Elementum Ii: Aqualius

Capítulo 14

Brigit escuchaba voces, sonidos de disparos, gritos… se escuchaban algo lejanos, no sabía que era todo aquello pero su visión era bastante borrosa cuando pudo fijar la vista y comprobó que lo era porque a su alrededor había hielo, un gran bloque de hielo cuando lo tocó con la mano pero podía escuchar algo al otro lado…se estaba derritiendo.

Se giró y gritó al encontrar a un hombre muerto con los ojos abiertos, ojos que no eran naranjas se dijo al verlo y cuya sangre se podía apreciar casi seca saliendo de las fosas nasales. No sabía como habría muerto pero tenía la certeza de que Aqualius era responsable de ello.

— ¡Aqualius! —gimió acercandose a la pared del muro de hielo y aporrearlo con sus manos mientras intentaba ver algo a través de la borrosidad que este le impedía ver.

— Por favor que esté bien —casi suplicó, en esos momentos desearía con todas sus fuerzas que sus tíos vinieran a ayudarle, eran demasiados morteses para combatirlos todos él y sabía que Aqualius era lo suficientemente estúpido para enfrentarse solo a todos ellos.

Por más hombres que matase, volvían treinta más, ¿Es que eran una fuente inagotable?

No podía evitar mirar cada instante a la cueva de hielo en la que había hecho prisionera a Brigit para protegerla, solo esperaba que ella se encontrara bien después del golpe en la cabeza que le había proporcionado aquel tipo que no dudo ni un segundo en matar. No tuvo tiempo de ir hasta ella, cuando escuchó las ordas de morteses llegar, la protegió de la única forma en la que le fue posible…

Había retirado las cortinas de agua, había pedido ayuda a sus hermanos ¡Por todos los cielos!, ¿Dónde estaban?

En aquel momento sintió un gran impacto y observó como el hielo de la cueva que había creado para Brigit se desquebrajaba. Cientos de lo que parecían soldados morteses bien armados y equipados se acercaban hasta él y en ese momento supo lo que tenía que hacer o los dos morirían, corrió hasta Brigit y de un puñetazo rompió el hielo que de por sí estaba resquebrajado y la acogió entre sus brazos.

— ¿Confias en mi? —susurró mientras la apretaba con fuerza.

— Siempre —respondió sin pensar.

— ¡¡Ahhh!! —gritó Aqualius tras sentir un dolor puntiagudo en su costado.

Brigit no sabía que ocurría y antes de que pudiera reaccionar una ola gigantesca arrasaba con toda la isla con tanta fuerza que le costaba permanecer agarrada a Aqualius.

— ¡No te sueltes! —le gritó él.

Ella se aferró a él mientras la corriente les arrastraba mar adentro.

A pesar de la fuerza, consiguió sujetarse a él, tenía que hacerlo y de algún modo intuía que Aqualius no estaba bien porque él podría controlar esa corriente y no lo hacía. En el momento que el mar se tranquilizó lo notó, Aqualius se estaba desvaneciendo entre sus brazos.

— Mírame —le inquirió al ver que él apenas respondía.

— No puedo… me pesan los párpados.

— ¡Aqualius mírame! —le gritó desesperada. No podía morirse, ¡El era inmortal!, ¡No podía morirse!

— ¿Estáis bien? —en su vida Brigit se había alegrado más de oir una voz conocida.

— ¡No! —gritó llorando desconsolada por la presencia de Ventus que se mantenía en el aire gracias a su poder.

—¡Mierda!, ¡Le han herido! —dijo como si no solo informase a Brigit, sino también a sus hermanos.

— ¡Tienes que ayudarle! —le gritó Brigit a Ventus.

— Theras y tu padre están llegando en un barco para transportaros, si azoto el viento la corriente os arrastrará.

— ¡No hay tiempo Ventus!, ¡Se muere! —gritó de nuevo mientras sus lágrimas seguían saliendo sin parar.

— Está bien… empujaré yo mismo el barco —dijo antes de desaparecer.

— Por favor no te mueras —susurró Brigit mientras Aqualius se dejaba caer en su pecho y ella seguía moviendo sus piernas para evitar que se hundieran.

— Cuida a nuestro pequeño chispita —susurró con voz casi inaudible.

— Le cuidaremos los dos, no te vas a ir a ningún sitio —le contestó airadamente.

— Ambos sabemos lo que ocurrirá cuando me vaya y él es el único futuro —sus palabras apenas se podían oir.

— No me puedes dejar sola, no puedes irte, me moriré.

— No morirás, serás fuerte, por mi…por nuestro hijo…

— Si te vas me enfadaré…te odiaré…

El silencio que obtuvo por respuesta hizo que Brigit entrara en pánico.

— ¡No! —gritó— ¡No! —podía notar el peso muerto de Aqualius entre sus brazos y el cielo que comenzaba a ennegrecerse.

En el momento que miró al cielo como se oscurecía de una negrura que jamás había visto en su vida, tres cuerpos emergieron a su alrededor y una luz brillante se comenzó a reflejar en el agua mientras observaba como su tío Ventus, su tío Theras y su Padre Forgos, permanecían con los ojos cerrados y sus manos puestas en el cuerpo del que para ellos era su hermano y para ella, el único amor de su vida.



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En el texto hay: fantasia, romance, romance adulto

Editado: 06.09.2018

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