El sol de la mañana se filtra suavemente por las persianas de la habitación del hospital. El suave zumbido de los monitores y el susurro de los pasos de los enfermeros en el pasillo crean una atmósfera de tranquilidad. Mis padres están sentados a mi lado, sus rostros reflejando una mezcla de preocupación y esperanza.
La puerta se abre y el Dr. Lucas entra con una carpeta en la mano. Sus ojos se encuentran con los míos y puedo ver la seriedad en su expresión.
—Buenos días, Valeria —dice, acercándose a mi cama—. Tengo los resultados de las pruebas.
Siento un nudo formarse en mi estómago. Mis padres se enderezan en sus sillas, sus miradas fijas en el doctor.
—El virus que hemos identificado se llama Citomegalovirus, o CMV —comienza el Dr. Lucas—. Es un virus común que puede ser peligroso, especialmente durante el embarazo. En tu caso, ha causado síntomas graves debido a tu estado de salud ya comprometido.
—¿Cómo me está afectando exactamente? —pregunto, tratando de mantener la calma.
—El CMV puede causar fiebre, fatiga, náuseas y vómitos intensos, que son los síntomas que has estado experimentando. Además, puede afectar al bebé, causando complicaciones como retrasos en el desarrollo y problemas auditivos si no se trata adecuadamente.
Mis padres intercambian miradas de preocupación, sus rostros tensos.
—Pero hay buenas noticias —continúa el Dr. Lucas—. Tenemos un plan de tratamiento para ti. Vamos a administrarte un antiviral llamado ganciclovir. Este medicamento ayudará a reducir la carga viral en tu cuerpo y a controlar los síntomas.
—¿Es seguro para el bebé? —pregunta mi madre, su voz temblorosa.
—Sí, es seguro para el bebé en las dosis controladas que vamos a administrar —asegura el Dr. Lucas—. También te daremos suplementos para fortalecer tu sistema inmunológico y vitaminas prenatales para asegurarnos de que tú y tu bebé reciban todos los nutrientes necesarios.
Siento una mezcla de alivio y temor. El saber que hay un plan de tratamiento me da esperanza, pero también me preocupa el bienestar de mi bebé.
—Además del tratamiento antiviral, necesitarás mucho reposo. Es fundamental que te mantengas hidratada y sigas una dieta equilibrada —agrega el doctor—. Te monitorizaremos de cerca para asegurarnos de que el tratamiento esté funcionando y que no haya complicaciones.
—¿Y qué pasa con el bebé? —pregunto, sintiendo una punzada de miedo.
—Vamos a realizar ecografías frecuentes y pruebas adicionales para monitorear el desarrollo del bebé. Queremos asegurarnos de que todo esté bien y actuar rápidamente si notamos algún problema, te necesito dos meses en el hospital, ya que el virus no se va fácil, asi que prepárate, porque estarás dos semanas aquí con nosotros y te cuidaremos.
Mis padres asienten, absorbiendo toda la información. Mi madre aprieta mi mano, su mirada llena de determinación.
—Valeria, vamos a seguir todas las indicaciones del doctor. Lo más importante es que te cuides y te mantengas fuerte —dice, su voz firme.
El Dr. Lucas me sonríe con calidez.
—Valeria, entiendo que esto puede ser abrumador, pero estamos aquí para ayudarte. Vamos a hacer todo lo posible para que tú y tu bebé estén bien.
Asiento, sintiendo una renovada sensación de esperanza.
—Gracias, doctor. Haré todo lo que sea necesario para cuidar de mi bebé.
El Dr. Lucas se levanta y se dirige a mis padres.
—Si tienen alguna pregunta o necesitan más información, no duden en llamarme. Estoy aquí para ayudar en lo que sea necesario.
Mis padres asienten y el doctor sale de la habitación, dejándonos un momento para asimilar todo lo que hemos escuchado.
Mi padre se inclina y me da un beso en la frente.
—Hija, estamos contigo. Vamos a superar esto juntos.
Cierro los ojos por un momento, sintiendo el calor de su amor y apoyo. Sé que no estoy sola en esto y que con el tratamiento adecuado y el cuidado de mi familia, tengo la fuerza para enfrentar lo que venga.
—Voy a luchar por mí y por mi bebé, se tiene que desarrollar correctamente, el trabajo creo que paso a segundo plano, total la incapacidad sera de dos meses, Alejandro supongo que entenderá cuando le diga lo del virus, solo eso, no le diré que estoy embarazada —digo, más para mí misma que para ellos, pero sé que me escuchan.
La determinación en sus rostros me da la confianza que necesito. Con el apoyo de mis padres y el equipo médico, estoy lista para enfrentar este desafío y cuidar de mi bebé.
Mis padres permanecen a mi lado, sus rostros reflejando una mezcla de preocupación y esperanza. Me reconforta saber que no estoy sola en esto. Pasan unos minutos de silencio, donde solo se escucha el zumbido constante de los monitores y el suave susurro del aire acondicionado.
La enfermera entra en la habitación con una bandeja de medicinas. Su sonrisa es cálida y tranquilizadora.
—Hola, Valeria. Vamos a empezar con el tratamiento. Este es el ganciclovir —explica mientras prepara la inyección—. Voy a administrarlo por vía intravenosa para asegurar que actúe rápidamente.
Siento una punzada de temor al ver la aguja, pero respiro profundamente y me concentro en la voz de la enfermera.
—Esto ayudará a reducir el virus en tu cuerpo y a aliviar tus síntomas —continúa, mientras inserta la aguja en mi brazo con destreza—. Podrías sentirte un poco cansada después, pero es importante que descanses y sigas las indicaciones del doctor.
Mis padres observan con atención, asimilando cada palabra. La enfermera termina de ajustar el goteo intravenoso y se asegura de que esté funcionando correctamente.
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Editado: 14.06.2024