Elementum Ii: Aqualius

Capítulo 13

La isla en la que se encontraban no era tan grande como en un principio había pensado Brigit que sería. En realidad la había recorrido un día en un par de horas caminando alrededor por la orilla mientras pensaba en lo drásticamente que había cambiado su vida en cuestión de días.

Aquello le hizo pensar que su propia madre había sufrido exactamente lo mismo en sus propias carnes, había sido arrancada de su vida cotidiana, de sus estudios, de sus amigos y su familia de un dia para otro y nunca había vuelto a ser la misma. Aunque por suerte para ella su familia eran precisamente ellos, se encontraba alejada por la incapacidad de su padre para aceptarlo.

¿Lo haría algún día? Llevaban dos semanas allí y aunque era plenamente feliz junto a Aqualius, echaba de menos a sus padres, a sus tíos y sobre todo tenía demasiadas preguntas que hacerle sobre su embarazo a su madre.

— Estás aquí —escuchó la voz de Aqualius a su espalda y pronto sus manos la recorrían desde atrás para posarse en su vientre mientras acariciaba su inexistente panza todavía.

— ¿Qué tal está quedando la cabaña? —le preguntó. Había una pequeña casita cuando vinieron, síntoma de que alguien había habitado la isla en alguna ocasión y donde se sentían algo más cómodos que durmiendo al aire libre por el frescor de la noche, que bien era cierto a Aqualius no le importaba.

— Ya está casi terminada —respondió meciendola entre sus brazos. Lo cierto era que no habían hablado de cuanto tiempo estarían allí, pero aunque por el momento no sintiera deseos de volver, en algún momento de su embarazo sabía que los tendría y más aún, tenía cierta creencia a pensar que necesitaría a su familia al lado cuando llegara el momento, tal vez lo creyera así por las historias de su nacimiento.

— ¿Crees que nos esté buscando? —le pregunté mirando hacia ningun lugar en concreto mientras sentía el contacto de su pecho contra mi espalda.

— No parará… tu padre puede ser muy persistente cuando se lo propone pero tendremos que esperar un tiempo prudencial hasta que su enfado se enfrie y pueda ser más razonable tratar con él.

— No entiendo porque precisamente él no lo comprende. Más aún cuando lo vivió con mamá.

— Eres su pequeña.

Si, eso era cierto… pero igual de cierto que me había convertido en una mujer y que ahora sería madre por más miedo que me diera al principio cosa que aún me aterraba.

— De todos modos me gusta estar aquí contigo —le dije sabiendo que él en parte se sentía culpable de la situación y de alejarme de mi familia que también era la suya.

— Podremos quedarnos todo el tiempo que desees pero si quieres volver, seré capaz de enfrentarme a su ira por ti y te prometo que no le haré daño.

— ¿Y qué hay de ti? —le pregunté girandome sobre mi misma para encararlo— ¿Qué hay de lo que mi padre pueda hacerte?, sé que tu no lo dañarás, lo sé porque sabes que a mi me harías daño y porque es tu hermano, pero no podría soportar que él si te hiciera daño a ti.

— Lo soportaría si tu eres feliz.

— Yo soy feliz contigo Aqualius, reconozco que me gustaría que él lo tomase como mi madre, que comprendiera que no es nada malo sino que el destino lo ha querido así.

— Lo aceptará —Aqualius sonrió en ese momento mientras se acercaba para rozar sus labios— Dale tiempo y lo hará —confirmó pese a no estar muy seguro de sus propias palabras.

Sus labios comenzaron un reguero de besos desde la comisura de su boca hasta su garganta mientras descendía lentamente por su vientre y sus manos presionaban sus nalgas.

— Nunca me canso de ti —jadeó en su oído mientras ella se derretía con ese tono ronco que dejaba entrever el deseo inaudito de su cuerpo.

— ¿Eres insaciable? —el tono de Brigit dejaba entrever una sonrisa.

— Lo confieso, me haces ser insaciable —contestó en el mismo momento en el que la alzaba y antes de que ella pudiera mencionar palabra alguna, la sensación de sentirse llena de nuevo le invadió provocando un profundo gemido de placer por respuesta.

Los días pasaban hasta convertirse en semanas y posteriormente en meses, probablemente llevaban algo más de dos meses en aquella isla. Pese a no tener espejo alguno, solo el reflejo en el agua, su pequeña pancita comenzaba a formarse ligeramente y sentía cierta nostalgia por solo poder compartir todo lo que sentía solo con Aqualius.

Nostalgia, esa palabra se asentaba cada vez más en ella. Necesitaba a su madre pero aunque Aqualius le decía que volvería por ella y se enfrentaría a su padre ella se negaba, no estaba segura de lo que Forgos podría hacerle y en su lugar querría hablar primero ella con su padre solo que ante aquello Aqualius se negaba por temor a la ira de su padre, como si él pudiera hacer daño a su propia hija, pensaba Brigit que era hasta inmune a su fuego.

Necesitaba trazar algún plan, el tiempo comenzaba a pasar y aunque aún faltasen muchos meses para dar a luz a su hijo, en algún momento debían volver. Solo era capaz de alimentarse de fruta ya que ni el pescado ni la carne que Aqualius traía y cocinaba era capaz de retener, pero llevaba varios días sin tolerar tampoco la fruta y creía que moriría de inanición a este paso. Sabía que él estaba preocupado por ella pero no podía hacer nada, no tenía a quien preguntarle y ella se negaba a que él saliera para ser encontrado por Forgos antes de poder siquiera defenderse, no, ella tendría que salir y volver a casa sin que Aqualius se diera cuenta.



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En el texto hay: fantasia, romance, romance adulto

Editado: 06.09.2018

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