Capítulo 31

Darcy jadeaba y temblaba del cansancio. Gotas de sudor caían de su frente.

Los demás también estaban agotados. Molly se sentó en las gradas del vestíbulo respirando pesadamente; Tom hizo lo mismo que su hermana, y Darcy y Holland se deslizaron al suelo.

La única que no sufría de los horribles efectos del cansancio era Marion.

Darcy, en su mente, rogaba por un momento de descanso, pero ella sabía que eso sería imposible hasta que el día terminara, porque lo siguiente que debían hacer era proteger la casa, y en su caso específico, debido a que no podían rodear con sal la enorme casa, Magaly recomendó colocarla en las vigas de las ventanas y dibujar tres runas en cada habitación.

Todos fueron a la cocina y cada uno tomó un frasco o vaso y lo llenó con sal.

—Bien, ahora, deben buscar algún lápiz o bolígrafo de tinta negra. —dijo Magaly.

—Está bien. Seguro encontraremos algo. —dijo Darcy con la voz apagada. Sentía que apenas quedaba algo de vida en ella, era como si le hubieran arrancado toda la energía vital, incluso se veía ligeramente pálida. Deseaba tanto que el día acabara.

Marion miró a Darcy con preocupación, e intercambió miradas con Holland.

—¿Estás bien? —le preguntó Magaly a Darcy. Holland y Marion no era los únicos en notar el terrible decaimiento de la chica.

Aquella pregunta tomó por sorpresa a Darcy, y lo único que pudo hacer, fue fingir.

—¿Qué? Yo estoy bien... solo estoy un poco cansada, pero...; en verdad, lo estoy. —dijo mirando al último a Tom, pues éste mostró una mirada dubitativa, al igual que Molly.

—De acuerdo... —aceptó Magaly escéptica—. Darcy, yo me encargaré de este piso con Molly y Tom. Sé que te tranquilizará que estén conmigo. Y tú puedes ir con Marion y Holland arriba a colocar las demás protecciones. Así ganaremos tiempo. —sugirió Magaly tomando un tono más alegre y calmado, creía que, de alguna forma u otra, así podría animarla.

Darcy agradeció a Magaly por cuidar de sus hermanos, y aceptó su idea. Les dijo a Molly y Tom que se cuidaran e hicieran todo lo que Magaly les dijera. Los dos hermanos le aseguraron que lo harían, y la abrazaron con mucho cariño. Acto seguido, llevaron a Magaly a la biblioteca, dónde había más ventanas, creyeron que era bueno empezar por ahí.

—Hum... ustedes dos suban. Yo voy a revisar que tus padres no estén aquí; no estaban aquí la última vez que revisé, pero nunca se sabe. —les dijo Marion. Darcy la miró extrañada, no parecía muy convincente lo que decía.

—Pero antes de eso, ¿puedes venir un ratito aquí, Holl? —pidió Marion alejándolo de Darcy. Holland le dio una mirada extrañada a su novia, y después se dispuso a escuchar a Marion, confundido.

Darcy intentaba escuchar lo que Marion le decía a Holland, pero incluso aunque quiso leer sus labios, no pudo entender nada. Se preguntó por qué Marion se comportaba de esa manera tan rara de un momento a otro. Lo único que captaba medianamente, es que Marion parecía pedirle algo a Holland, y él, sorpresivamente, parecía concordar con ella.

Después de unos segundos más, Holland regresó con Darcy y Marion se esfumó.

—Primero las damas. —ofreció Holland haciendo un ademán y mostrándole una sonrisilla juguetona a Darcy, eso le sacó una pequeña sonrisa a su novia, y subió tomando la mano de Holland.

—¿Qué te dijo Marion? —preguntó Darcy mientras subía los escalones.

—Solo que cuidara de ti. Es todo. —respondió Holland con cariño.

Al llegar al piso de arriba, se decidieron primeramente por una habitación vacía que nadie usaba. Anteriormente, era un cuarto de juegos en la niñez de Darcy y sus hermanos, pero conforme los años pasaron, ese cuarto quedó en el olvido y nunca se tomaron la molestia de darle algún otro uso.

—Ahora que estamos tranquilos, quería preguntarte algo. —dijo Holland apoyándose al marco de la puerta, viendo a Darcy verter una línea de sal en la viga de la ventana.

—¿Qué cosa, cariño? —le preguntó Darcy volteando su cabeza para mirarlo.

—Pues... —Holland se quedó en silencio por un momento, pensativo—, ¿por qué te alteraste tanto ante la noticia de que no me gusta Halloween? —preguntó con una creciente risa burlona.

Darcy esbozó una débil sonrisa, y se acercó a Holland.

—Es la única fecha en la que puedes ser un total fenómeno y nadie te juzga por ello. —argumentó Darcy. Holland se agachó y tomó con delicadeza el mentón de Darcy.

—Si te gusta ese tipo de cosas, podríamos vivir en Nueva York. —dijo Holland con un tono juguetón, dándole un pequeño beso en los labios a Darcy al final.

—Hablo enserio —Darcy fingió molestia, reprimiendo una sonrisa por aquel beso; se alejó de Holland y comenzó a caminar por la habitación—; este año, tenía planeado disfrazarme de Marilyn Monroe, e incluso compré un hermoso vestido blanco parecido al de la película de "La Comezón del Séptimo Año", y no pude usarlo. —contó Darcy con un tono de queja, parecía una niña desilusionada, recordando aquel vestido que la esperaba en su armario.

—Una pequeña parte de mí cambió de idea sobre Halloween al imaginarte vestida como Marilyn Monroe. —dijo Holland cruzando los brazos y mirando a Darcy seductoramente, riendo al final. Darcy también rio, y se sintió ligeramente nerviosa ante la mirada de Holland.

—Te cantaré "Feliz Cumpleaños" como ella si tú...

—Oye Darcy...

La repentina aparición de Marion creó una muy inesperada reacción en Darcy. Holland se sobresaltó muy ligeramente, debido a que ya se le estaba haciendo costumbre. Pero Darcy, en cambio, pegó un grito y se llevó la mano al pecho. Holland y Marion se miraron alterados; Darcy jamás se asustaba con las apariciones de Marion, eso incluso le pareció raro a la mismísima Darcy.

—Hey... ¿te encuentras bien? No quise asustarte. —le dijo Marion compasivamente, indecisa de si abrazarla o no, pero por alguna razón, le daba la idea de que, si la abrazaba, Darcy comenzaría a llorar, y no quería hacerla llorar en ese momento.