Ella no se suicidó

| Capítulo 14

 — ¿Qué haces aquí? —  inquiere con un tono de voz fuerte dirigiendo las manos a su cintura.

¡Mierda! Piensa el detective White al recordar que dejo el cinturón, donde su arma se encuentra, en la cocina cuando ingresó a su casa.

— ¿Así saludas a todos tus invitados?

— No eres mi invitada, vos entraste a mi hogar sin mi consentimiento, sobre eso ¿cómo demonios has podido entrar? Si mal no lo recuerdo, lo que hiciste cuenta como delito — se cruza de brazos mientras frunce el ceño.

— Porque no te relajas y tomas asiento — señala con su cabeza el sillón frente a ella — Anda, así podemos hablar más tranquilos.

— Primero responde a mis preguntas.

Ella rueda los ojos. — Bien — suspira — ¿Qué hago aquí? Fácil, quería hablar contigo y sobre todo verte — le sonríe coquetamente — y ¿cómo entre? Esa respuesta es más sencilla aún, forcé la cerradura. Por cierto, pensé que al ser detective tendrías más protección en tu casa, pero veo que no.

— Bien, vamos a hablar — se sienta frente a ella, aún sigue alerta y siguiendo cada movimiento que hace la chica por aquello que desee atacarlo — Dime, ¿quién eres? 

— Estoy un poco confundida, detective — revela con un poco de ironía en su tono de voz, pone sus manos juntas en su estómago — ¿acaso no ves que soy una chica? 

— Ya deja de jugar — le ordena con voz fría y mirándola fijamente — Sé que no eres Agatha, así que dime ¿quién eres de verdad? Y ¿qué hiciste con el cadáver de ella?

Ella suelta una carcajada, pero no contesta si no que se le queda viendo.

— ¿Ahora los ratones se comieron tu lengua? O ¿acaso no sabes que decir porque sabes que me estoy acercando y que pronto descubriré la verdad? Porque lo haré, no importa lo que cueste— White se encorva y apoya sus brazos en sus piernas — ¿Qué? ¿Necesitas tiempo para pensar en que responder? — pregunta de manera divertida, un rastro de una sonrisa se dibuja en rostro.

Ella suspira melancólicamente — La verdad es que sí necesito pensar en mis respuestas, es que verás detective, tú me pones tan nerviosa que todas mis defensas se bajan y mi cerebro deja de pensar — seductoramente cruza sus piernas haciendo que su vestido se suba un poco y sonríe pícaramente al notar que White posa su mirada, momentáneamente, en sus piernas desnudas. — ¿Por qué aún no me preguntas nada acerca de Martina Hanks?

White carraspea y vuelve a sentarse normal — ¿En dónde está?

— Cerca.

— Y ¿cerca es en?

— Pronto lo descubrirás.

— ¿Está muerta?

— No — se pone de pie — bueno, aún no.

— ¿A qué te refieres? — White la sigue con la mirada, ella observa por la gran ventana la oscuridad de la noche que recorre toda la ciudad.

— Tienes una muy bonita vista desde aquí — indica volviendo a caminar por la sala — Martina tiene una oportunidad, en ella depende de si vive o muere — se detiene frente a una foto y la agarra — ¿Quién es?

— Mi madre.

— Y ¿dónde está?

— Murió hace años atrás.

— Lo lamento — pone la foto en su lugar — Era muy bonita, heredaste sus ojos.

White suspira — ¿Por qué haces esto?

— ¿Acaso no es obvio? — lo vuelve a ver.

— Pero, ¿por qué de esta forma?

Se encoge de hombros — Es más divertido — camina hacia él — Y dime detective, ¿estas soltero?

— Mi vida amorosa no es de tu importancia — White observa con cuidado como ella camina a su lado hasta detenerse detrás de él.

— Eso significa que sí estas soltero — él traga grueso cuando siente la respiración de ella en su cuello — Me encanta, así tengo más posibilidades — pasa una mano por el cuello del detective White, acariciando su pecho, pero él la detiene.

— Detente ahora mismo — observa sus ojos y suelta su mano.

La chica camina hasta estar el frente de él.

— Sé que también sientes lo mismo que yo — agarra la mano del detective y la sube por su pierna, las iris de White se agrandan y su manzana de Adam sube y baja rápidamente — Por una vez en tu vida déjate llevar, detective — se sienta en sus regazos.

El detective White agarra su cuello y acerca el rostro de ella al suyo, ambos se miran fijamente. Y como si se tratara de un imán y con un hambre atrasada, los dos se unen en un apasionado beso.

White aprieta fuertemente las nalgas de la chica y ella gime, algo que vuelve loco al detective, de un tirón rompe en dos el vestido de ella dejando a la vista una perfecta lencería roja, ella comienza a desamarrar la camisa y cuando lo logra empieza a acariciar su pecho. White se pone de pie haciendo que ella envuelva sus pies alrededor de él, camina hasta su habitación y la tira en su cama.

White se quita el pantalón y se agacha para comenzar a besar los pies de la chica, quien gime ruidosamente, provocando miles de emociones en White.

Poco a poco comienza a subir, dejando un hilo de besos mientras lo hace, llega a la zona intima de ella, baja sus bragas y le besa. Ella se arquea gimiendo y agarra el cabello del detective, él comienza su trabajo y le encanta la forma en que el cuerpo de ella se retuerce ante su tacto.

— ¡Por Dios! — Jadea la chica entre dientes — Esto es mejor de lo que imaginaba.

El detective White se detiene.

— ¿Por qué te detienes? — pregunta con voz temblorosa.

— ¿Esto es acaso una distracción? — curiosea mirándola fijamente.

— No — contesta y él frunce el ceño — De verdad que tengo sentimientos por ti, me vuelves loca y provocaste que todos mis planes se desmoronaran, cambiaste mi jugada y me hiciste actuar de forma diferente. Confiaría ciegamente en ti — confiesa con un hilo de voz, luego se suelta su sostén — Ven aquí y bésame.

La chica lo atrae hacía ella y lo besa, después comienza un camino de besos desde los labios del detective hasta su cuello lentamente, deleitándose con los gruñidos que brotan de sus labios cuando aprieta su erección.



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En el texto hay: muertes, asesinos, detectives y policias

Editado: 11.09.2020

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