hay alguien que no quería que el legado continuara.
—Ninguna otra familia que haya estado tanto tiempo en el poder, ¿Verdad? —le pregunto indagando más sobre sus extrañas políticas.
Editado: 14.01.2021