Forgos estaba enfadado, más que enfadado indignado. ¿Porqué tenía que haber sido el último en enterarse?, ¡Era su hija!, ¿Acaso no tenía derecho a caberarse?
Mataría a Aqualius si lo tuviera ante sus ojos, de todas las mujeres, de todas las posibles féminas del planeta, ¿Tenía que ser precisamente su hija?, ¿Su pequeña?
No… no podía permitir que Brigit pasara por lo mismo por lo que pasó Selena, la misma incertidumbre de creer que no sobreviviría al parto, aquél dolor y desconcierto. Cuando ya no creía que tendría que pasar por aquel trago, por una posible pérdida de un ser amado, resulta que su hija estaba embarazada de su propio hermano y la sola idea de saber que en este momento estaría en sus brazos le enfurecía.
¡Brigit era tan solo una niña! Por más que Selena le hubiera gritado que ella tenía la misma edad cuando se quedó embarazada no era comparable, ¡Por supuesto que no lo era!
Necesitaba saber donde estaban, tenía que encontrarles y arrastrar a Brigit de nuevo a casa y en cuanto Aqualius se refería…que ardiera en el infierno si era posible o lo desterraría a lo más profundo del océano de donde no debería haber salido.
— ¡Diablos! —gritó enfurecido por no poder sentirlo, ¿Dónde diantres se habrían metido para no poder sentir a Aqualius? Ya había ido a Ágora, fue al primer lugar que recurrio por ser el único refugio seguro después de Plactarium.
Regresó a casa, donde a todos salvo a él le parecían normal que Aqualius hubiera raptado a Brigit.
Quizá lo peor era que Selena no le hablaba. Hacía tres días que habían desaparecido y su mujer estaba del lado de Aqualius muy a su pesar, además saber que ella lo sabía durante todo este tiempo le enfurecía y más aún que ella se hiciera la ofendida cuando el ofendido debería ser él por sentirse engañado.
Entró ofuscado en el comedor, no contaba con el apoyo de Theras y Ventus para buscarles porque ellos estaban de su parte también, ¿Es que el único cuerdo con sentido era él?
El sonoro ruido de la olla dejada caer sobre la mesa que contenía el caldo que Selena acababa de preparar le hizo dar un pequeño respingo de la banca para no verse salpicado por esta.
— ¡Que aproveche! —refunfuñó mientras se quitaba el delantal y lo tiraba sobre la encimera al tiempo que salía del comedor.
— ¿No comerás con nosotros? —preguntó Ventus que entraba en ese momento al comedor justo cuando Selena lo hacía.
— No —contestó seriamente— Se me ha quitado el apetito.
Estaba enfadada, ¿Es que acaso no era capaz de entender que su hija estaba pasando por lo mismo que había pasado ella?, Exactamente lo mismo y ni siquiera era algo que podía elegir, cuestionar o comprender… solo tenía que aceptarlo y el hecho de que se opusiera de aquella forma solo hacía que alejara más a Brigit y Aqualius de su lado.
— ¿Hasta cuando vais a seguir así? —preguntó Ventus a Forgos que permanecía en silencio sentado a la mesa.
— No se a que te refieres —respondió eludiendo la pregunta.
— Venga ya —le terció— Selena y tu sois inseparables y ahora ni os habláis, por no decir que ella duerme en la habitación de Brigit.
Forgos refunfuñó al comprobar que su vida sentimental era pública, aunque nunca habia ocultado a sus hermanos lo que sentía por Selena y menos aún le daba vergüenza admitir la necesidad de su cuerpo para con ella, cosa que hasta ahora sus hermanos no comprendían y por lo que él mejor que ellos entendía lo que Aqualius estaría practicando con su hija.
— Te has cargado la cuchara —era la voz de Theras interrumpiendo en la sala, cuando Forgos miró su mano vio que en efecto, acababa de aplastar con la fuerza de su mano la cuchara de metal que tenía entre sus dedos.
— ¿Es que no recordáis que Selena casi muere en el parto?, ¿Acaso no puedo estar indignado por todo esto?, Más aún cuando ha sido con mi propio hermano, ante mis narices y sin darme cuenta.
— Ni que fuera algo que pudieras controlar, aunque lo intentaras, tu mismo sabes que es imposible si ella es su shalah, ¿O es que no recuerdas lo obsesionado y extremadamente protector que te volviste con ella? —le recordó Ventus.
Si, por supuesto que lo recordaba, es más, aún era así.
— Pero Brigit es mi hija, es mi sangre —le reclamó.
— Eso no cambia el hecho de que haya nacido para dar a luz al futuro elementum de agua.
Forgos dio un golpe en la mesa haciendo que todo temblara.
— ¡Estoy harto de escuchar lo mismo!, ¡Es Brigit por todos los infiernos! —gritó.
— ¡Y es la compañera de Aqualius te guste o no! —esta vez el grito era de selena que ante las voces había regresado al comedor.
— ¿Ahora me hablas? —le gritó.
— Si no parecieras un burro que no quiere ver tal y como son las cosas y que no sabe escuchar, te hubiera hablado mucho antes —le contestó en un tono mas plausible.