Realmente no sabría por dónde empezar, ni que decir…
¿Cómo se supone que debería de relatar todo lo que viví? Si nunca me sentí protagonista de mi propia vida. Siempre fui lo que los demás quisieron que fuera.
No fui Elena.
No fui esposa. No fui madre, hermana, ni hija.
No fui nada.
No tenía presencia en ningún lugar.
No era extrañada ni recordada por nadie; y, quizá, así sería hasta el fin de mis días, donde mi soledad seguiría siendo mi única compañía.
¿Podía hacer algo para cambiarlo? ¿Había... tan siquiera una única ocasión donde yo pudiera decidir por mi?
Muchas e incontables veces pensé que la mejor opción para acabar con el martirio que experimentaba día tras día era la muerte… Pero, qué difícil me resultaba decidir entre vivir y morir, y esto, a pesar de saber que no vivía con dignidad.