Elisa miraba con intriga al grupo de atletas de la universidad. Si podía ser honesta la vida no era tan mala, incluso sin la presión de asistir a cenas y reuniones en el club de sus padres se consideraba libre por primera vez. Los meses empezaron a quedar atrás, uno de los deportistas se interesó en ella y casi inmediatamente comenzaron a salir, a sus padres se los presentó cuatro meses después.
Ambos parecían felices de verla con novio, así que les invitaron cada vez que podían. La sorpresa se dio cuando tras seis meses de relación se casó con Manuel Lopez a escondidas. Para Ignacio y Sebastián fue una noticia agridulce, ambos pensaban que si escondía algo así era por alguna razón poderosa pero guardaron silencio e investigaron.
Cuando nada malo apareció en el expediente del tipo, se quedaron algo tranquilos y lo atribuyeron a una vida demasiado llena de presiones. El primer año de matrimonio fue duro, ambos asistieron a cenas en casa de los padres de Elisa, incluso almorzaron con Sebastián e Ignacio, ambos veían el cambio en ella, lucia apagada y sin la chispa que la caracterizaba pero ella les dijo que estaba cansada pues la carrera era difícil, detestaba administración de negocios. Eso conjugado con los entrenamientos de Manuel para ser tomado en cuenta para football profesional les tenía la vida hecha un caos.
Cuando llegó el turno de que conociese a su suegra, Elisa estaba tensa. Resultó ser demasiado callada, nunca le llevaba la contraria a su hijo e incluso le miraba con temor pero Manuel era un buen esposo y prefirió no indagar mucho en el asunto. Si alguien sabia sobre padres difíciles esa era ella.
Quizás la señora era tan dura como sus propios padres.El 2 de diciembre se celebró una cena en casa de Elisa y Manuel por el cumpleaños de Alejandro. Sebastián en aquella ocasión llevó a una de sus novias de turno, su trabajo no le permitía relaciones duraderas así que no se complicaba. Por algunos segundos se sintió inquieto por su amiga pero desechó rápidamente sus pensamientos.
Su nivel de trabajo era intenso, viajaban de una ciudad a otra resolviendo casos que ameritaban su presencia. Muchos eran resueltos por la policía local pero cuando necesitaban a la unidad de Análisis del Comportamiento, entonces debían desplazarse.
La cena transcurrió en aparente calma pero Elisa actuaba distinta, él la conocía demasiado bien. Era como si estuviese consumiéndose y nadie parecía notarlo. Al día siguiente tomó una decisión. Como llevaba muchos meses fuera se quedaría el fin de semana.
Tras hacer algunas compras en la ferretería se encaminó a casa. De pronto la vio, Elisa caminaba con algunas bolsas hacia su auto y como lo más normal del mundo sonó el pito del auto para que le viese y gritó su nombre para lograr llamar su atención, pero ella dejó caer todo y salió corriendo. Aquello no le gustó por lo que estacionó su vehículo para seguirla, ella corría entre la gente y se deslizó por un estrecho callejón. Tras lograr esquivar a quienes estaban en la acera le alcanzó. El sol casi estaba oculto y por eso para ella, Sebastián no era más que una sombra amenazadora.
Parecía querer escaparse pero estaba atrapada con él.
— ¿Eli?