Meto la llave en la cerradura y abro la puerta lentamente tratando de no hacer ningún ruido, ya que todavía es demasiado temprano para que alguien esté despierto un fin de semana. Así que cierro con el mismo cuidado a mis espaldas y dejo mi maleta a un costado del recibidor para caminar hacia el pasillo pasando por la cocina
Me detengo frente a una puerta color blanco con estrellas azules y mi corazón late a mil por hora de lo ansioso que se encuentra cuando comienzo a abrirla y las paredes coloridas de su habitación van quedando en mi campo de visión.
Lo veo en su pequeña cama descansando como un angelito, envuelto y calentito. No puedo evitar acercarme y sentarme a la orilla de esta, mientras observó cada pequeño detalle de su carita, sus pestañas largas, su pequeña nariz respingona y sus tiernas mejillas sonrosadas que me hacer verlo con ternura y querer darle un beso en ellas.
No lo resisto y paso mi mano por su cabello rubio que se encuentra revuelto y me hace pensar en como una persona se puede parecer tanto a otra y como puedes amar tanto a una persona desdé antes de siquiera conocerla. Confieso que al principio estaba asustada pero jamás dude ni un instante en querer conocerlo y saber cómo sería.Ahora que lo conozco es cierto eso que dicen “cargarlo nueve meses para que al final se parezca al padre ” pero está bien.
No me doy cuenta de que mi mano seguía acariciando su cabello y estoy por detenerme para no despertarlo pero, al parecer ya es tarde cuando me encuentro esa mirada azul viéndome con tanto cariño.
– Lo siento cariño, te desperté – le digo sintiéndome culpable por haberlo despertado tan temprano y no dejarlo descansar un poco más.
– no– dice con su tierna voz para seguido de esto abrazarme con todas sus fuerzas y como buena mamá sentimental que era, le regresó el abrazo con la suficiente fuerza para no lastimarlo y dejo salir las lágrimas de mis ojos.
– te extrañe tanto cariño – le digo para despegarlo un poco de mi cuerpo y tomar entre mis manos su rostro para llenarlo todo de besos mientras escucho su risa que llega a mis oídos, y va directo a mi corazón.
Me quedé en su cuarto hablando de todo lo que habíamos hecho mientras estábamos separados, bueno casi todo lo deduje yo con lo que me habían contado Bastián y Corina. Porque este pequeño no hablaba mucho, ya que se frustraba con facilidad si no sabía pronunciar alguna palabra, era un hombrecito de pocas palabras. Hasta en eso se parece a él.
– tienes hambre – le pregunté divertida al escuchar como rugía su pequeño estampado
–si...–murmura avergonzado mientras sus mejillas se sonrosaban y a mí me sacaba una sonrisa.
–bien, levantate y vamos a preparar el desayuno– le digo para tomarlo en brazos y llevarlo a la cocina, dónde lo coloco en su silla alta
–y que quiere desayunar el joven– le pregunto y lo veo concentrado pensando en lo que le gustaría
–tortitas!!– exclama emocionado
–tortitas serán – respondo con una sonrisa para comenzar a buscar todo lo necesario y ponernos manos a la obra
Le pasó un tazón y una cuchara a Dariel para que mezcle los ingredientes, mientras por mi lado corto algunas frutas y pongo un poco en dos tazones más chicos y lo que sobra lo pongo en un Topper y lo meto a la heladera
–¿ya está? – le pregunto
–si–lo tomo cuando me lo tiende y si, ya está lista, así que pongo a calentar la sartén y agrego un poco de mantequilla para seguido vaciar un poco de la mezcla
–toma cariño– le digo mientras le acercó su tazón con fruta y voy a la nevera para sacar el cartón de leche y un jugo para servirlo en nuestros vasos respectivamente, leche para él y jugo para mí.
Ambos empezamos a comer mientras seguimos platicando de cualquier cosa, como sus caricaturas o que vio un perro en casa de lo vecinos y el también quiere uno.
–va a ser un poco difícil – le digo cuando escucho que quiere un perro grande color verde con rayas azules.
–jajajaja claro que va a ser difícil, pero obvio que te lo puedo conseguir – escucho la voz de Bastián que viene por el pasillo, tiene un pantalón de pijama, una playera de algodón y está un poco despeinado
–¿Si?– pregunta Dariel emocionado.
–¿A sí?– le pregunto ahora yo enmarcando una ceja en su dirección para que deje de echarle mentiras a mi hijo.
–pero por supuesto–le dice mientras le deja un beso en la cabeza y camina hacia mí –le comprare un perro y le voy a poner un traje, o tal vez lo pinte – susurra cerca de mi oído antes de dejar un beso en mi mejilla.
–claro que si enano, por ti lo que sea– le dice revolviendo su cabello y haciéndole reír.
– ¿Y Corina? – le pregunto mientras le sirvo un poco de jugo y le extiendo un plato con algunas tortitas.
–me dijo que se quedaría “en casa de una amiga”– dice lo último con una mala imitación de la voz de Corina y rodando los ojos pues ambos sabemos que no es cierto.
–bien y que vamos a hacer hoy– dice de pronto cambiando la conversación.
–no lo sé. Tú que quieres hacer cariño– poso mi mirada en mi hijo esperando una respuesta.
–feria– me mira emocionado esperando una respuesta.
–es cierto lo había olvidado, le prometí a este enano que cuando regresaras iríamos juntos a la feria– dice igual de emocionado que mi hijo.
–pues apresurarte y vamos ahora que todavía es temprano – le digo y veo como empieza a comer más rápido.
–ya está, vamos– dice tomando a mi hijo que también ya había terminado y poniéndoselo en los hombros para caminar en dirección a las habitaciones dejando atrás el eco de sus risas.
En cuanto estamos listos salimos de casa y nos dirigimos al auto. Bastián se encarga de subir a Dariel en los asientos traseros y abrocharlo en su sillita, mientras yo me dirijo al asiento del copiloto, en cuanto termina de abrocharlo cierra la puerta trasera y se coloca tras el volante.
En todo el camino van hablando de lo que van a hacer en cuanto lleguemos allá, que van a comer, a cual atraccion se quieren subir. En fin, no se cuál de los dos está más emocionado.