Emily

CAPITULO 27.

 

— Tengo una buenísima idea para la disquera.

Admiré gustosa las cientos  de notas que había hecho en mi libreta de las posibles soluciones al acrecentamiento de comercializaciones en la tienda de Amma. Era viernes, me encontraba en casa de mi jefa al lado de mi mejor amiga Tammy quien no hacía más que mimar la cabeza de Emily.

Afuera llovía de forma desmesurada, causando un violento golpeteo contra la ventana que poco a poco comenzaba a convertirse en una arrítmica melodía que producía una estrepitosa cacofonía. Lo que había iniciado como una llovizna matutina había culminado en la más fuerte tormenta nocturna que hubiese visto en los últimos días. Imaginaba que las calles estarían desiertas tras las gotas de agua que no dejaban de chocar contra el suelo húmedo, cuando había asistido a la reunión que había organizado Amma, los pastizales se encontraban recién regados y el cielo parecía haber sido cubierto por un montón de algodón de azúcar decolorado.

Hacía al menos quince minutos que Emily había cerrado los ojos dando señal de que había pasado la hora de su siesta, tenía veintiséis minutos que la había amamantado y al menos una hora que Miles había detenido su Torino 67 color bronce frente a la acerca. Tammy y él habían tenido una de sus no formales citas que por supuesto, habían sido en la residencia y como resultado total, Emily había sufrido las consecuencias de no poder tomar su siesta de media tarde ante las escandalosas risitas de mi colega. No entendía el por qué ambos no dejaban en claro sus sentimientos si era más que obvio que no existía ningún paréntesis entre ambos, eran libres de dar inicio a un algo más en donde no estuviera de por medio un obstáculo mayor como lo representaba un antiguo novio, un divorcio o en mi caso, una hija de dos meses que resultaba una experta en las siestas. No era mentira que la preocupación había podido conmigo en cuanto veía que la mayor parte de su energía estaba en el dormir y comer pero la señorita Warren se habían comportado de maravilla ante mis preguntas que resultaban más que obvias a ojos de las vecinas de la residencia. Lo admitía, no se habían convertido realmente en las madres de chicos guapos o aquéllas amables que ofrecían arreglos frutales en cuanto tienen un nuevo colindante. Eran entrometidas, odiosas y un tanto mal habladas.

— Veo que has estado pensando estos últimos días seriamente en el negocio — inquirió Amma sin perder de vista las anotaciones. Las había escrito ésta mañana mientras Emily se encontraba en el pequeño corral que las chicas me habían ayudado a montar en mi diminuta alcoba.

— Me has dado más tiempo de cuarentena que en cualquier trabajo podrían ofrecerme y considero que lo justo es ayudarte en las ventas — me acerqué a ella, Tammy miró hacía el cuaderno que había trasladado a mi regazo —. Ayer me la pasé viendo artículos sobre el aumento de ingresos y disminución de ingresos y con ello, tener un equilibrio  la balanza de valores. Además, en varias páginas de tiendas he visto que las llamadas “Ventas Nocturnas” son una clave para dar conocimiento de la tienda al igual de dar promoción en los precios y en el material.

Amma lo meditó un poco.

Mordí mi boca, nerviosa. No era buena dando opiniones, mucho menos cuando se trataba del aumento de la economía de un negocio que no era mío, nunca daba consejos porque siempre consideraba que los míos eran los peores y la mayoría de veces, prefería quedarme callada ante una situación que a mi parecer parecía resgosa… por eso no tenía tantas amigas, porque me consideraban demasiado cobarde como para siquiera dar un paso a salir de mi zona de confort que había formado poco a poco con el paso del tiempo, mis padres habían dado rienda suelta a mi falta de confianza que de forma casi imperceptible se había vuelto una baja de autoestima que Ezra, con su aura oscura, sus piropos, su percepción diferente del mundo y la forma tan sencilla en que parecía inducir esa adrenalina y ese valor que me faltaba para hacer cosas que no solía hacer.

Negué la cabeza discretamente, tenía que borrar de mi cabeza todos esos pensamientos dolorosos que sólo me hacían caer en abismo oscuro que de cuando en cuando era la causante de mis desvelos, había veces en que lo agradecía rotundamente por el simple hecho de que me ayudaba a soportar los lloriqueos de Emily.

— Me parece buena idea — inquirió, al fin Amma —. ¿Cuándo podríamos hacerla?

— Lo antes posible — alegó Tammy, una enorme sonrisa se extendió en su rostro, lucía contenta por todo aquello —. ¿Qué les parece éste domingo? Podemos subir anuncios a la página…

— Y mandar correos a los clientes frecuentes — me agradaba el que Tammy y Amma alentaran mis ideas, mis mejillas vibraron por el encanto —. Además, con la venta de algunos electrónicos, la reparación de algunos, asesorías y ofertas podemos tener una buena noche.



#5049 en Novela romántica

En el texto hay: ballet, drama, amor

Editado: 03.09.2020

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