— ¡Aqualius! —los gritos de Forgos acabaron por despertarlo de su ensoñación, pese a tener el sueño ligero le costó demasiado despertar.
— ¿Qué ocurre? —gritó de pronto al ser consciente y enseguida se levantó alzándose en toda su estatura e irguiendose por completo siendo más alto que su hermano, tal vez de esa forma impondría respeto y quizá no le preguntara más de lo debido.
— ¡Forgos! —exclamó— ¿Qué haces aquí?, ¿Ha ocurrido algo? —estar en Ágora implicaba no poder comunicarse mentalmente fuera de aquellos muros, se creo con esa condición a pesar de que podría en ocasiones ser más un estorbo que una comodidad pero precisamente por esto se habían trasladado aunque era una base que jamás habían descubierto los morteses y un refugio que les servía de recurso.
— Es Brigit, no se encuentra bien, está cada vez peor desde que te fuiste y Selena no me deja llevarla a un hospital, dice que es inútil.
Aqualius frunció el ceño y un fervor de preocupación le recorrió sus entrañas.
— ¿Qué le ocurre? —preguntó mientras avanzaba hacia la salida ya que tenía que salir de allí en su forma humana antes de cambiar de fase.
— Su temperatura corporal es muy elevada aunque su aspecto exterior es completamente frio. Es demasiado extraño y sé que solo tu podrás bajar su temperatura para que deje de delirar.
Aqualius no sabía que le ocurriría a Brigit pero por los dioses que no fuera nada grave o él se moriría con ella, si era sincero consigo mismo algo también le ocurría a él y no sabía a qué era debido pero por los síntomas que le contaba Forgos sobre su hija, no parecía que fuera lo mismo, aunque ¿En que mundo Brigit iba a tener un síntoma similar a un Elementum?
Si era sincero consigo mismo, no sabía cuantos días había estado fuera porque había perdido la cuenta pero tampoco podía preguntarlo, de lo contrario lo tomarían por un loco. Se había ido para estar como máximo dos días fuera que era lo que tardaría en conducir hasta Plactarium desde Ágora y que llevaría, ¿Dos semanas? No estaba seguro.
— Aqualius —la voz de Selena parecía miedosa, al menos es lo que Aqualius detectó y sintió morir pensando que Brigit estaba más grave de lo normal.
— ¿Está peor? —Forgos puso voz a los pensamientos de Aqualius, que no le dijera que si o peor aún, que estaba muerta pero en el momento en el que Selena entreabrió la puerta para que Forgos entrara, sintió una sensación de olor a lilas como una bofetada en su cabeza que lo ahogaba, era tal la sensación que no lo podía controlar y se retorció para poder respirar porque aquel olor le ahogaba.
— ¿Qué te ocurre? —preguntó Ventus al ver como Aqualius parecía retorcerse de dolor.
— Sácame de aquí —le suplicó Aqualius— ¡Sácame ya! —le gritó mentalmente.
Brigit despertó justo en el momento en el que sintió una calidez extraña, entreabrió los ojos esperando encontrar al dueño de sus delirios, de aquellos sueños que deseaba fervientemente que se hicieran realidad pero en lugar de ello se topó con los ojos azules de su padre y pensó que ojalá hubieran sido otros ojos azules en su lugar, llevaba tiempo sin ver a Aqualius, solo en sus sueños y aun así ella solo suponía que era él, porque no podía verlo, la oscuridad le tapaba.
— ¿Qué tal te encuentras cielo? —preguntó Forgos mientras le acariciaba, su temperatura parecía algo más normal.
— Bien —contestó intentando sonreir— Solo es un virus, probablemente cogí más frio de lo normal —lo cierto es que ella rara vez enfermaba, aunque de pequeña si que lo hacía con más frecuencia, llevaba años sin resfriarse siquiera.
— Tal vez —meditó Forgos— Si tenemos en cuenta que ahora socializas más y que aquí la única que te puede contagiar algo es tu madre y apenas sale, probablemente debas pasar a tu edad ciertas enfermedades para las que tu cuerpo debe crear defensas —la respuesta de Forgos parecía demasiado científica, como si eso lo hubiera estado meditando demasiado tiempo.
— Hablaré con John para que te dé algunas vacunas específicas, tu madre se negaba a llevarte a un hospital pero también es cierto que tienes ciertas peculiaridades que descubrirían.
— ¿peculiaridades? —no pudo evitar preguntar.
— Tu sangre no es del todo humana aunque lo parezca, de ahí que puedas resistirte al fuego —le contestó— cuando nacisteis tu hermano y tu, John os estudió detenidamente y aunque tu presentabas el 95% de características humanas, hay algo que te hace no serlo del todo.
— Que quieres decir papa —preguntó curiosa.
— Posees más fuerza, rapidez y agilidad que una humana normal, aunque nunca te lo haya reconocido porque sé que querías entrenar como lo hacía tu hermano Junior y eso era demasiado peligroso pero no pude evitar que Theras y Ventus te enseñaran algunos trucos de karate —se rió.