Emma: Escuela de Magia (crónicas de la Maga Silenciosa #1).

Cosas del primer día, parte 2.


-Emma Wilcox.

Lo había dicho. Sí, había notado como habían escapado las palabras de su boca. Ahora solo cabía esperar. Pero, ¿el qué? ¿A qué no reconocieran su nombre? ¿O que aunque lo reconocieran no hicieran ningún comentario, o que les diese igual? Emma no sabía exactamente qué era lo que estaba esperando, pero por alguna razón, supo que iba a ser todo lo contrario. Y no hizo falta esperar mucho para que sus sospechas se confirmaran. Realmente no pasó siquiera un segundo antes de que todas las miradas, atónitas, se volvieran a mirarla. Ahora no solo era la que llegaba tarde, la que venía acompañada de un importante alumno, sino que también se había convertido en la desconocida, y en algunos casos insospechada, hija de la directora. Quizá lo mejor fuera eso, pues tarde o temprano se acabarían enterando, y la verdad de quién era se revelaría. Sí, quizá fuera mejor así; al menos de esta forma, podría enseñarles a todos quien era desde el principio.

Pero pensarlo era mucho más fácil que decirlo, y más aún que actuar en consecuencia. Eso lo supo cuando sintió la penetrante mirada sorprendida de Timmy clavada en ella.

-Vaya, parece que tenemos un pequeño prodigio entre nosotros...- susurró Fretz, con una sonrisa ladeada.

Emma cerró los ojos y suspiró. Cuando los abrió, estaba decidida a hacerle frente a cualquier cosa.

 

-Aún no puedo creerlo.- admitió Timmy, mientras recorrían uno de los amplios y anchos corredores.- Quiero decir, jamás pensé que la directora tuviera una hija.

-Sí, nuestra pequeña Emma es todo un privilegio.- afirmó Leyla, agarrándola por el cuello y arrastrándola hacia su pecho.

-La verdad, sí que resulta extraño.- estuvo de acuerdo Vanesa.- No os parecéis.

Emma sacudió la cabeza.

-Para nada, somos completamente distintas.- confirmó, bastante segura de que era la cosa más obvia del mundo.

En ese momento, llegaron al vestíbulo principal, tan frecuentado como siempre. Gracias a los dioses, debido a que era enorme, a pesar de la multitud, no daba una sensación agobiante, no se sentía como un espacio cerrado y estrecho en el que apenas se podía respirar. Ese pensamiento se difuminó cuando sus ojos se posaron sobre una silueta que descansaba sobre la blanca barandilla de piedra de las escaleras. Su cuerpo trabajado, sus aspecto frío y solitario y su actitud despreocupada, hicieron que Emma supiera enseguida de quién se trataba. Y al parecer, no fue la única. Timmy se acercó hacia él con paso decidido y le soltó la noticia, como si se tratara del cotillón del día.

-¿Sabías que era la hija de la directora?- le preguntó, señalando a Emma.

Ethan la miró.

-Tiene su sonrisa.- comentó solamente. Emma se sorprendió, bien por el hecho de que se hubiese dado cuenta de ello, bien porque, sí, por primera vez, notó un ligero temblor en su voz, que contrastó con la firmeza que siempre mostraba. Quizá fuese un matiz de sorpresa. Sí, sería lo más probable. Como fuera, Ethan pareció decidir que su momento de soledad había acabado, y se unió al pequeño grupito que se dirigía al comedor. Era ya la hora de la comida, y más de un estómago rugía insatisfecho.

-¿Qué tal os han ido vuestras primeras clases?- preguntó Ethan, que mostraba un interés real.

-Mmm... Reveladoras, diría yo.- respondió Leyla, ansiosa por relatar su mañana.- Ciertamente, nunca pensé que fuese tan distinto a Poplox, nuestro colegio elemental. Todas las clases han sido considerablemente entretenidas, y la gente ha resultado muy abierta.- sonrió.- Creo que me podría acostumbrar.

Emma asintió.

-Me gusta. No pensé que lo diría, al menos tan rápido, pero he de admitir que me gusta. Mucho más que Poplox. Pero creo que lo que más me ha llamado la atención ha sido el propio profesor Fretz. Es enigmático, e hipnotizante.

Ethan se volvió a mirarla.

-Así que eres verde... como Timmy. Bueno, supongo que tenéis suerte. El señor Fretz ha sido siempre uno de mis favoritos, probablemente más adelante imaginarás por qué.- sonrió, y su sonrisa iluminó a todos los presentes. Sus dientes, la forma en que se estiraban sus labios, sus pequeños hoyuelos... Si no fuera porque, por alguna razón, Ethan no la atraía como un chico atraía a una chica, habría hecho sin duda que su corazón latiera más rápido, como latía el de Leyla, o incluso el de la silenciosa Vanesa.- Yo soy violeta, este año. Es la segunda vez, así que para mí está bien.

En ese momento entraron en el comedor, y, tras echar una mirada a su alrededor, repararon en que en una mesa, Arthur y Doyle hablaban alegremente. Emma dejó escapar una risa, por alguna razón, Arthur y Doyle siempre se les adelantaban, y siempre estaban en el comedor ya llevándose comida a sus bocas.

Las tres chicas se acercaron, pero Timmy e Ethan fueron retenidos por el camino. Una chica de su edad, alta, de pelo rizado color caoba y bastante mona, que le resultaba bastante familiar a Emma les agarró del brazo.



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En el texto hay: secretos, aventura, amor

Editado: 15.07.2020

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