El mar amargo levanta los ropajes de una caravana multicolor, albas velas y luz y dagas humedas. Una raza que busca ante la ceniza o en medio de la lluvia la bruma el viento, todavia el instante en que las luces vacilan lejos en el poniente. Mas alla se despliega en la profundidad de un bosque un nido de bestias blancas, caballeros de antiguas tradiciones fragmentados por las guerras. El ambiente huele a magia y ciencia, las ciudadelas cultivadas en los continentes de Ebel, escucharan pronto las historias de sus hijos.