Elizabeth

22

-Quiero deciros algo. Mañana con las primeras luces del alba, mis hijos y yo nos marchamos a nuestra casa, dije

-No te puedes ir, contestó Duncan.

-Me iré, además hoy estuvimos hablando de eso y teniendo en cuenta que no puedes renunciar a tus obligaciones yo me marcho.

-Déjala Duncan,es lo mejor que puede hacer, dijo Marian.

-Cállate Marian, estoy hablando con mi mujer. Beth, te prohíbo marcharte.

-A mi hija tu no le vas a prohibir nada.

-Soy su marido, no se puede marchar. No, no y no.

-Por qué no hijo? le preguntó el Rey. Hace 1 año que está aquí encerrada,ocupándose de sus hijos. No le prestas atención alguna, de hecho, en las cenas y en los bailes que estuvimos invitados llevabas a Marian no a tu mujer.

-Si me llevé a Marian, era por qué Beth siempre decía que estaba indispuesta o que no quería ir.

-Quien te decía eso Duncan? pregunté roja de ira.

-Marian, que era la que siempre subía a preguntarte.

-Si ella te decía que estaba indispuesta, por que no me buscabas ?

-Por que nunca querías que te molestarán.

-Duncan nunca, me escuchas, nunca Marian subió a comunicarme nada sobre ningún baile o cena.

 

Dicho esto me levanté y subí a mis aposentos. Dí la orden de que saldría ahora. Desperté a mis hijos, los vestí y con una mano sujetaba a Sofia que iba andando y en brazos a Jorge. No iba a ser tan cobarde y marcharme sin decir nada, así que pasé al salón donde mi padre y Duncan estaban discutiendo, pero se callaron cuando me vieron.

-Me arrepentí. Me marcho ahora mismo

-Beth, no te vayas ahora. Quédate esta noche

-No, lo siento pero ya he tomado la decisión.

-Hija, me voy contigo, dijo mi padre.Duncan, seguiremos con esta conversación.

Mi padre se levantó de la mesa, beso la frente de mi madre. Vino a mi lado, cogiendo a Sofia en brazos.

-Mi niña, mañana estaré contigo. dijo mi madre.

 

Salimos del palacio. Al subir a la carroza, una lágrima salió de mis ojos.

-No llores hija mia, sabes que pase lo que pase nunca estarás sola.

-Padre, tengo la impresión de que me equivoqué al casarme con Duncan.

-Los errores siempre se pueden arreglar.

No volvimos a hablar, de echo, llegamos a la casa que Duncan y yo compartimos y cada uno se fue a su dormitorio. Dormí todo el día, hasta que mi madre me despertó por la tarde.

-Niña, tus hijos te necesitan.

 

 

MESES DESPUÉS.

 

Todo este tiempo estuve al lado de mis hijos, viéndoles crecer. Hoy, mi pequeño Jorge, cumplía un año. Estaba muy feliz, aunque dentro mio había una parte que quería llorar por Duncan.

Desde aquella noche que me marché, no lo volví a ver. De vez en cuando recibía alguna carta suya, que no quería leer. Siempre se la daba a mi madre y ella era la que le contestaba. Pero hoy, no era día de lamentos. Hoy celebraba que el Príncipe cumplía un año, un año desde que estaba conmigo, en mis brazos.

-Mamá,vendrá papá? Le echo de menos, dijo mi Sofía

-No lo se cariño. Te has peinado? ella negó con la cabeza. Pues ve a que te peine tu nana.

-Crees que vendrá? preguntó mi padre que estaba sentado en el sofá. Me acerqué y me senté en uno de los sillones.

-No creo, no vino ni para el cumpleaños de Sofia ni para el mio.

-Hija, que te parece la idea de volver con nosotros a casa?

-Os vais a ir papá?

-Hace más de un año que no volvemos a casa. Es hora de volver, por lo menos para ver como están las cosas por ahí.

-No se papá, pero prometo pensármelo.



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En el texto hay: highlands, elizabeth, duncan

Editado: 25.09.2018

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