Emma, la caída de un ángel

Capítulo 8

Mi despertador sonó.

Permanecí un rato con los ojos cerrados y reposando en mi cama, pero después de un rato me levanté quitando la pereza de mi cuerpo y me dirigí al baño tomando una ducha.

Después de terminar de arreglar mi aspecto, me senté en la cama a reflexionar un poco.

El inmortal que se posó en la casa y Mason tenía un parecido peculiar y resultaba bastante familiar.

Eso era lo que no dejaba descansar mi cabeza.

Escuché unos pasos fuera de mi ventana, en el tejado, donde siempre tomaba vuelo y salía a escondidas de la casa.

Rápidamente me dirigí a la ventana y la abrí fijando mi vista en cualquier cosa que se pudiera mover.

Unas alas aparecieron en mi vista pero no delante de mí, sino en una esquina del tejado.

Decidí salir de la habitación con mucho cuidado tratando de no hacer ruido y lográndolo con éxito.

Me acerqué despacio hacia el cuerpo, fotografiando cada detalle que pudiera tomar de él.

— ¿Te ha pasado que pensaste que estabas sola en este mundo, pero en realidad no lo estabas? Que simplemente las personas jamás se fueron pero no podían estar contigo, pero tú no lo sabías... — empezó impactándome en mi lugar y dejándome estática por completo.

Era él de nuevo, podría distinguir su voz como si la conociera de toda la vida.

— ¿Qué? — le pregunté desconcertada por su pregunta.

— Emma. — me miró y dio unas palmaditas a su lado.

— ¿Por qué crees que debería hacerlo? — le pregunté entrecerrando mis ojos hacia él.

— Porque te mueres de las ganas por saber quién es el ser que simplemente apareció en tu vida como mortal. — sonrió y esperó.

Al final me senté a su lado y él me miró un momento.

— Hace tiempo. — relató mirando el bosque que florecía a lo lejos. — hubo alguien llamada Daide que vivía en lo alto de los cielos...

Ese nombre erizó mi nuca y mandó un largo escalofrío por mi espina dorsal.

(...)

— Miren quién apareció después de todo. — dijo Jared con una gran sonrisa. — ¿Te sientes mejor?

— Sí. — dije con una sonrisa agradecida. — Supongo que fue un mareo.

— Pues espero que estés mejor ahora. — me dijo sentándose al lado mío.

— Solo te esperaba para ir a terminar el trabajo de literatura. — le dije recogiendo mi bolso.

— Cierto... Mi auto esta arreglándose en el taller... — dijo un poco avergonzado.

—Oh, eso no importa. — dije con una media sonrisa. — podemos ir caminando.

Jared asintió y empezamos el camino a mi casa.

— Y entonces... — dijo Jared tomando la correa de su mochila. — ¿qué pasó con ese familiar encontrado tuyo?

— Es algo confuso... — dije recordando la plática con Zayd (Me reveló su nombre mientras platicábamos). — Resultó que ésta persona, no simplemente me recuerda a mi hermano...

Jared me miró con atención.

— ¿El que murió? — preguntó.

—Sí. — confirmé. — Eh, sino que, en realidad es mi hermano...

Jared se paró abruptamente frente a mi casa y me observó con ojos abiertos cual platos.

— ¿Qué? — preguntó sorprendido. — ¿Tu hermano revivió? — preguntó aún más sorprendido.

— No. — me apresuré a decir. — No, es otro hermano...

Abrí la puerta de la casa y vi una nota de Aine que dictaba se había ido al salón de belleza para despejar su mente.

— ¿Me vas a explicar? Porque realmente me perdí. — me miró a los ojos y yo a él levantando la mirada puesto que es más alto que yo.

— Eh, sí. — miré a todos lados. — solo que... Necesito empezar desde el principio.

— Pues tenemos todo el tiempo del mundo. — insistió.

Cerré la puerta y lo tomé de la mano dirigiéndolo a mi cuarto.

Lo solté cuando estábamos frente a la puerta y dejé mi mochila a un lado. Me senté en la cama y él se sentó en la silla del escritorio.



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En el texto hay: angelescaidos, angeles y demonios, mortales

Editado: 04.04.2018

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