Elementum Ii: Aqualius

Capítulo 11

El golpe no se lo esperó, había esperado llamas, explosión o literalmente tener que soportar la ira de su hermano de alguna forma que no aquel puño clavado en su mejilla que le hizo girar la cabeza.

— ¡Papá no! —gritó Brigit al tiempo que trataba de salir de su escondite tras el cuerpo de Aqualius mientras Forgos ahora sí ardía en llamas.

— ¿Cómo te atreves? —gritaba fuera de sí, sus ojos azules cristalinos brillaban ahora casi rojos del fuego.

— ¡Tu mejor que nadie lo sabe! —gritó Aqualius mientras únicamente trataba de contener las llamas.

— Te mataré… —jadeaba mientras Aqualius retrocedía y Forgos avanzaba.

— Me alejé diecinueve malditos años para que esto no sucediera, ¡Me fui por ti! —le gritó para ver si lo entendía de una puñetera vez.

— Y me has estado engañando todo este tiempo mientras te acost… —fue incapaz de pronunciarlo— ¡Es mi hija!, ¡Mi pequeña! —en ese momento le cogió de la garganta apretando con todas sus fuerzas.

— ¡Suéltale! —gritó Brigit mientras su madre le impedía acercarse por su propio bien.

— Forgos, suelta a tu hermano —le inquirió Selena.

— ¿Es que te da igual?, ¿Es que todos os habéis vuelto locos? —gritó con una voz fría y despiadada.

— No se puede hacer nada contra ello, ella es de él y aunque te niegues a aceptarlo, eso no cambiará el hecho de que Brigit nació para traer al mundo al próximo Elementum de Agua.

— No…no dejaré que mi hija pase por lo que tu pasaste…no puedo permitirlo.

Selena hizo un gesto y en ese instante Ventus y Theras cogieron a Forgos, impidiendo que este pudiera moverse.

— No quise que esto fuera así, hermano…nunca lo quise —le habló Aqualius mientras rodeaba de la cintura a Brigit y salían de allí ante unos ojos impasibles de Forgos observándoles marchar.

— ¿Dónde iremos Aqualius? —Brigit estaba algo temblorosa, se había imaginado tantas veces la reacción, pero siempre tenía la esperanza o más bien la creencia de que aunque le costase, acabaría accediendo aunque fuera a escuchar, a razonar… ¿Es que acaso había tenido elección?

— A un lugar seguro preciosa —la rodeó con sus brazos mientras el ascensor ascendía hasta llegar a la superficie.

Tuvo que dar muchas vueltas e incluso hacer gran parte del recorrido sola para que Forgos no pudiera detectar la presencia de Aqualius y encontrarles, pero finalmente tras once horas de viaje llegó a lo que parecía una pequeña isla en el océano pacífico.

— ¡Aqualius! —gritó cuando éste salió del agua con su forma humana ya que el último recorrido lo hizo guiando a Brigit en una pequeña barca mientras él estaba sumergido bajo el agua.

— Ya hemos llegado —le susurró y al mismo tiempo sonrió— ¿Te gusta? —le dijo mientras abarcaba con una mano la pequeña isla.

— Es precioso pero… ¿Estaremos bien aquí?, ¿No nos encontrará?

— No, el velo de agua que hay alrededor de la isla impide que pueda sentirme —Aqualius se acercó a Brigit y la alzó en sus brazos, adentrándose con ella entre la maleza de la vegetación.

— ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? —aunque la situación le hacía estar nostálgica, lo cierto era que deseaba estar con Aqualius…por fin estaban completamente solos.

— No lo sé…ojalá lo supiera pero mientras estemos aquí yo te cuidaré.

— Sé que lo harás, eso no me preocupa, es más…lo anhelo —le susurró.

— Me muero por hacerte mía, no sabes lo que me haces sentir cada vez que rozas tu piel con la mía, cuando siento tu contacto…enloquezco.

Brigit se acercó a él desde su posición entre sus brazos y rozó sus labios con los suyos en un movimiento lento y sensual que solo provocó que Aqualius profiriera un sonido parecido al de un tigre cuando quiere atrapar a su presa y devorase sus labios con fiereza y ardor, no dando tregua alguna a su respiración y acompasado de su lengua que entablaba un larga y tediosa disputa con la suya.

— Y yo necesito ser tuya —gimió Brigit en un vago intento de súplica y necesidad, poniendo voz a lo que su cuerpo de por sí reclamaba a gritos.

Brigit notó la dureza de lo que parecía ser el tronco de un arbol donde se dejaba caer mientras con sus piernas rodeaba el cuerpo de Aqualius cuyos labios vagaban por su garganta ahora, recorriendo cada palmo con su lengua como si estuviera degustando su sabor, cosa que la embriagaba.

El intenso jadeo hizo que éste volviera a ascender para apresar ardientemente sus labios de nuevo, devorando y abrasando cada uno de sus jadeos.

El deseo era tan intenso que estaba segura de que no podía sobrevivir a tanto placer y excitación continua, en un ágil movimiento su camiseta había desaparecido, al igual que su sostén el cuál ahora se hallaría en algún lugar del suelo y cuando notó los labios de Aqualius sobre sus pechos enloqueció y gritó de puro éxtasis.



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En el texto hay: fantasia, romance, romance adulto

Editado: 06.09.2018

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