Terminaron de ponerme la tiara de oro en la cabeza. Tenia el pelo recogido en un moño con varios mechones sueltos. Un vestido blanco con pedrería y la capa color dorada que iba a juego con las joyas que llevaba. Sencillo pero elegante, asi lo diría mi madre.
-Su marido la está esperando Majestad.
Sali de la habitación y Connor me estaba esperando ya en la puerta, me tendió su brazo y juntos bajamos las escaleras para subirnos al carruaje.
Desde que llegamos los dos al castillo nunca tuvimos momentos juntos. Cuando yo desayunaba el ya había salido con los hombres o recibia la visita de algún noble. Por las noches, el decidio ocupar la habitación que se comunicaba con la mia pero nada más. Si me dirigía la palabra es por que era muy necesario.
Llegamos a casa del juez Hamlet, una mansión muy bien iluminada. En la entrada el y su mujer, junto a su hija, recibían a los invitados.
-Majestades – hicieron una reverencia – es un honor recibirlos en nuestra casa.
-Gracias por habernos invitado – contestó Connor
La hija del juez no le quitaba la mirada a mi marido y el tampoco a su escote, asi que decidí tirar de el para dentro. Debiamos seguir saludando a más personas.
-Es bonita verdad? – le dije haciéndole entender que me había dado cuenta de hacia donde miraba.
-Si, muy bonita.
-Ten mucho cuidado Connor, no quiero tener en contra a los nobles de las Highlands y encontrarme con la cabeza separada del cuerpo.
-Majestad – se inclinó y se separó de mi – voy a invitarla a bailar.
Me quedé hablando con varias señoras, viendo como mi marido hacia enrojecer a aquella chica. La verdad es que no quería tener problemas con los nobles y supongo que Connor lo sabia, lo único que quería era darme celos y en eso yo lo iba a ganar.
Me acerqué a la mesa donde había un hombre atractivo, por lo que me contaron las señoras, era el heredero del clan collingwood y estaba soltero, asi que decidi coquetear un poco.
Después de intercambiar algunas palabras, decidió invitarme a bailar y ahí me estuve riendo durante un buen rato mientras el me contaba varias anécdotas. Cuando el baile terminó, me acerqué a Connor que estaba con cara de pocos amigos en la misma mesa donde había conocido al heredero.
-Que hacias bailando con ese? – preguntó con la mandibula tensa
-Es el heredero del clan Collingwood, mi trabajo es conocerlo y tenerlo de mi lado cuando llegue su momento.
-Pero eso no significa que estés riendo todo el rato y pasándotelo bien con el.
-Connor, a mi en cambio no me gustaría saber que es lo que le decias a la hija del juez.
-Bueno, voy a beber algo.
-No vas a invitar a tu mujer a bailar?
-No me gusta bailar – contestó antes de darle un trago a la copa que había cogido de la mesa
-No, no te gusta con tu mujer – el en forma de saludo o de darme la razón levantó la copa hacia mi y se marcho en búsqueda de la hija del juez.
En este caso yo no podía dar orden de marcharnos ya que llamaría mucho la atención y habría un monton de cotilleos después, asi que busque a uno de los guardias que vinieron junto a nosotros y le dije lo que debía hacer.
Me volvi junto a las mujeres con las que antes había estado hablando y después de escuchar más cotilleos, un guardia busco a Connor y otro vino hacia mi.
-Majestad, nos han informado de que su hija Victoria esta enferma.
-Volvemos a casa – dije dándole las gracias con la mirada , me despedi de las señoras y fui hacia donde el juez Hamlet se encontraba, a mi lado se encontraba ya Connor.
-Hamlet – dije – le ruego que nos disculpe pero nos han avisado de que mi hija Victoria está enferma y mi marido y yo decidimos volver a casa.
-No se preocupe Majestad, espero que se recupere pronto.
Yo asentí en señal de agradecimiento y vi como Connor besó despacio y suavemente la mano de la señorita. Subimos al carruaje y nos pusimos en marcha.
-Buena estrategia – señaló Connor pero yo decidi ignorarlo por lo menos hasta llegar a casa.
El camino se me hizo mas largo de lo que me pensaba y cuando por fin llegamos yo estaba tan cansada que no tenia casi fuerzas pero esto no se iba a quedar asi.
Subi las escaleras y una doncella me estaba ayudando a quitarme el vestido cuando Connor entró por la puerta que comunicaba nuestras habitaciones y se quedó apoyado en el marco de esta, mirándome. Una vez que me quedé en camisón y solo debía quitarme la tiara, despedi a la doncella y me senté junto al espejo.
-Que quieres?
-Escuchar lo que quieres decirme.
-Como sabes que quiero decirte algo?
-Estamos casados Elsbeth, te conozco.
-Connor, estoy cansada la verdad, quizás mañana. – el se dio la vuelta para salir pero yo exploté
-Como te atreves a dejarme en semejante vergüenza coqueteando con la hija del juez, es una niña por Dios.
-Tiene ya 18 años, no es tan niña.
-Me da igual, estás casado conmigo Connor. Me he sentido avergonzada y dolida por tu comportamiento de esta noche.
-Elsbeth, en esto consiste estar casados pero no tener una vida en común.
-Osea que estás dispuesto a meter otra mujer en tu cama no?