Capítulo 06:
30 de enero, 2015.
El día de hoy llego más rápido de lo que esperaba, normalmente cuando estoy ansiosa a que llegue u ocurra algo siempre -para mí- pasa lento. Anoche al pensar, sin darme cuenta, ya estaba dormida. Realmente estaba agotada, exhausta de darle tanta vuelta a la mente.
Maddie y yo nos encontramos camino a nuestro destino. Estoy hecha un mar de nervios y no entiendo por qué si ya los conozco a todos.
Ya que es almuerzo, decidí vestir un poco formal. Visto una blusa blanca con negro manga larga remangadas a tres cuartos de mis brazos, unos jeans oscuros y las botas negras que compré ayer. Cabello liso, como siempre, maquillaje sencillo y accesorios bonitos. Sencilla pero arreglada.
Once minutos después, estamos entrando en el restaurante, es acogedor y cálido. Desde aquí veo a Chase y veo a una chica a su lado que está de espaldas.
Es April.
Chase le hace un ademán hacia nosotras y ella se voltea hacia el lugar donde estamos. Su boca se abre, sorprendida, y después se estira en una sonrisa. Es la misma sonrisa de antes, April ha cambiado, pero no tanto. Luce como debería ser, más madura y más radiante. Maddison y yo vamos a su encuentro.
— Mi Dios, sí que creciste. — se tapa la boca sonriendo. Sus ojos bailan con emoción y su lenguaje corporal irradia agitación.
Su cara de sorpresa me hace reír, podrá cambiar físicamente pero no su forma de ser. Ella es muy guapa, cuerpo delgado, es baja de estatura, ojos color verdes y es pelirroja.
— Claro April ¿esperabas que me quedara con cuerpo de diez y mente de treinta?
— No, o sea, claro que no. Pero...
— Deja de balbucear y abrázame ya.
April deja de hablar, me abraza muy fuerte y le correspondo el abrazo. Vaya, ha pasado tiempo. Nunca creí que volvería a verlos, sobre todo cuando nos separamos porque yo me mude y cambié de colegio. Se separa un poco de mí y me mira de arriba abajo, examinándome.
— Has cambiado un poco, pero por tus ojos cualquiera te reconocería.
— Eso mismo le dije yo. — dice una voz masculina -muy masculina- haciendo que un escalofrío baje por mi columna. Eric se encuentra a muy pocos metros de nosotros.
Viene agarrado de manos con la niña, que viene un poco apagada. Entonces levanta su carita angelical y me mira. Sus hermosos ojos se abren y sonríe abiertamente. Lleva una camisa blanca con una corona azul animada, un short azul y unos zapaticos deportivos blancos.
Y Eric, ni se diga. Tiene puesto un suéter azul que se ajusta a su tronco y jeans oscuro. Le doy otro repaso, asegurándome. Está monísimo, mis manos tiemblan con la tentación de pasarla por su sedoso cabello, su sonrisa crispa mis nervios de puntas y sus azules ojos llenos de intensidad hacen que mi pulso se eleve.
Dios, parezco a una chica con las hormonas a millón.
Creo que lo soy.
— ¡Elle! — llama Emma extasiada mientras me señala con su dedo índice. Su felicidad hace que mis mejillas duelan de tanto sonreír, que bebita más linda.
— Vaya, primera vez que veo a mi hija reconocer a alguien que ha conocido en poco tiempo tan rápido.
Eric y Emma llegan a nuestro espacio y Emma se lanza a mis brazos, la abrazo con entusiasmo y después la suelto. Tomo a Maddie de la mano y la jalo hacía mí.
— Chicos, les presento a mi hermana menor, Maddison. — anuncio, dándole un empujoncito por la espalda.
Maddison siempre había escuchado hablar de ellos por mi parte, e incluso los veía cuando ellos estaban conmigo, pero nunca se los había presentado. Chase se le queda mirando fijamente mientras ella se presenta con Eric y April.
Maddison se sonroja cuando ve a Chase que toma su mano.
— Un gusto conocerte finalmente, me han hablado de ti. — dice Maddie mientras estrecha su mano y sonríe con dulzura, luciendo un poco tímida.
Ella está coqueteando, vaya.
— El gusto es mío, espero que sean cosas buenas. — hace un gesto hacia mí y después mira a Maddison guiñándole un ojo.
— Seguro.
Segurísimo.
Tomamos asiento, el orden queda en este modo: Maddison al frente de mí, a su lado está Eric con la niña, a mi lado está Chase y a su lado está April en la esquina. El mesero llega a los segundos y pedimos nuestros respectivos platos. Todos nos ponemos al tanto hablando sobre nuestras vidas, anécdotas que nos han pasado y demás.
— Papi, teno hambre. — interrumpe Emma gimoteando, frotando su estómago con su ceño fruncido.
Y la entiendo porque yo también estoy hambrienta. Pero no puedo con esta niña, es muy linda; la manera en que habla es muy cómica.
Es muy inteligente, por lo visto. Yo quisiera tener una hija como ella en el futuro.
— Ya viene la comida, mi amor. — murmura Eric mientras peina los cabellos rubios fuera de lugar.
Emma pone morritos y frunce más el ceño, pero no dice nada y se queda quieta en su área.
Cuatro minutos más tarde, llega el mesero con nuestro pedido.