Me besó y me dejó en la habitación pensando en mi sueño, en la despedida que tuve con Edgar. Era injusto pero debía seguir adelante, mis hijos me necesitaban. Necesitaban a aquella mujer fuerte que he sido siempre.
-Puedo? – preguntó Victoria al entrar en la habitación.
-Claro cariño, ven a mi lado. Que te pasa?
-Soñé con papá, le echó de menos.
-Que te dijo cariño?
-Me dijo que tu eres mi mami y que debía cuidar de ti como tu cuidarás de mi.
-Cierto preciosa, yo cuidaré de ti.
-Pero quiero que vuelva.
-Yo también Victoria, pero el nunca nos dejó.Aquí – señalé su corazón – el estará siempre, ahora duerme. Mañana desayunaremos con Lisbeth en la cama y luego podeis jugar las dos.
Al día siguiente por la mañana, tal y como dije desayuné con las pequeñas en la cama y Lisbeth decidió que era un buen momento para decir su primera palabra.
-Papá.
-Princesa – se sorprendió la niñera al ver que Victoria y yo nos quedamos blancas mirándo a Lisbeth – ha dicho su primera palabra.
-Papá.
-Señora – me llamó la niñera la atención – ha dicho su primera palabra.
-Papaaaaaa – ahora la niña gritó y miraba detrás mio.
La verdad es que había escuchado historias de que los niños podían ver cosas que los humanos no podíamos ver pero nunca lo había vivido y ahora me tocaba vivirlo. Vicky miró también hacia atrás y luego me miraba a mi.
-Prepare un pequeño picnic y a varios guardias que os acompañe, hoy darán un paseo por el patio del castillo.
Yo decidí bajar y acudir a todas las reuniones que tenía atrasadas, hasta que los nobles acudieron todos al salón del trono
-Majestad, hemos pensado que ya han pasado varios días desde el triste suceso y usted debe casarse.
-No pienso casarme todavía.
-Majestad, la mayoría del pueblo y de los nobles no aceptarán una Reina sin un marido.
-Señores, hasta dentro de 8 meses por lo menos no me casaré.
-Y que es lo que le impide casarse? – preguntó otro
-Un embarazo, el mismo día que mi marido fue asesinado, supimos que estábamos esperando un bebé, asi que hasta que no nazca no me casaré.
-Enhorabuena Majestad. Debemos hacer sonar la campana de la catedral, que el pueblo sepa que usted está esperando un bebé.
-Esperemos que sea un heredero y que se parezca a su difunto marido. –dijo otro noble.
-Esperemos que si, que sea igual a su padre. . dije quedándome pensativa,mirando por la ventana que tenia al lado.
--------------------------------------
Ocho meses después me encontraba en mi cama, esa mañana no me podía levantar ya que mi barriga pesaba demasiado y mis partes me dolían.
Me quedé pensando lo que pasó durante este tiempo y la verdad es que mi vida para los demás siguió como si nada hubiera pasado. Bauticé a mi hija y celebré su primer cumpleaños.
Y demostré ser la mujer y la Reina fuerte que todos necesitaban. En cambio por las noches me dedicaba a pasear por mi habitación, intentando dormir en aquella cama que antes compartía con Edgar. Si, le echaba mucho de menos y le había llorado tantas veces que ya no me quedaban lágrimas.
Este último mes mi tio, el Rey emérito, mis padres y mi abuela volvieron a Palacio, ya que querían estar conmigo en el momento del parto.Asi que ahora se encontraban en el pueblo con mis hijas.
Intenté levantarme de la cama pero un dolor me atravesó el vientre y un líquido bajó por mis piernas.
-Perfecto, ya vienes al mundo pequeño – dije en voz alta antes de llamar a los guardias que estaban ante mi puerta y que ellos avisaran a los médicos.
Unas horas después, llena de sudor y sangre mi bebé decidió salir y alegrarme el alma con su llanto.
-Es un niño precioso Majestad – dijo tendiéndome al bebé envuelto en una manta.
Cuando lo tenía en mis brazos miré a mi derecha esperando ver a Edgar pero otra vez más, me encontraba sola y no podía compartir esta felicidad con el. Miré al cielo y sonreí esperando que el también se fuera a alegrar tanto como yo.
Después de limpiarme, los médicos decidieron dar paso a todos. Mi abuela con su bastón fue la primera en entrar y le siguieron mis padres y mi tio.
-Como se va a llamar esta hermosura? – preguntó mi abuela
-Edgar, como su padre.
-Habrá que hacer sonar la campana, el pueblo tiene un heredero – dijo mi tio y después de besarme la frente y felicitarme se fue a dar la órden.
Cuando todos se fueron mi padre decidió quedarse junto a mi,
-Estás mejor hija?
-Si papá, sabiendo que el está aquí y sano estoy feliz.
-Lo digo por su padre. – miró al suelo entristecido.
-Creo que eso nunca se me pasará papá, ese vació que me ha dejado en el alma nunca dejará de existir y no podrá ser llenado por nadie.