Ella pertenece a mi mundo

Capítulo II

Ni siquiera sabía si le había dado la dirección bien, no podía pensar en nada mi mente se encontraba en blanco, solo me senté en una mesa, minutos después lo vi entrar, aún vestía de traje y se notaba en su cabello que había estado bajo la lluvia unos momentos, aunque no supe que estaba aquí hasta que sentí su mano en mi hombro, lo mire a los ojos, sentía por mis mejillas las lágrimas recorriendo un camino descendente desde mis ojos hasta el cuello, su mano paso a mi mejilla limpiando las huellas de mi tristeza, su tacto era reconfortante.

- ¿quieres que te lleve a algún sitio?-decidió hablar. Yo solo asentí. Me levanté y salimos de la cafetería.

Nos montamos en su coche y no podía dejar de llorar aun.- si quieres desahogarte puedes contarme lo que quieras- yo solo negué con la cabeza. Siempre me pasa que cuando lloro mucho, me empieza a entrar mucho sueño ya que libero mucho de lo que llevo dentro, no soy de desahogarme, y con la calefacción que había puesto él al entrar en el coche, a los minutos de trayecto silencioso me quede dormida.

Estoy en un silencio como si nada malo ocurriese a mi alrededor, muevo las manos y siento las sábanas suaves estoy en tanta paz hasta que consigo abrir los ojos y me doy cuenta de que no se donde estoy y me empiezo a asustar, la habitación solo se encontraba iluminada por la luz que entraba por una ventana, recuerdo levemente lo que sucedió antes, no se ni que hora es. Miro a mi alrededor y en una mesita veo con son las 8 de la tarde, me incorporo en la cama hasta estar sentada y me doy cuenta de que solo llevo una camisa blanca sobre mi ropa interior.

Salí de la cama en la que me encontraba y salí de la habitación por una puerta entreabierta, esta daba a un pasillo el cual estaba sumergido en la oscuridad. Por debajo de una puerta pude ver algo de luz por lo que supuse que había alguien.

Cuando entré, vi al señor Alberto Vera delante de un escritorio, con un portátil delante, que al notar la puerta abrirse, se quedó mirándome.

-oh estás despierta- solo lo mire.

-donde estoy?-interroge con algo de miedo.

-en mi casa- iba a preguntar que que hacia aqui pero siguió hablando- te quedaste dormida en el coche y no sabia donde vivías y tampoco donde querías ir por lo que opté por traerte aquí para que descansaras, no te haría daño y estarías más segura que en la calle, hice mal?

-si y no, debería estar en casa-suspire.

-se que no quieres contarme lo que pasa pero que sepas que en verdad me preocupaste y quiero saber si puedo hacer algo para que no estés triste ni así.

-solo es un problema familiar ya sabes la vida es un asco.

-la verdad, para que mentirnos. Bueno quieres algo de comida o deseas ir a casa...?-justo mi barriga gruño

-no me importaría comer algo- dije avergonzada

Se levantó y nos dirigimos a través del pasillo bajando la escalera, a lo que era la cocina, es espaciosa, en una pared se encontraba las encimeras, con los almacenes y cajones debajo, y con el fregadero en el centro además de los fuegos, en la pared de la derecha se encontraba el frigorífico, el horno y el lavaplatos y en el centro de la sala había una isla con cuatro bancos.

-pasó poco tiempo en casa y tengo poca comida- abrió un mueble. te gusta la pasta?- yo asentí- pues eso se hace. Siéntate mientras. - me senté en una silla de la isla-

-una cosa, entonces tu me cambiaste?

-estabas mojada de la lluvia y para que estuvieras mejor si lo hice, pero solo quite y puse ropa nada mas, lo juro-dijo levantando las manos.

-y ahora que preguntas, aun piensas rechazar mi propuesta-asentí- vale pero-saca de su bolsillo mi móvil y me lo entrega, he puesto mi numero en tus contactos por si cambias de opinión o por cualquier cosa que necesites- com...?- no deberías poner tu fecha de nacimiento como contraseña sabiendo que hay personas que tiene información tuya por ejemplo un currículum con varios datos personales.-aconsejó

-lo tendré en cuenta, gracias, dudo cambiar de idea y seguro que encuentra novia pronto.

-no se...- susurró pero me entere.

Después de comer me sentí con valor de ir a casa, él se ofreció a llevarme lo cual acepte ya que era de noche y no me gustaban los taxis.

 




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