La calma duró poco, después de que ellos se marcharan decidió ordenar algunas cosas, recuerdos de infancia que guardaba en una caja.
Estaba terminando de acomodar algunas cosas cuando sonó el teléfono.
Por costumbre y miedo, nunca contestaba. Aprovechaba que Ignacio le había dado una contestadora que incluía un dispositivo para grabar y rastrear las llamadas entrantes, así se evitaba situaciones desagradables.
Mientras escuchaba el mensaje una sensación de frio intenso se apoderó de su cuerpo.
—Hola cielo, te dije que iba a encontrarte y déjame decirte que tienes una casa hermosa. Pero cielito, te advierto una cosa, si descubro que te has revolcado como una vulgar puta, vas a pagármelo. Por suerte se han marchado, de lo contrario....
Sin saber qué hacer, llamó al rancho. No podía abandonar la casa porque él estaba ahí afuera en cualquier lugar.
— ¿Diga?
—Mauricio... él sabe dónde estoy, los vio marcharse de aquí.
Cuando el celular de Mauricio sonó, Antonio esperó. A esa hora podía ser Elisa y debía pasar algo, de lo contrario no les llamaría pues asumiría que estaban trabajando en el rancho para resolver lo del incendio.
Mauricio estaba bastante pálido.
—Quédate ahí Elisa, Antonio y yo vamos hacia allá.
Tras colgar el teléfono, Mauricio comenzó a moverse a toda velocidad, llamó a gritos a su Pat, su ama de llaves a quien le indicó que preparara la habitación de
invitados y se dirigió a explicarle a Antonio.
—El ex esposo de Elisa está afuera de la casa. Nos vio marcharnos de su casa.
—Vamos a traerla aquí.
—Sí.
Tras colgar con Mauricio, Elisa decidió esconderse en la cocina, el lugar estaba bastante protegido y cerca de la puerta para escuchar si llegaban sus salvadores.
Unos cinco minutos después, golpeaban su puerta.
—Elisa abre, somos Mauricio y yo.
Sin pensarlo dos veces se arrojó a los brazos de Antonio, quién la sujetó con fuerza mientras Mauricio recorría la casa en busca de indicios de que hubiesen forzado alguna puerta.
— ¿Cómo sabes que está fuera?
—Dejó un mensaje en el contestador.
—Voy a sacar la cinta y guardarla, nunca se sabe si vamos a necesitarla. Deja que Mauricio te ayude a empacar algo de ropa y cosas importantes. Esta casa no es tan segura como nuestro rancho.
—Puedo empacar todo sola, ya tu hermano revisó y no hay nadie arriba.
Mientras Elisa estaba en su cuarto, Antonio y Mauricio se movían poniendo en bolsas las cosas que les parecían importantes, como unas fotos que tenía Elisa sobre una repisa,, algunos medicamentos que estaban en la cocina.
Llenaron la tercera bolsa y la llevaron a la camioneta del rancho, solo faltaba Elisa.
Estaban recorriendo la parte trasera de la casa cuando vieron unos tarros de gasolina cerca de la bodega.
—No me gusta nada, vamos a apurarla.
—Lo mismo pienso yo, el bastardo planea quemar la casa.
—Pero no con nosotros aquí.
Un grito atravesó el silencio de la noche, estaban tan absortos revisando el terreno que se alejaron de la casa dejando a Elisa sola.
Antonio corría más a prisa que Mauricio y entró primero a la casa. La habitación de Elisa tenía la puerta cerrada, por debajo comenzó a salir humo.
—Tenemos que derribar la puerta, Mauricio.
—Hay mucho humo, el bastardo va a quemarla viva.
—No si puedo evitarlo.
Tras unos buenos golpes la puerta cedió. Elisa estaba en el suelo con un corte en la cabeza y amarrada a una de las patas de la cama.
Antonio...
Tranquila, cielo.
¿Porque la maldita cuerda no cedía...?el bastardo había amarrado a Elisa, si no lograba soltarla pronto morirían ambos, pue él no dejaría aquella habitación sin ella.
Te amo y me hubiese encantado convertirme en tu esposa.
Todavía hay tiempo dulzura, voy a sacarte de aquí.
Una vez que logró soltarla, la tomó en brazos y la sacó lejos del lugar. La colocó sobre el zacate y vio que estaba inconsciente, tras revisar que no respiraba y su corazón no latía, inició con el rcp (técnica de reanimación cardiopulmonar)
Hizo solamente un ciclo de 15 compresiones y dos respiraciones cuando Elisa comenzó a toser violentamente, Mauricio le llevó agua para que tomara un poco.
La pusieron en el auto y salieron hacia su rancho. Pat, su ama de llaves se asustó un poco, no solo con la pobre mujer que estaba cubierta de suciedad, la cual dejaba claro que estuvo en un incendio, sino con la imagen de Antonio cargándola y no como a un saco de