Capítulo 5: Margaritas de Tigreen y Capas largas, magníficas clases de vuelo.
La luz brillante de la luna se colaba por los grandes ventanales de aquel despacho, iluminando el centro de la habitación, donde el silencio parecía librar una de sus batallas. Dos siluetas estaban paradas bajo dicha luz, que les servía para poder observar el rostro contrario, y, a pesar de estar tan cerca la una de la otra, en su interior cada una parecía estar demasiado lejos, tan lejos como la enorme distancia que días antes las separaba. No se notó bien en que momento, y no es seguro que fuera la primera en volver a poner los pies en la tierra, pero una de las siluetas cambió el peso de una pierna a otra, y vio bien por primera vez a la persona que tenía delante. No podía créelo, parecía irónico, después de meses prácticamente olvidando sus caras, ahí estaban de nuevo, por segunda vez en menos de una semana. Casi tenía ganas de reír, ni en sus sueños había imaginado aquello.
-Quiero darte la oportunidad de que te expliques antes de tomar ninguna decisión.- dijo la severa voz de la mujer que se encontraba frente a ella.- La profesora Tina me contó lo sucedido esta mañana, pero aún tengo un voto de confianza puesto en ti, así que si te sientes con ganas, ¿por qué no me cuentas a qué se debió tu magnífico comportamiento?
Emma suspiró. Por supuesto, había sido una completa idiota al creer que la había llamado por otro motivo.
-Intentó leerme.- respondió simplemente, esperando que su madre entendiera. Y entendió, o eso creyó Emma cuando su madre entrecerró los ojos. Esperó a que preguntara sí estaba realmente segura de ello, pero esa pregunta no llegó, ni siquiera fue planteada en la mente de la mujer. Su madre confió plenamente en sus palabras.
-Entonces creo que debería reescribir la charla y redirigirla a otra persona.- murmuró.- Parece mentira que haya profesores que todavía no sepan que tener la capacidad de hacer algo no te obliga a hacerlo. Esa mujer tiene que ir aprendiendo lo que significa la privacidad.- aseguró con la voz visiblemente molesta.
Emma solo asintió, y se dispuso a dar media vuelta, pero su madre la detuvo por el brazo.
-Emma.- la llamó.- ¿Te estás adaptando bien?- la chica se volvió a mirarla, parecía mentira que, con todas las capacidades y virtudes con las que contaba, aún le costara saber bien como tratar a su hija.
-La escuela es muy bonita y enorme, y los alrededores preciosos. La gente se muestra muy agradable también.- respondió, encogiéndose de hombros.
-¿Ya has hecho muchos amigos?- siguió preguntando.
Emma la miró, pareciera que estuviera tratando con un niño que recién empezaba el colegio.
-De varios cursos, además. Son gente con una fuerte personalidad, sobre todo los de cuarto.- dijo, sonriendo al recordarlos.
-¿De cuarto?- repitió su madre, con la voz ligeramente alterada, o eso le pareció a Emma.
-Sí, los conocí en el autobús mágico. Timmy, Ethan y Max, uno de ellos es verde como yo.
La alteración en el rostro de su madre pareció desaparecer cuando sonrió.
-Son chicos realmente geniales, esos tres. Recuerdo la multitud de veces que los he tenido pululando por este despacho.- rió, mostrando una fila de dientes perfectamente colocada y blanca.- También les di clase en tercero.
Emma sonrió en respuesta, buscando palabras que decir para intentar no caer en un silencio incómodo, pero, tras una larga pausa, fue su madre quien volvió a hablar, esta vez con el semblante más serio.
-Emma.- la llamó de nuevo, más suavemente, con más profundidad, con más firmeza.- Emma, a parte de todo eso hay algo que quería decir. En realidad esa era la verdadera causa por la que quería que vinieras. Quería decirte que lo siento, lo siento mucho, de verdad. Sé que no tiene justificación cómo me comporté, pero quiero que sepas que me arrepiento de veras de que tuviéramos que encontrarnos así. No quise decir todas aquellas cosas, y no quise regañarte de esa forma, pero no puedes imaginar la desesperación que sentí cuando después de ansiar tanto volver a verte me dijeron que no estabas en el autobús mágico, y que no tenían ni idea de dónde te encontrabas. Estaba tan preocupada...- su madre comenzó a avanzar hacia ella, y se paró muy cerca, donde no había apenas espacio que las separara, y entonces la abrazó. No pudo evitarlo, y tampoco quiso desechar el impulso, lo necesitaba, necesitaba saber que todo estaba bien, que estaría bien, que se encontraba a su lado, que no huiría, necesitaba desesperadamente mantenerla entre sus brazos, protegerla. Tenía tanta culpa guardada dentro...- No busco que me perdones, porque realmente fue un comportamiento irracional, pero espero que podamos seguir sin tener en cuenta ese incidente.
Emma se encogió sobre sí misma al sentir el cuerpo de su madre contra el suyo, al sentir tan cerca su respiración. Notó como nacía un nudo muy profundo en su estómago y avanzaba hasta su garganta, resprimiendo a caso una ganas irracionales de llorar. Se sentía extraño, muy extraño, pero no era desagradable, si no más bien todo lo contrario.