Los días en la cabaña se estaban acabando, y Alejandra se sentía muy mal como para poder salir de su cuarto:
—Dios... Mi cabeza... —sollozó.
—Toma, debes estar sedienta —escuchó la voz de Tomás.
Se acomodó en la cama y lo observó detenidamente, estaba con un jugo de naranja:
—Lo preparé para ti, quiero disculparme por haberte tratado mal anoche, fui muy grosero. Perdón —dijo Tomás, se sentó en la cama y mostró una sonrisa.
Aquellas palabras estremecieron el pecho de la joven, había esperado tanto la noche anterior para poder escucharlas, estaba muy mal, la pasó pésimo por aquel acto que hizo. Aquella declaración que tanto había repasado una y otra vez fue despreciada por el mismo joven que ahora pedía perdón, ¿es justo el que una persona se vaya una y otra vez y cuando quiere volver solo debe hacerlo?, ¿qué sucede con la persona que lo espera? Aquella que se sienta a contar los minutos, las horas, los días, aquella persona que llora en las noches por su ausencia ¿qué sucede con ella? ¿Debe dejarlo quedarse en su corazón?
—Tranquilo, sé que no lo hiciste para hacerme daño —respondió Alejandra.
Tomás sonrió y le dio un beso en la frente:
—Eres la mejor amiga que he tenido —soltó y después salió del cuarto.
Al estar Alejandra sola soltó el llanto "mejor amiga" aquel título que duele tanto cuando se trata de amor no correspondido.
Todos estaban sentados afuera de la cabaña, había música y un ambiente un poco aburrido.
—¡Oigan! —gritó Keidys, se quitó la camisa y corrió a la playa y se metió en el agua— vamos a bañarnos un rato, el día está genial, solo un rato.
Mateo corrió y saltó salpicando a Keidys, Claudia que tomaba cualquier excusa para poder armar el desorden corrió con bolas de barro y empezó a tirarlas:
—Vamos Alejandra —dijo Josef animado— el agua sirve para la jaqueca.
Tomás la tomó de las manos y Josef de los pies:
—¡No! —gritó la joven cuando vio que la iban a tirar en el agua.
Todos la estaban pasando muy divertido, el sol estaba radiante y el momento se volvió perfecto:
—Ven Claudia —dijo Mateo e hizo que la joven se acostara en la arena, ella que seguía cualquier juego quedó quieta—, ¿no te duelen tus raspones?
—Ya no, tranquilo —respondió la joven sonriente.
—Menos mal —soltó Mateo.
—¿Por qué me hechas tierra? —preguntó la joven.
—Voy a enterrarte —respondió Mateo echando tierra encima de la joven.
—Eso se escuchó tan pervertido —dijo Claudia. Los dos soltaron carcajadas.
Los demás llegaron a ayudar a la misión que tenía Mateo:
—Listo —dijo Mateo cuando solo se veía el rostro de Claudia.
Keidys tomó una foto y después todos se sentaron alrededor de Claudia para una foto grupal:
—Me dibujaron un pene, ¿acaso me ven cara de hombre? —dijo Claudia. Todos soltaron la carcajada— si me pudiera mover los mataría a todos.
Ya era momento de volver a la ciudad, la habían pasado muy bien, iban en dos autos, se podían ver las montañas de un lado y el hermoso paisaje de la playa del otro lado:
—Debemos volver en otra ocasión —le dijo Josef a Keidys.
—Claro —respondió la joven muy sonriente.
—La graduación está cerca, eso quiere decir que tu partida será pronto —soltó Josef, llevó su mirada a la ventana, sintió que Keidys recostó su cabeza en su hombro.
—Me iré, pero no haré ausencia, todos los días voy a llamarte y hablaremos mucho, vendré a visitarte o tú irás a visitarme. El que yo me vaya no quiere decir que dejaremos de ser novios —explicó la joven.
Mateo era el que iba manejando el auto, a su lado estaba Claudia, los dos escucharon aquellas palabras que Keidys le había dicho a Josef. Los dos jóvenes se miraron y mostraron unas sonrisas que en realidad no eran muy alegres.
Hay dos tipos de sonrisas, las que son de amabilidad y alegría. Hay otro tipo de sonrisa que es para hacer sentir a una persona que se siente triste feliz, pero solo empeora la situación, es más como una sonrisa de lástima y esa era la que aquella pareja se mostraban.
Alejandra y Tomás iban en el otro carro, el joven podía ver que la chica estaba bastante triste:
—¿Qué te sucede? —inquirió Tomás.
—Tengo algo de sueño —respondió la joven.
—Duerme un poco, nos falta mucho para llegar a la ciudad —recomendó el muchacho.
Alejandra llevó su mirada a la ventana, como quería que aquella situación se acabara pronto, tenía un anhelo de poder conocer a alguien que le diera amor, algo lindo, tierno, que no fuera como el presente.
Gabriel estaba en el parque tomando fotos a su perro que corría detrás de las palomas, una niña pequeña empezó a correr detrás del perro y sus padres no dejaban de reír. Le gustaba poder capturar momentos como aquellos, aparte de que la luz era perfecta y la fuente que estaba detrás de ellos hacía que aquella imagen fuera inigualable. Era un momento en el cual se sentía bien, a gusto con su vida.
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Editado: 13.05.2023