Es media noche y nos encontramos en el camino de tierra del parque, tengo el anillo en mis manos y los nervios están haciendo una fiesta en mi interior.
—Tengo miedo—le confieso a Kilian. Él me mira al escucharme hablar.
—Todo va a estar bien, te lo aseguro.
—Kilian…—Coloca un dedo en mis labios silenciándome
—Shh, seremos libres—sonríe—. ¿A la de tres?—yo asiento—. Muy bien. Uno. Dos… Tres.
— Érebo solicitamos tu presencia, ayúdanos a romper la maldición—decimos juntos y a los pocos segundos, el Dios se encuentra frente a nosotros.
— ¿La tienen?—me acerco lentamente y le extiendo la caja.
Él al tenerla en sus manos, sonríe con felicidad, abre la caja de cristal y coge el anillo que reposa en un almohadón forrado en seda blanca.
—Muchas gracias por devolverla.
— ¿Ahora puedes quitar la maldición?
Él me mira después de escuchar a mi pregunta, una sombre cubre sus ojos y mi cuerpo empieza a temblar.
—La única manera de lograr revertir una maldición, es a cambio de una vida. No hay otra manera.
— ¡Pero tú dijiste que necesitabas tú anillo como ofrenda!—grita Kilian.
—Son las reglas chicos, una vida por otra vida.
Lloro en silencio, no puedo ser capaz de asesinar a otra persona, los ojos de Kilian se encuentran brillantes de la furia que trae consigo. No puedo hacerle esto, ya viví mucho en este mundo. Érebo como si leyera mis pensamientos, sonríe con tristeza.
— ¿Estás segura, Helena?—asiento a su pregunta.
— ¿De qué debes estar segura, Helena?—interroga Kilian.
—Vas a romper la maldición si una persona desea entregar su vida por la tuya—susurro—. Voy a darte mi vida.
— ¡No!
—Es mi decisión, Kilian.
— ¡No lo voy a permitir!—porfía acercándose a mí.
—Gracias por intentarlo, pero tú lo mereces más que yo.
—No, Helena…—Toma mi mejilla con su mano y me mira a los ojos—, no lo hagas, te lo suplico.
—Solo… Vive ¿Ok? Sé feliz, intenta que todo esto no haya sido en vano—Y lo beso. Necesitaba hacerlo.
Sus labios se amoldan a la perfección con los míos, chupa mi labio inferior y cuando siento que quiere llegar a más, me separo.
—Gracias, Kilian.
Le doy una última mirada y luego me alejo, acercándome hacia Érebo.
—Me entrego a ti a cambio de que Kilian obtenga su vida de vuelta—murmuro.
—La vida de Kilian está de vuelta.
Y todo se apaga a mí alrededor, como un interruptor de una luz que alumbra una habitación.
Ya no hay más voces, ni torturas o desesperación. Solo hay paz, soy feliz y puedo descansar.
Tal vez, para conseguir la felicidad, la paz y a luz, es necesario prestarle la ayuda al que lo necesite. Kilian lo hizo conmigo y… yo lo hice con él.
Kilian tuvo su vida de vuelta y yo, no tuve más voces que me atormentaran. Mi deuda está saldada. Ahora mi nombre cobra sentido, tal vez Helena era lo indicado para mí, soy mi propia luz.
Una luz que brilla en la oscuridad.
FIN.