—Hoy es el día de descanso donde todos los estudiantes podrán pasear por el instituto sin tener que ingresar a clases, los profesores también podrán tomar el día para descansar. Es una nueva rutina que se creó en el colegio para hacer desaparecer el estrés una vez al mes, se formaron juegos para este día y hay hasta un salón que lo adecúan para tomarse fotos con los compañeros mientras se puede escuchar música —explicaba Alejandra mientras todos caminaban por el pasillo. Había un cierto ambiente divertido recorriendo el lugar.
—Menos mal que hoy no se dio clase porque yo no había hecho la tarea —dijo Tomás y soltó una carcajada.
—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó Mateo.
—Vamos a una competencia de comida que se va a hacer en el patio trasero —sugirió Josef.
Al llegar, encontraron unas mesas blancas llenas de comida y a su alrededor varios chicos comían como si hubieran pasado un año sin ingerir alimento alguno. Los estudiantes que los veían gritaban para animarlos.
—¡Yo quiero competir! —gritaba Tomás animado.
—Es mejor que no, sufres de indigestión —sugirió Josef.
Pero Tomás no hizo caso, se escurrió entre el tumulto de estudiantes y después se le pudo divisar en las mesas, había un chico que ya no podía comer más, le dio el turno a Tomás quien empezó a comer unas hamburguesas a grandes bocados.
—¡Oye, la competencia ya comenzó! —gritó un señor, pero Tomás lo ignoró por completo y los estudiantes lo animaban a comer. Pronto le trajeron una bandeja grande donde había mucho arroz con pollo, carnes, también le trajeron una jarra llena de limonada y algunos perros calientes.
—Está loco —soltó Alejandra un poco asqueada al verlo comer con la boca regada de todo tipo de salsa.
El que ganó la competencia fue Tomás, todos gritaban y aplaudían, su barriga parecía como si tuviera nueve meses de embarazo, aunque él se sentía orgulloso con su hazaña, el regalo fue una cena para dos personas en un restaurante, algo que lo desmotivó mucho, iba a ese restaurante siempre a comer con sus padres.
Mientras, el resto del grupo estaba viendo cómo bailaba un grupo de chicas unas canciones algo movidas y un poco atrevidas, pronto llegaron los profesores y le dijeron que no podían bailar ese tipo de música dentro del plantel. No la estaban pasando muy bien, había muchas restricciones en el colegio.
—¡Ay chicos! —gritó Tomás, se le veía un poco mal, su rostro mostraba lo sufrido que estaba.
—¿Qué te sucede? —preguntó Josef— ¿estás enfermo?
—Me siento algo mal —confesó mientras llevaba una de sus manos a su barriga y le hacía pequeños masajes circulares. Dejó salir un eructo.
—No se te nota —dijo Keidys con mucho sarcasmo.
—Creo que la salsa tenía algo —dijo y todos lo repararon de pies a cabeza.
—Te dije que no te metieras en esa competencia —reprochó Josef algo enfadado.
—Ay, necesito ir al baño —soltó Tomás y empezó a caminar rápido en busca de un baño.
Llegó hasta un pasillo donde estaba la entrada de un baño, al estar a punto de entrar encontró la chica de cabello rojo que anteriormente se había burlado de él (Claudia). Los dos se quedaron viendo con una mirada muy poco amigable.
—¿Qué me miras, pendejo? —preguntó la chica cruzándose de brazos.
—Nada, tú eres quien me empezó a mirar —respondió Tomás achicando un poco sus ojos.
—Ni que hubiera algo bueno que ver ahí, conozco a chicos que son muy hermosos, tú pareces un perro con hambre —Claudia soltó una carcajada.
—Ya cállate, no estoy de humor como para tener que soportarte, rana platanera —Tomás entró al baño. Al salir vio a la joven que lo esperaba con un recipiente de tamaño mediano lleno de agua.
—¡No me vuelvas a decir rana platanera! —le gritó y le arrojó todo el líquido encima.
Tomás quedó totalmente paralizado al sentir un corrientazo por todo el cuerpo por lo fría que estaba el agua. La chica salió corriendo soltando grandes carcajadas.
—¡Maldita, esas me las pagas, deja que te encuentre! —gritó Tomás, aunque no estaba seguro de que ella lo haya escuchado.
Tomó el mismo recipiente y buscó algo de tierra en el patio del colegio, echó algo de agua, además, como había un pequeño zoológico en el colegio buscó algo de excremento de algunos animales y revolvió todo ello en el pote.
—Ya me vas a conocer —susurró cuando la encontró hablando con un joven, parecía que eran algo, ya que hablaban muy cariñositos, pero aquello no le importó en lo absoluto.
Se acercó lentamente y alzó el recipiente y ¡flash!, como la joven era un poco más baja de estatura que él (ya que Tomás era bastante alto), pudo con mucha facilidad bañarla de pies a cabeza.
—¡AH…! —gritó Claudia al oler aquel horrible aroma, era repulsivo y su uniforme el cual se esmeraba por tener impecable había tomado un color barroso y su cabello rojizo estaba masacrado con algunas bolitas que no le gustaban para nada.
—¡¿Qué rayos te crees?! —gritó el muchacho quien se encaminó a Tomás para pegarle.
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Editado: 13.05.2023